Tras la Filarmónica de Londres con Edward Gardner, Ibermúsica nos trae a la Orquesta del Festival de Budapest al mando de su titular, Ivan Fischer, maestro sobrio, experto, conocedor, circunspecto y seguro.
Características que ha puesto de manifiesto entre nosotros en muchas ocasiones y que revalidó hace unas semanas en su última presencia madrileña al frente esta vez de la Sinfónica de la Radio de Baviera como sustituto de un enfermo Zubin Mehta. Y aquí lo tenemos de nuevo dirigiendo ‘su’ formación, una centuria de rancio abolengo que él mismo fundó en 1983 junto al desaparecido pianista Zoltán Kocsis.
El concierto tendrá lugar el 16 de marzo y dará ocasión a que Fischer ponga de manifiesto su savoir faire en un programa que le va como anillo al dedo con mucha música de Strauss en los atriles: los poemas sinfónicos Don Juan y Till Eulenspiegel y la Danza de los siete velos de la ópera Salomé. Obras de extraordinaria brillantez tímbrica, de agitados ritmos, de frases de rara amplitud y de enorme aliento sinfónico que siempre esperan una batuta desentrañadora y eficaz, hábil en la disección de planos y en el manejo de las ricas texturas.
Fischer, cuya Quinta de Mahler con Baviera aplaudimos con ganas, posee la técnica y la solidez necesaria para ello. Y su orquesta está ya muy bragada en este tipo de sinfonismo.
['La nariz', una obra excesiva en todos sus aspectos]
Previamente habremos escuchado el Concierto para piano de Schumann, obra clave, de un romanticismo legendario y pieza comprometida para cualquier pianista, que ha de expresar con calor y delinear unos pentagramas de una intensidad extraordinaria, además de salvaguardar los cambios rítmicos del difícil tercer movimiento.
Francesco Piemontesi, pianista muy premiado, posee el toque, el sentido de la forma -tan original en esta composición– y el temple necesario para ello. Hace gala de una diáfana pulsación y de un sonido de rara pureza y transparencia.
La sesión se inaugurará con una obra poco conocida entre nosotros, Minutos sinfónicos de Ernst von Dohnányi (1877-1960), subtitulada Movimientos de carácter, partitura envuelta en un cierto tono humorístico y que muestra el sentido de la armonía de su autor. Consta de cinco movimientos, ninguno de ellos de más de cuatro minutos de duración: Capriccio, Rapsodia, Scherzo, Variaciones y Moto perpetuo.