Han pasado cincuenta años desde aquel 25 de abril en el que, avisados por la canción Grândola, Vila Morena, los jóvenes oficiales portugueses salieron a la calle rifle en ristre, claveles rojos en los cañones, para defenestrar una dictadura obsoleta e inoperante. Aquellos hombres del ejército de rango medio y edad temprana se pusieron al frente de un pueblo que clamaba por un sistema democrático garante de unos derechos que les habían negado durante demasiado tiempo.
Medio siglo después, Portugal sigue celebrando aquella hazaña en la que los intereses de la ciudadanía y buena parte del ejército entraron en comunión fraternal. Sin embargo, Inês de Medeiros, presidenta de la Cámara Municipal de Almada, nos recuerda que este aniversario no se encuentra desprovisto de claroscuros. "Nos enfrentamos a la brutal resurrección de discursos que, como el viejo buitre, anhelan la podredumbre", afirma la política y actriz.
El Festival de teatro de Almada abre el telón de su 41.ª edición en la que se ha querido recalcar la relación de la cultura y el teatro con la democracia y la auténtica libertad, que en Portugal tienen el color rojo de aquellos claveles.
Almada es una ciudad encaramada en la orilla sur del estuario del Tajo, desde el que el municipio otea con mirada seria la silueta de la capital portuguesa, a la que muchos de sus habitantes viajan cada mañana para ganarse el salario. Su tradición proletaria, fruto de sus firmes raíces de clase obrera, es la principal razón por la que se considera prioritario que el festival tenga precios accesibles para la población con recursos limitados, pese a los serios recortes de presupuesto que ha sufrido los últimos años.
Nombres de la talla de Eduardo De Filippo, Peter Stein, Robert Wilson y Lucinda Childs se darán cita en el Festival de Teatro de Almada. El público asistente podrá ser testigo de creaciones de estos artistas que con sus obras ayudaron a definir las bases del teatro y la danza contemporáneas. Otras figuras relevantes del panorama escénico como Olivier Py, Jeanne Desobeaux y Josef Nadj serán también protagonistas del evento, en el que traerán obras que van de la danza contemporánea a la ópera.
Tal y como sucede todos los años, una obra de la edición anterior pisará de nuevo las tablas de Almada. Jogging, donde la libanesa Hanane Hajj Ali desgaja la ineficiencia, la ambición y el fundamentalismo que han desmembrado su país, fue votada en 2023 como la obra favorita del público, por lo que también tendrá su lugar de honor en esta ocasión.
Además de un cartel en el que las producciones portuguesas e internacionales van de la mano, se ha querido celebrar la efeméride rindiendo homenaje a A Barraca, una de las compañías históricas del país, que ha sido un referente en la libertad de expresión y la innovación durante este medio siglo. Entre otros eventos conmemorativos, el Museo Nacional de Teatro y Danza inaugurará durante el festival una exposición dedicada a la compañía, que recorrerá Portugal los próximos meses.
El Festival de Teatro de Almada se celebra del 4 al 18 de julio en varios de los recintos de la ciudad. A las obras les acompañarán varios eventos gratuitos en distintos puntos del municipio, lo que refuerza la idea de que el evento es una celebración de la cultura en la que caben todos, se tenga los recursos que se tenga, se venga de donde se venga.