Antonio Najarro. Foto: Sergio Enríquez-Nistal

Antonio Najarro dejará de bailar a partir del próximo mes de septiembre, cuando asuma la dirección del Ballet Nacional de España (BNE) que le exigirá dedicarse a la coreografía y la gestión. Por ello este es su último verano sobre los escenarios. El día 28 actúa en los Jardines de Sabatini de Madrid con Jazzing Flamenco.

Antonio Najarro (Madrid, 1975) asumirá la dirección del Ballet Nacional de España (BNE) el próximo mes de septiembre. A sus 35 años tiene la energía para pretender propósitos ambiciosos y la osadía de proclamarlos: "El BNE tiene que aspirar a ser la referencia de la danza española, su bandera. Y para ello debe funcionar a pleno rendimiento, quiero evitar los tiempos muertos". Para conseguirlo va a potenciar que la compañía gire por la mayoría de los teatros de nuestro país y del mundo; que se abra a otros coreógrafos y artistas para que "sea el vivo reflejo de lo que está ocurriendo en la danza española", y también que los futuros bailarines que la formen, -las nuevas generaciones están "superpreparadas" en su opinión-, conozcan y reinterpreten el repertorio español.



El precio que Najarro paga por aceptar ponerse al frente de la formación nacional es cerrar su compañía, la que fundó hace diez años: "Ha sido un sacrificio enorme el que hemos hecho para mantenerla todos estos años, nos hemos dejado la piel en una compañía de gran formato que ha llegado a tener casi 30 personas trabajando, y sé que nos siguen desde muchos países. Siento una pena grandísima, pero no hay más remedio", confiesa momentos antes de partir a Perpiñán con los doce artistas del grupo para bailar Jazzing Flamenco. Es el mismo espectáculo que ofrece en Madrid, el día 28, dentro de los Veranos de la Villa. Es un conjunto de coreografías en el que se muestran diversos estilos de la danza española adaptados a ritmos de blues, jazz y soul.



Najarro, desde su formación privada, ha logrado posicionarse en el mercado español e internacional apostando por espectáculos de fusión. Ha adaptado nuestro particular baile a otros estilos musicales como el tango, el jazz o las danzas orientales con una doble finalidad: ganar adeptos para el género en otros graneros, a ser posible mucho más jóvenes, e innovarlo. "He luchado por hacer un producto de calidad, comercial en el buen sentido, porque los espectáculos hay que venderlos. Creo que si hubiéramos hecho espectáculos puristas el público no los hubiera entendido. La danza clásica española está muy mal divulgada, y hay una gran ignorancia sobre lo que ha sido y cómo ha evolucionado. No ha habido interés por difundirla. Todo se ha focalizado en el flamenco, cuando éste es una rama más de la danza española. También se ha individualizado mucho, no es posible que sean más populares hoy ciertos artistas y sus compañías que el BNE".



Sus maestros, los mejores

Najarro sabe de lo que habla -comenzó a bailar con quince años formándose en el Real Conservatorio Profesional de Danza de Madrid, donde obtuvo Matrícula de Honor- y presume de haber tenido a los mejores maestros del momento: "Para mí la gran referencia ha sido Antonio el Bailarín, pero luego he trabajado con muchos otros de los que he aprendido cosas distintas. José Antonio (actual director del BNE) me enseñó a trabajar con disciplina, José Granero sacó de mí muchas cosas que yo desconocía, con Mariemma aprendí la técnica y el sabor de la danza española, Gades, con su meticulosidad, me hizo ver el esfuerzo que exige el más nimio detalle de una coreografía, la horas de ensayo que, por ejemplo, cuesta andar de una manera determinada, y Alberto Lorca era muy especial, despertó en mí el amor por la danza".



Probablemente otro aspecto de su carrera que ha valorado el tribunal del Instituto Nacional de las Artes Escénicas (Inaem) que lo eligió para el BNE es que lo conoce por dentro. "He vivido tres cambios de dirección en el Ballet. Entré en 1997 cuando Aurora Pons, Victoria Eugenia y Nana Lorca lo dirigían. Con Aída Gómez llegué hasta Primer Bailarín y, luego, estuve durante el primer año que lo dirigió Elvira de Andrés".



