El suicidio también cobra protagonismo en el Teatro Español (Sala Margarita Xirgu). Aquí de la mano de Sarah Kane, autora hoy de culto. La coreógrafa Luz Arcas, fundadora de La Phármaco, se atreve con Psicosis 4.48, la última de la dramaturga británica, que filtró en ella sus descensos a los infiernos de la locura y el desarraigo. “Ha implicado meterme en un nuevo lenguaje, con mucho trabajo corporal pero empleado como contexto para encarnar el texto, el del personaje en concreto que escribe la nota de suicidio”, explica Arcas a El Cultural.
Ese personaje tiene concomitancias más o menos manifiestas con la propia autora, que con apenas 28 años se ahorcó con los cordones de sus zapatos en un baño del King’s College Hospital de Londres. Fue en 1999. 4.48, los números que completan el título, aluden a la hora en que, bajo un estado depresivo, Kane solía despertar por las mañanas para empezar otro tortuoso día.
Arcas matiza el poso testimonial sobre el que se asienta la dramaturgia: “Siento que es autobiográfico, sin duda, pero Kane era una artista, y estoy segura de que puso por delante ‘la obra de arte’ a su propia situación. Creo que la misma construcción del texto, así como la utilización del tiempo y del espacio, y el propio lenguaje que maneja, demuestran que abre su experiencia a algo más grande, más amplio”.
El derrumbe de la protagonista es absoluto, en todos los planos. “Aborda desde el abandono amoroso a la crisis metafísica y religiosa, pasando por la artística y, por supuesto, la política. Nada le salva. Sin esperanza. ‘Veo nada’, dice muchas veces en el texto”, señala Arcas, que destaca “la lucidez y la claridad con la que Kane expone cuestiones realmente oscuras de la psique humana”.
El montaje se divide en tres partes, cada una con una atmósfera. “Está trabajada desde el naturalismo; otras, desde la abstracción. También es ritual y desacralizadora. Tiene algo de instalación sonora y lumínica que la actriz (Natalia Huarte) va activando y modificando para generar sentidos”.