Foto: Javier del Real

Fuego, el montaje de Antonio Gades y Carlos Saura, inspirado en El amor brujo de Falla y estrenado en 1989 en el Châtelet de París, llega por primera vez a España coincidiendo con los diez años de la muerte del bailarín. Stella Arauzo pasa de primera bailarina a directora artística.

La obra con la que Antonio Gades y Carlos Saura cerraban a finales de los ochenta la trilogía flamenca iniciada con Bodas de sangre y Carmen llega este domingo, 6 de julio, al escenario del Teatro de la Zarzuela. Pese a haber girado ya por medio mundo desde hace 25 años, el montaje supone su estreno absoluto en nuestro país y coincide con el aniversario de los diez años de la muerte del bailarín y coreógrafo alicantino. La actual directora artística de la compañía, Stella Arauzo (Madrid, 1964), fue la primera bailarina de aquel estreno en el Châtelet de París. Arauzo empezó con su nueva responsabilidad en 2005 para preparar el homenaje que el teatro madrileño organizó para homenajear a Gades. Un año después recuperó Bodas de Sangre y Suite Flamenca. Ya en 2008 se hizo cargo de Fuenteovejuna para culminar su trayectoria, en 2013, con Rango Suite Flamenca 2. “Fuego -señala a El Cultural-es la continuidad de todos estos años de trabajo y la última creación que nos quedaba de Gades por poner en pie. Siempre han sido retos muy duros y trabajosos pero a la vez muy gratificantes. Otro sueño cumplido”.



Para Arauzo, Fuego sigue con la tradición coral de Carmen y con la energía de grupo, tan esenciales de la trilogía. “Sobre todo en el paso a dos, pero desde el punto de vista flamenco hay más libertad que en Bodas de sangre. La danza tiene mayor protagonismo. Aquí podríamos ver el camino que empieza a dibujarse en Fuenteovejuna. En el uso de fiestas tan populares como la Nochebuena y El Rocío además del guiño a las jotas castellanas del Curita, baile popular de las fechas navideñas. En este trabajo hay una progresión que refleja absolutamente la personalidad de Antonio Gades. Por otra parte, la música de Falla ha sido de una gran inspiración, fundamental para crear la magia que necesita el espectáculo”. Las diferencias con respecto al montaje que idearon Gades y Saura han sido escasas. Arauzo subraya los actores y poco más porque, en su opinión, el espíritu de ambos creadores pervive de manera “fiel y sincera desde la total honestidad”.



Este montaje de Fuego tiene el alma de Antonio Gades. Eso me tranquiliza. Recuerdo que el triunfo en París fue total. Gerardo Vera"

De la misma opinión es otra de las patas de este banco, Gerardo Vera. El director, que firmó entonces Fuego como decorador y responsable del vestuario, bendice incondicionalmente la versión que podrá verse en Madrid hasta el 20 de julio. Su participación se inicia en el personal trabajo como director artístico para la película El amor brujo, de Carlos Saura (en cuyo guión participó también Antonio Gades). La versión teatral de la obra de Falla para el Teatro Châtelet de París reunió de nuevo a un equipo entregado y guiado por la intuición del tándem Gades/Saura.

Alma y espíritu de gades

Gerardo Vera reconoce a El Cultural que lo que ha visto del nuevo montaje que se estrena ahora en España es fiel al espíritu inicial: “Me he sentido transportado a aquella época. Tiene el alma de Antonio Gades y eso me ha tranquilizado mucho. Recuerdo que el triunfo en París fue total. Creo que este revival puede llegar al público de 2014. Gades tenía esa cualidad de los genios que, por un lado, era ancestral y por otro muy moderno. En el Fuego que ahora se estrena están representadas ambas facetas. Con esto no digo que Antonio lo hubiese hecho así ahora. Ni yo mismo hubiese hecho lo que hice pero de lo que se trataba era de ser fiel a la idea original. Es un homenaje, no lo olvidemos”.



El bailarín y coreógrafo Goyo Montero es otro de los creadores del primer montaje en los que se ha apoyado Arauzo.“Nos pareció perfecto contar con él para la reposición”. Eso sí, reconoce no haber recibido ayuda de Carlos Saura, aunque, dice esperanzada, “seguramente más adelante nos haga algún comentario”. Arauzo afronta el estreno con la memoria en carne viva de la primera representación en el Châtelet y de sus inicios con el bailarín fallecido. “Siempre fui fiel a sus directrices”.