Entre las muy numerosas ofertas que alberga la programación de los Teatros del Canal cabe destacar el doblete constituido por la ópera de cámara Waiting for the Sibyl y la película con banda sonora The Moment Has Gone, salidas de la mente prolífica y a veces calenturienta del artista sudafricano William Kentridge (Johannesburgo, 1955), director de cine, pintor, director de teatro, escenógrafo, dibujante, artista visual, cineasta, actor, realizador y videoartista, entre otras facetas.



No es raro que tantos saberes acumulados, tanta destreza desplegada hayan fructificado no solo en logros artísticos de primer orden y del más diverso pelaje, sino en reconocimientos y premios, entre ellos el de Princesa de Asturias de las Artes, que le fue concedido en 2017. La fantasía de Kentridge ha hurgado en la leyenda de la famosa Sibila de Cumas, de la que se cuenta que nació con el don de la profecía. Sus dictados se grababan en hojas de roble que luego el viento arremolinaba y dispersaba, con lo que el futuro predicho a cada uno siempre quedaba al albur de Eolo.



La incertidumbre de no saber si el destino que la Sibila ha escrito en la hoja es el nuestro o el de otra persona es lo que aporta entraña dramática a la narración. “Todo el trabajo comienza como un dibujo. El proceso de hacer la obra es el proceso de descubrir lo que es al final en lugar de comenzar como un plan de base claro seguido hasta el final. El proceso es el mismo, ya sea dibujar al carboncillo, construir una escultura, hacer una película o una pieza de actuación”.



Palabras de Kentridge, para quien gran parte del trabajo de la producción tiene que ver con las sombras, lo que da al actor una oportunidad de estar dentro de la actuación pero también de ver la actuación, observando a sus sombras al mismo tiempo. Por otro lado, un proceso familiar: improvisar, mirar, reconocer, aprender la gramática de lo que se ha mirado, ensayado y precisado. Un proceso, y esto es básico en la producción, en el que la Sibila viene a ser el algoritmo que predice nuestro futuro, nuestra salud, si obtendremos un préstamo del banco, si viviremos hasta los 80…

Distintas lenguas

Las dos partes del espectáculo se dan la mano y contemplan ideas correlativas; The Moment Has Gone dura 22 minutos; Waiting for the Sibyl, 42. Se manejan distintas lenguas: inglés, zulú, xhosa, sesotho y ndebele (con sobretítulos en español). Todo ello, con sus evidentes complejidades, será impulsado por un gran y numeroso equipo, con Kentridge a la cabeza, que compartirá dirección con Nhlanhla Mahlangu. Kyle Shepherd firma, dirige la música y se sienta al piano.

Se suman cinco bailarinas africanas y las voces de seis cantoras de la misma procedencia. La escenografía es cosa de Sabine Theunissen, la iluminación de Urs Schönenbaum, los audiovisuales de Zana Marovic, el vestuario de Greta Goiris y la fotografía de Stella Oliver. Un buen plantel de profesionales para dos representaciones, el sábado 27 y el domingo 28 de mayo.