La antigua sintonía de Valery Gergiev con Putin le está pasando factura. El miércoles debutó en La Scala, dirigiendo una producción de La dama de picas de Chaikovski. No fue un estreno soñado por culpa del contexto belicoso. Al principio tuvo que oír algunas protestas aunque bien es cierto que al final de la función se tornaron en aplausos. Pero el templo scaligero le ha exigido retratarse. Su superintendente, Dominique Meyer, y el alcalde de Milán, Giuseppe Sala, apremiados por diversos sindicatos artísticos, le dieron ultimátum: o se condenaba la invasión rusa en Ucrania o se verían obligados a prescindir de sus servicios en el podio, como finalmente ha sido, dado que el maestro no ha contestado. Se rumorea que será Riccardo Chailly quien tome el relevo en las representaciones restantes.
Como a los clubes deportivos rusos y a su selección, expulsada del Mundial de Qatar, se le avecinan tiempos complicados al director más prominente de Rusia en la actualidad, que desde hace años ha lucido en público su complicidad con el mandatario ultranacionalista y en 2014 apoyó la anexión de Crimea. La Scala no es la primera institución en tomar medidas drásticas contra él. También lo han ‘despedido’ el Carnegie Hall y la Filarmónica de Viena. Por otro lado, la Filarmónica de Múnich, de la que es titular, le ha exigido asimismo que se pronuncie sobre el conflicto. En concreto, le piden “que se distancie clara e inequívocamente de la brutal guerra de agresión”. Tiene hasta el lunes para enunciar su posición al respecto. Todo apunta, vistos los precedentes, que sus lazos con esta histórica agrupación están a punto de cortarse.
Su silencio ante los acontecimientos ha provocado también que su agente internacional, Marcus Felsner, le haya abandonado. "A la luz de la guerra criminal perpetrada por el régimen ruso contra la nación ucraniana democrática e independiente y contra la sociedad europea en su conjunto, se nos ha hecho imposible, y claramente inoportuno, defender los intereses del maestro Gergiev", ha dicho Felsner.
El alcalde de Milán ha aclarado que lo que se demandaba de él no era “una abjuración” sino lo mismo que le solicitan en Múnich: una muestra inequívoca de distanciamiento respecto al brutal proceder de Putin en los últimos días. Es un ‘aro’ por el que sí han pasado figuras también a fines al presidente ruso, como la soprano Anna Netrebko, uno de los grandes nombres del star system lírico. Hábil para evitar la cancelación de contratos y, a la vez, no contrariar al líder de su país, ha optado por una fórmula ambivalente.
En un comunicado hecho público en la red social Facebook ha dicho: “Me he tomado un tiempo para reflexionar, porque la situación es demasiado grave como para comentarla sin pensarlo. Antes que nada: me opongo a esta guerra. Soy rusa y amo a mi país, pero tengo muchos amigos en Ucrania y el dolor y sufrimiento en este momento me rompen el corazón. Deseo que esta guerra termine y que la gente pueda vivir en paz. Sin embargo, quiero agregar una cosa: obligar a los artistas y a cualquier figura pública a expresar públicamente sus opiniones políticas y condenar a su patria es inaceptable. Esto debería ser una elección libre. Como muchos de mis colegas, no soy una persona política. No soy experta en política. Soy un artista y mi propósito es unir a las personas por encima de divisiones políticas”.
Lo cierto es que los artistas rusos se han visto abocados a una situación muy compleja. Por un lado, su futuro profesional está en juego. Por otro, deben rayar la heroicidad para pronunciarse con plena libertad, dadas las represalias que su gobierno pueda tomar contra los que manifiesten disidencia ante Putin. Un dilema irresoluble que va frenar sus carreras por un periodo difícil de calcular hoy día. En el mundo de la danza son particularmente graves las consecuencias. Es un terreno en el que Rusia históricamente es una potencia mundial. La compañía del Bolshoi ya está sufriendo el repudio de algunos coreógrafos.
El ucraniano Alexei Ratmanski debía estrenar una pieza allí y les ha dejado colgados. El bailarín y maestro de ballet Laurent Hilaire, ex étoile de la Ópera de París en tiempos de Nuréyev, ha decidido abandonar sus funciones de director del ballet del Teatro Stanislavski. Recordemos que Nacho Duato está al frente Mijailovski, lo que supone una presión personal para él en estas circunstancias. La familia de la danza, donde se han tejido muchas relaciones rusoucranianas se encuentra, en fin, devastada.