Cármen Cortés. Foto: Isabel Muñoz
La coreógrafa y bailarina presenta en el Festival de Almagro y Clásicos en Alcalá su versión danzada de la novela La gitanilla, pieza de aire reivindicativo y ecléctico que oscila entre el flamenco y la escuela bolera.
"Había leído la novela hace años, pero nunca se me pasó por la cabeza hacer algo sobre una obra de Cervantes", reconoce Carmen Cortés. Ahora, junto a José Maya, plantea una puesta en escena que "da un toquecito de atención sobre ciertas injusticias sociales". Explica Cortés a El Cultural que descubrió que "esta obra de sesgo racista tiene algo que ver con la historia familiar del propio Cervantes". La trama gira en torno a una joven gitana, virtuosa y llena de talento, de la que se enamora un caballero; tras una serie de malentendidos, se descubren el origen noble de la protagonista y así pueden celebrar una boda entre iguales. El ofensivo arranque de la novela tiene una eficaz réplica en la obra de Carmen Cortés. "Los gitanos no enseñamos a robar, sino a bailar. Cuando entraron en Castilla, la gente se quedó maravillada por su espontaneidad, su particular aire para hacer las cosas". Todo eso, explica, "aparece en mi obra con las distintas músicas y danzas que fueron encontrando a su paso". Además, añade, "el flamenco entonces no estaba tan definido como ahora, así que damos un paseo por el folclore español y la escuela bolera". Su prioridad es, en cualquier caso, "huir de los tópicos".
La gitanilla cuenta con diseños de Isabel Núñez y plasma, según Cortés, "los trajes típicos del pueblo de la época; sólo nos hemos permitido ciertas licencias en la elección del colorido. Se aprecia que hay dos capas sociales distintas". El coreógrafo Florencio Campo aporta su personal teatralidad y los jóvenes guitarristas Aquilino Jiménez y Jonatan Giménez firman una música con cantes basados en las coplas que el propio Cervantes incluyó en La gitanilla; música que "a partir de un flamenco absoluto se vuelve muy lírica y contemporánea en determinados momentos", añade Carmen Cortés.
Aunque reticente a desvelar más de lo necesario antes del estreno, explica que su versión de La gitanilla nace de los recuerdos que "surgen en un espejo en el que se mira Preciosa, la protagonista", y nos lleva en un viaje hacia atrás en el tiempo. El personaje de Preciosa se desdobla entre una cantaora y una bailarina, "que baila escuela bolera por ser el tipo de danza más cercano a lo que se hacía entonces". Su contrapunto masculino, el personaje de Andrés, lo interpreta Esteban Berlanga, bailarín principal de la Compañía Nacional de Danza. "Esteban es exactamente lo que buscaba, un bailarín distinto a los demás que se ha adaptado muy bien a nuestro trabajo. Es muy expresivo y muy profesional; conoce en profundidad la novela de Cervantes y no hay que explicarle nada", advierte la coreógrafa. Al final "triunfa el amor, sí, pero no sin perder la libertad". El resto lo deja en el aire.
Almagro acogerá también a la coreógrafa canaria Paula Quintana con su particular homenaje a Dulcinea en Amarga Dulce (16 de julio). A partir de El Quijote y con dramaturgia de Carlos Pedrós, la producción cuenta con música de Juan Antonio Simarro y videoescena de Andrés Amorós. Dulcinea recupera el protagonismo como estímulo e inspiración de las hazañas del caballero y símbolo de la fortaleza humana. Tras años de sequía, los bailarines vuelven a Almagro.
@ElnaMatamoros