Rodeado de gente querida y sintiéndose “en casa”, Joaquín Sabina ha sido hoy homenajeado en la sede principal del Instituto Cervantes, en Madrid, que dirige su íntimo amigo Luis García Montero. Allí el cantautor ha depositado un legado en la Caja de las Letras en el que destaca la colección completa de la revista literaria argentina Sur. Tanto Sabina como García Montero son consumados bibliófilos, y ha reconocido el jiennense que dio al granadino la opción de que el regalo fuera para él, pero este decidió que fuera para el Cervantes, “con una generosidad no frecuente entre los bibliófilos”, ha dicho Sabina.

Junto a la colección de la revista Sur —“que yo no he visto en ninguna otra biblioteca de ningún lugar del mundo”, asegura Sabina—, el cantante y poeta ha depositado también el manuscrito, acompañado de dibujos, de su canción “Soledad”; el manuscrito de su soneto “Puntos suspensivos”; una serie de dibujos que representan a cuatro gallos de pelea y a una pareja; una primera edición de su libro de sonetos Ciento volando de catorce; uno de sus característicos bombines, y una colección de fotografías de amigos como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Alfredo Bryce Echenique y el llamado “grupo de Rota” formado por los amigos con los que veranea habitualmente en la localidad gaditana: Luis García Montero, Almudena Grandes, Benjamín Prado, Felipe Benítez Reyes, Ángel González, Chus Visor y Javier Ruibal.

La revista literaria Sur fue fundada en Buenos Aires en 1931 por la escritora Victoria Ocampo y se editó durante más de 60 años. Por sus páginas pasaron escritores de la talla de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Federico García Lorca, José Ortega y Gasset, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Ernesto Sabato, entre muchos otros grandes nombres de la literatura en español y universal. “Es una revista mítica por donde pasa más de medio siglo de creación literaria en el español de toda Latinoamérica, incluido el de los exiliados españoles”, ha señalado Sabina antes de introducir los dos primeros números de la colección en la Caja de las Letras, en representación del total de 371 números que pasarán a formar parte de la biblioteca patrimonial del Instituto Cervantes.

“Hola y adiós” a los escenarios

Después del acto de entrega del legado, en el que también ha participado la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, Sabina ha sido entrevistado por el poeta y amigo Benjamín Prado y por la periodista Nativel Preciado. Durante la conversación, Sabina ha asegurado: “Me siento bien, pero yo no pienso volver a los escenarios mientras la gente esté con mascarilla o no pueda levantarse, no pueda fumar o tomar una copa. Y me temo que eso no será, sobre todo en Latinoamérica, que está peor que aquí, hasta dentro de un año y medio por lo menos. Pero sí, volveré, para decir hola y adiós”, insinuando así una posible despedida definitiva de los escenarios.

Sabina es uno de los cantautores más populares en lengua española, con una larga y fructífera carrera repleta de éxitos. Y en lo personal también dice sentirse satisfecho, por lo que no tiene nada que reprocharle a la vida: “No me falta nada, estoy moderadamente en paz conmigo mismo, teniendo en cuenta además que la gente de mi generación pensábamos que no íbamos a ser nunca adultos porque los adultos eran unos hijos de puta. He llegado a los 72 años y aún no me considero un hijo de puta, y con eso me basta”.

Al repasar sus inicios como cantante, Sabina ha vuelto a explicar, como ha hecho en más ocasiones, que él no pensaba dedicarse a la música. “Yo me recuerdo sobre todo escribiendo. Lo de cantar fue viniendo solo, al principio como el único modo de ganarme la vida, y luego ya con mayor rigor y mayor atención, pensando en hacerlo bien”. Cuenta que tras una temporada en Londres volvió a España y se dio cuenta de la falta de calidad de las letras de las canciones que se oían aquí. “La falta de atención, de magia y de literatura en las letras era bastante asombrosa. Mi intención fue tratar de dignificar un poquito literariamente las letras de las canciones”, cosa que hizo desde que se unió a Javier Krahe en La Mandrágora.

La noche en que George Harrison pagó a Sabina para que dejara de cantar

También ha recordado Sabina, a instancias de Preciado, la ocasión en la que tuvo un encuentro fugaz con George Harrison en los sesenta mientras actuaba en un bar de Londres. “Una noche vino George Harrison con unos amigos para celebrar un cumpleaños. Nosotros teníamos un truco estupendo para que nos soltaran la pasta, que era cantarles en la oreja muy desafinadamente para que nos dieran la pasta y nos echaran. Eso hice, y me dio cinco libras, que en aquel momento y para la vida que yo llevaba era un capital. Pensé, por ese ánimo de coleccionista que tengo, que nunca las iba a gastar, que las iba a enmarcar. El ánimo de coleccionista duró lo que tardé en llegar al primer pub”.

@FDQuijano