Hecho inédito desde la reinaguración del Teatro Real, hace un cuarto de siglo. El Coro del coliseo madrileño, acaudillado con excelentes resultados hasta la fecha por Andrés Maspero, ha sido exigido por el respetable a consumar un memorable bis durante el estreno de Nabucco de Giuseppe Verdi, bajo la dirección musical en el foso del maestro Nicola Luisotti.
Ha sido, cómo no, al término del tercer acto, con el emblemático Va, pensiero, que se convirtió en un símbolo del Risorgimento italiano en su camino hacia la unificación del país frente al dominio del Imperio austrohúngaro. Un movimiento en el que el Cisne de Busetto, como apodaban a Verdi, se implicó vivamente.
Luisotti ha recogido el guante lanzado desde plateas y palcos en forma de calurosa ovación. Al ver que esta se prolongaba, ha mostrado que entendía el mensaje. Asintiendo con la cabeza y con el pulgar de su mano derecha en alto, ha dado instrucción de volver al inicio del Va, pensiero y ofrendarlo de nuevo al exigente público de templo de la plaza de Oriente.
[Nabucco, la grandeza primeriza de Verdi]
Realmente, la famosa composición recrea la nostalgia de su tierra de los hebreos esclavizados en Babilonia. El poeta Temistocle Solera se inspiró en el salmo 137, Super flumina Babylonis, para escribirlo. Pero en el periodo risorgimentale adquirió unas connotaciones políticas renovadas, convirtiéndose en un himno de los patriotas transalpinos que buscaban emanciparse del yugo foráneo y conformar una patria única a partir del ramillete de reinos y ducados en que estaba dividida la bota itálica.
Más recientemente, el Va, pensiero fue esgrimido como ariete contra los años telecracia que impuso Berlusconi en Italia. El mundo de la cultura se abrazó a este coro para resistir en ese tiempo oscuro en el que sufrió recortes brutales. Un símbolo de la música en Italia, el maestro Riccardo Muti, lo interpretó en la Ópera de Roma durante una función de Nabucco en la que estaba presente Berlusconi. Fue en bis cargado de aires reivindicativos, al que accedió Muti, poco dado a estas concesiones, por la gravedad del momento.
Aun siendo una pieza primordial del repertorio lírico, hacía 150 años que esta Nabucco no regresaba al teatro madrileño y la interpretación del coro en ese momento álgido de la representación se ha saldado con cerca de 5 minutos de aplausos que han detenido el normal transcurso de la representación y han llevado al bis en la que ha de ser la ópera que cierre la presente temporada con una traca verdiana.
Son muy escasas las ocasiones en las que se producen estas repeticiones del repertorio a solicitud de los asistentes y, de hecho, desde la reapertura del Real hace 25 años nunca se le había solicitado al coro.
Hace un año, en el cierre precisamente de la temporada 2020/21, se produjo otro histórico bis a cargo de la soprano estadounidense Sondra Radvanovsky durante el estreno de Tosca, en la que intervino junto al carismático tenor alemán Jonas Kaufmann, una pareja que movilizó oleadas de espectadores durante los días que estuvieron en el cartellone capitalino.
Antes que ella solo otra mujer había sido emplazada a ello por el público, la también soprano Lisette Oropesa en el montaje de La Traviata en el verano de 2020 tras el primer confinamiento por la Covid-19. Otro artista aupado por el clamor popular ha sido el Javier Camarena, que triunfó sobre todo entonando los nueve do de pecho del aria Ah, mes amis La hija del regimiento. El cantante mexicano luego sería obligado a repetir Una furtiva lágrima de L'elisir d'amore de Donizetti, otra aria icónica del repertorio.