Así que conoce los problemas de la formación y, en especial, las reivindicaciones del colectivo de técnicos que son fuente continuada de conflictos no solo en el BNE, sino en todas las unidades de producción del Inaem. "Tengo la suerte de que sé a lo que me enfrento. Además, montar mi compañía ha sido una escuela. Tengo a gente a mi lado con mucha experiencia en la gestión y en la producción. Hemos tenido que buscar recursos de la nada y, aunque todavía no he formado equipo para el BNE, contaré con algunos. Yo no quiero gente a mi lado que me dore la píldora, sino que quieran construir conmigo y me digan la verdad".



Diálogo es la palabra a la que se agarra como fórmula para resolver los conflictos que puedan surgir: "Me gusta hablar, explicarme y que me expliquen. Creo que en el BNE tiene que haber una total cercanía del director no solo a los artistas, también a los técnicos y la parte de administración. Sé que es difícil compatibilizar los convenios colectivo de unos y otros, pero mi misión es convencer a todo el mundo de que compartimos un mismo objetivo: que el BNE viaje por toda España, que nos movamos mucho".



Recuerda la época de Aida Gómez, cuando el BNE giraba por casi todos los teatros del país. Aspira a lo mismo, lo que le exigirá hacer espectáculos de pequeño formato que puedan entrar fácilmente en teatros de tamaño medio. "Por supuesto no renuncio a hacer grandes producciones, se harán, pero yo quiero ganar público y que se conozca lo que hacemos".



De aquella época también valora las colaboraciones que se establecieron con otros artistas, como directores de cine y teatro, pintores, fotógrafos, poetas... Quiere seguir por aquella senda: "Comienzo el próximo mes de septiembre pero heredo la programación de José Antonio, por lo que no será hasta marzo de 2012 cuando se programe lo que yo he diseñado. Para entonces preparo un espectáculo de nueva creación, en el que habrá muchos artistas importantes y también gente joven premiada por su talento y por su personalidad. Tengo la suerte de contar con el apoyo de grandes figuras".



En el ánimo de Najarro está crear dos temporadas en una. "No voy a hacer una compañía de autor. Quiero ofrecer una programación destinada a presentar espectáculos de nueva creación, con coreógrafos y figuras invitados. Es importante para mí dinamizar la participación del exterior, que haya un intercambio con los creadores de la danza española. Pero también voy a recuperar el repertorio, pues la clave está en dosificar espectáculos nuevos con el repertorio. Pienso en recuperar ballets antiguos de Mariemma o Pilar López para actualizarlos. O piezas como La jota de Pedro Azorín, Ritmos o Fantasía Galaica. Creo en la posibilidad de ganar un público joven que luego se interese por el patrimonio". También quiere establecer colaboraciones con la Compañía Nacional de Danza, que dirigirá José Martínez, y con la que comparte el edificio donde se albergan en Madrid. "José y yo hemos hablado de hacer cosas conjuntas, algo que nunca han hecho las dos formaciones".



Prohibiciones

En los dos próximos años no le vamos a ver bailar. Se va a centrar en la gestión del BNE y en formar un elenco sólido. Sí va a coreografiar, claro, pero con una limitación impuesta por el Inaem para evitar casos como el de Nacho Duato: los programas no podrán estar formados en su totalidad por coreografías de Najarro. La prohibición no le permitirá, por ejemplo, idear un ballet dramático como hizo Gades con Fuenteovejuna o José Antonio con El corazón de piedra verde. "En mi compañía me he tenido que mantener vivo como bailarín y, al mismo tiempo, llevar la compañía. Pero no lo voy a repetir en el BNE, donde me espera un trabajo enorme y quiero focalizar mi energía. Me apasiona coreografiar y si dentro de dos años la dinámica me permite bailar y está justificado, lo haré".