El Siglo de Oro en los escenarios argentinos desapareció casi por completo hace un par de décadas. “Entre los 60 y el 2000, más o menos, había muchos ciclos de teatro de verano al aire libre en los que se hacían siempre algunos títulos del Siglo de Oro. Desde entonces este repertorio es una excepción, más que un hábito”. El diagnóstico lo emite el director Santiago Doria, que responde a El Cultural desde Buenos Aires. Su testimonio resulta preocupante: la huella áurea se va difuminando en su país. Una percepción extrapolable a Colombia y México.
Doria se está revelando contra esta tendencia empobrecedora. En 2018 reclutó un ramillete de cómplices y armó La discreta enamorada de Lope. Después de pasearla por Argentina, la trajeron al Festival de Almagro, ese mismo año. “Fue un éxito de crítica y de público. En España nos dieron el visto bueno”, recuerda Doria. Una vez doctorados en el hábitat natural del Siglo de Oro, sintieron un impulso continuador que les condujo a moldear una nueva pieza del barroco español. Así, la Compañía Argentina de Teatro Clásico, nombre con el que se autobautizaron, se puso manos a la obra con El lindo don Diego, de Agustín Moreto.
La inercia positiva les ha lanzado a remangarse con un tercer título. “Queríamos abarcar otro autor diferente. Pensamos en Calderón pero al final salió Tirso. Aquí las dos obras suyas más conocidas son El burlador de Sevilla y Don Gil de las calzas verdes pero nos pareció adecuado ir más allá y llegamos a La celosa de sí misma”, explica Doria, que ya la hizo en 1986 en los jardines del Museo de Arte Español de Buenos Aires. Su nueva versión la trae al Festival de Almagro (hasta el 24 en el Corral de Comedias) para testar la respuesta del público local, hasta la fecha bastante acogedor con sus trabajos.
“Tirso es también muy hábil en establecer una complicidad con el público desde el escenario", señala el director
Doria dice que la comedia de Tirso es “un relojito” por la precisión y la maestría con que sostiene el enredo y la confusión medular de la pieza. A saber: Melchor, un joven leonés recién llegado a Madrid para contraer matrimonio, se enamora de una enigmática mujer cubierta por un manto de la que solo se ve una mano. Un punto de partida algo estrambótico al que Tirso le da un giro de tuerca más: luego sabremos que la misteriosa fémina no es otra que la prometida del incauto Melchor, cuyos requiebros a la desconocida le pondrán en evidencia.
“Tirso es también muy hábil en establecer una complicidad con el público desde el escenario, un viaje de ida y vuelta tan habitual en el Siglo de Oro”, continua el regista argentino, que a su vez destaca “el empoderamiento” de las mujeres en La celosa de sí misma. “Es una constante de este repertorio, donde se refleja la astucia y la destreza de los personajes femeninos para resistir en una sociedad patriarcal y machista”.
Un ejemplo de progreso social y vanguardia que tardaría centurias en consolidarse más allá de las tablas, sobre las que esta vez concurren Irene Almus, Gastón Ares, Andrés D’Adamo, Mónica D’Agostino, Pablo di Felice, Luis Longhi, Francisco Pesqueira y Ana Yovino. Todos ellos se han propuesto insuflarle un poco de aliento áureo a la cartelera argentina. Para que la presencia del Siglo de Oro, insiste Doria, vuelva a ser hábito y no una excepción.