Alicia Alonso: "Narciso es un mito nutritivo para los jóvenes"
La mítica bailarina cubana, hoy directora del Ballet Nacional de Cuba, regresa a España para presentar un libro de Roger Salas sobre su coreografía 'Muerte de Narciso'
12 septiembre, 2012 02:00La bailarina Alicia Alonso durante la presentación del libro. Foto: M. C.
De varios morados el chal, el turbante y el vestido, el cuello garboso y los pies en primera posición, entra Alicia Alonso en la sala, aupada por unos tacones que no cualquier mujer calzaría. El maquillaje no deja espacio a sutilezas, Alonso es también su propio icono. Significante y significado. Varios cubanos presentes quieren besarla y transmitirle su admiración, siendo como es un símbolo de su país. "La adoro", le llora uno. Ya de cerca, se comprueba enseguida que los ojos están casi cerrados, que la decana mundial de la danza apenas ve. Pero ella asegura que sigue bailando cada día y dirigiendo al detalle el Ballet Nacional de Cuba. Nacida en 1920, bailó el siglo pasado desde la década de los 30 hasta el final. Si su compañía sale de gira, ella aún la acompaña; si un bailarín se le enferma, ella quiere saber qué le ha provocado la dolencia. Si en España su amigo el crítico de danza, profesor y escenógrafo Roger Salas dedica un libro al ballet Muerte de narciso, no quiere perdérselo y aquí que viene, agradecida por otro nuevo reconocimiento. "Me apabullan", se emociona antes de comenzar la entrevista.
Aquella coreografía inspirada en el poema homónimo de José Lezama Lima y que recuperaba la importancia de este mito griego en la danza se estrenó en 2010. El autor de este ensayo, como muchos, pensó en principio que no podía ser por completo una obra de la cubana, que ya antes había creado coreografías para este mito, pero pronto se dio cuenta de que era realmente suya y de que estaba cargada del poso de su trayectoria, un poso que incluso ella desconocía y que, celebra, el libro le ha ayudado a descubrir.
- Recuerdo más o menos la primera vez que hicimos Narciso. Lo monté y justo antes del estreno tuve que irme a bailar a Estados Unidos porque tenía un contrato. Nunca pude verlo terminado en escena y me quedé con ese deseo, con esa cosa por dentro. Yo quería verlo... Este nuevo montaje que estudia Roger Salas en el libro recoge una idea totalmente nueva, con todas las cosas que me habló Pedro Simón sobre Lezama Lima. Lo estudié bien profundo. Es completamente diferente.
Aunque distintas piezas, la historia de Narciso, el joven que quedó enamorado de su propia imagen, se repite. A juicio de la bailarina, se trata de uno de los mitos griegos de mayor vigencia, clave en los tiempos del ego. Pero matiza:
- Su actualidad está en los jóvenes de hoy en día, es una lección para cualquiera de ellos. Esta coreografía es un estudio profundo sobre cómo uno se puede meter tan, tan dentro de sí mismo hasta llegar a desaparecer. Leer el poema o verla es bueno para cualquier joven, porque la cultura es muy nutritiva, tanto como la comida.
Tiene vocación Alonso de maestra de escuela, así concibe la danza desde hace muchos años, como un gesto generoso de transmisión del conocimiento a los que empiezan, por eso cada pregunta, trate el tema que trate, acaba desembocando en la formación de sus bailarines como verdadero motor de su vida, de un día a día que ella define como "muy desequilibrado, porque a veces tengo muchos periodistas y a veces no", bromea. Y, sin embargo, su rutina es inamovible:
- Me despierto temprano, estoy con mis perritos y luego me voy al Ballet y mi marido al Museo de la Danza. Trabajo en la oficina, porque dirijo la compañía en todos los sentidos, aunque tengo personas que me ayudan en cada departamento. Luego me meto con los bailarines, veo cómo están las clases, reviso las ausencias, si están enfermos, qué ejercicios están haciendo que los puedan estar lastimando... Cuando tengo un ballet en mente, entonces ya voy a ensayar. Me meto en los estudios para verlos y decir cómo hay que caminar, qué estilo debe tener ese ballet según qué época, porque nosotros decimos que los ballets tienen que bailarse según un estilo. Si no, uno es una máquina bailando y no un artista. Esa fue una gran crítica que recibimos en la gira del año pasado en Estados Unidos, dijeron que cada ballet lo bailábamos con su estilo y eso es algo que se ha perdido en muchos sitios. Ahora todo es mecánico. ¡Técnica, técnica! Pero si no hay estilo, no hay arte.
Tiene 92 años, no es baladí este trajín del que habla. Y es que, igual que no ha perdido la fuerza ni las ganas, tampoco ha mermado su ilusión por los reconocimientos. Recientemente ha sido condecorada con la Medalla de Oro de Roma y con el Premio Leónide Massine. Y, con todo, no se considera un mito:
- Pero claro que me siguen entusiasmando los premios, son un estímulo más, le sirven tanto a una como cuando te coge alguien la mano y te dice: 'Yo la he admirado toda la vida'. Eso es fabuloso, significa que aún se tiene un público vivo, que no olvida. Pero yo no soy un mito, soy una bailarina, una profesora que ama la danza. Lo que he sabido y lo que sé lo entrego a los bailarines que están conmigo. Hay que transmitir la experiencia de uno a los demás y allanarles la carrera, porque es una profesión muy difícil y para algunos es más dura que para otros. Hay que hacerles su arte más fácil. Eso me da vida en sí.
Antes de zanjar la escueta charla -está cansada, tiene prisa- se le pregunta por los problemas de la danza clásica en España, donde muchos bailarines se han marchado fuera. Por eso y por el general abandono a la Cultura. Sin entrar mucho en detalles políticos, concluye:
- Sé lo que sienten porque yo estoy con ustedes. Aunque vivamos en distintas partes de la tierra el mundo del arte es uno solo y me siento igual de enfadada que todos.