Nacho Duato. Foto: Javier del Real

El Teatro Real inaugura este viernes la temporada con el Staatsballet de Berlín, dirigido por Nacho Duato. El coreógrafo muestra en dos programas un resumen de su trayectoria y sus últimos acercamientos al ballet clásico.

Tras cuatro años de ausencia, Nacho Duato vuelve a los escenarios españoles. Esta vez con el Staatsballet de Berlín, compañía que dirige desde 2014. Dos programas, que en su conjunto resumen toda su trayectoria creativa, inauguran la temporada del Teatro Real de Madrid, a partir del viernes día 4. Su paso por San Petersburgo dirigiendo el Ballet Mijáilovsky, tras veinte años al frente de la Compañía Nacional de Danza (CND), parecen haberle reconciliado con el ballet clásico hasta el punto de haber incorporado este lenguaje a sus coreografías.



"Me gusta que el público vea que en estos cuatro años que han pasado desde que me fui de aquí, he seguido trabajando", explica a El Cultural riéndose. "No me he dormido en los laureles ni me he perdido; he seguido progresando", añade. "Agradezco a Joan Matabosch, director del Teatro Real, que me haya invitado tan pronto y además con La bella durmiente, que es algo tan diferente a lo que el público está acostumbrado porque ha visto sólo mi trabajo más contemporáneo".



A su llegada al Staatsballet de Berlín, hace apenas un año, puso en escena el montaje que había hecho de La bella durmiente para el Ballet Mikhailovsky. Sorprendente en un coreógrafo "de quien los contemporáneos decían que era muy clásico, y los clásicos que era muy contemporáneo", según cuenta él mismo. De no haber pasado por Rusia, confiesa Duato, "no hubiera hecho este ballet ni loco". Él tenía entonces un rumbo muy definido y de hecho en su último trabajo para la CND -Jardín infinito- ya casi no usaba música, sino palabras. "En esa época", cuenta divertido, "yo decía que ya no podía usar melodías. Pero el director general del Mijáilovsky me lo pidió y tuve que aceptarlo como cuando Bach tenía que hacer cada semana una misa y una cantata".



Tiene gracia que me despidieran aquí porque querían una compañia de clásico y ahora les pueda enseñar que sí se hacerlo"

Fue una pieza que hizo "con muchísimo miedo" y que supuso "el año más duro de mi vida como coreógrafo; no se había hecho allí otra versión de La bella durmiente desde Petipa (el coreógrafo original del ballet, estrenado en 1890) y estaban todos como buitres", recuerda Duato entre risas. El resultado fue lo que él llama "clásico del siglo XXI". No ha modificado la partitura ni el libreto originales, pero sí ha eliminado los intermedios musicales que, en su opinión, no aportaban nada significativo a la dramaturgia y ha cambiado la coreografía. "El gran paso a dos final de los protagonistas es muy clásico pero, por ejemplo, en vez de terminar con un equilibrio, lo hacen abrazados; no están tanto mostrando la técnica, como también las emociones".



-La coreografía es nueva, pero está llena de guiños a Marius Petipa.

- Sí, por supuesto, es inevitable. Hay uno clarísimo cuando la bailarina, en el "adagio de la rosa", hace los promenades y los balances, porque está muy bien que ella se luzca.



-Pero probablemente en la época que se estrenó no había tanta acrobacia...

-¡Segurísimo! Para empezar, el personaje de el Hada de las lilas lo interpretaba su hija... ¡y bailaba con zapatos de tacón!



Aún así, quien esté familiarizado con el trabajo más contemporáneo de Duato reconocerá su sello de siempre en las partes de Carabosse (el Hada maligna) o los bailables del segundo acto. Duato ha buscado ejecuciones más ágiles para acortar la duración total de la obra. "Creo que lo que más he cambiado son los tiempos de este ballet. La interpretación de la orquesta es mucho más actual; los adagios son más rápidos, los allegros son más vivace... Hoy día, estar más de tres horas viendo un ballet es una tortura", afirma. Sin embargo, no ha tenido reparo en mantener unos diseños historicistas de decorados y vestuario, "aunque más ligero", explica.



"Es como cuando ves los desfiles de Galiano inspirados en el barroco, que no tiene que ver... pero lo entiendes. No hay miriñaques, es todo a base de telas para que tengan movimiento. Tampoco hay pelucas, sino moños a la italiana muy elegantes". Todo eso, claro, tiene un coste elevado. "Las pailletes (lentejuelas) están cosidas a mano", cuenta el coreógrafo. Una dificultad añadida en Alemania, donde la mano de obra es mucho más cara que en Rusia. "Me ha costado convencerles de que no es lo mismo coser las perlas una a una que coser una ristra, ni ponerse un collar de perlas con broche, a uno pegado con velcro", sonríe.



-Su estancia en Rusia guarda cierto paralelismo con la del propio Petipa en España en el siglo XIX; él aprendió danza española y se llevó un buen legado que utilizó después en sus coreografías. Una pena que no lo supieran aprovechar entonces...



-¡Desde luego! No sólo cogió cosas de la Escuela Bolera sino de todo el folclore de nuestro país. La diferencia está en que yo aún tengo vínculos con Rusia, y en que humildemente creo que conmigo ha habido un cambio allí; los bailarines han salido a otras compañías del extranjero y desde entonces, en el Mariinsky, por ejemplo, han invitado a coreógrafos como Jirí (Kylián), Jorma Elo o Paul (Lightfoot).



-Llamó la atención que cuando llegó, casi todas las estrellas acabaran yéndose con usted.

-Fue tremendo. Mi primer día de trabajo apareció el bailarín Leonid Sarafanov en la portada del periódico Pravda diciendo que dejaba el Mariinsky porque quería trabajar conmigo; yo creía que me iban a matar.



Representación de La Bella Durmiente en el Teatro Real. Foto: Javier del Real

Reflexiona Duato acerca de su acercamiento al repertorio clásico histórico gracias a su estancia en Rusia. "Haber aprendido tanto y haberme reconciliado con los clásicos, tan tarde, después de haber hecho tanto contemporáneo, estar aprendiendo de ellos día a día después de ser quien yo soy, me ha servido de mucho. Allí se bailaba Giselle, La Bayadera, El Corsario... y ahora me sé todas las variaciones de memoria. Yo creo que los coreógrafos, seas de la disciplina que seas, y en eso me he equivocado, lo he aprendido demasiado tarde, tienen que saber quién es Petipa y quién es Minkus, y cómo es la variación de Aurora en La bella durmiente, y por qué se hizo. Luego haces lo que te da la gana, aunque sea danza-teatro".



El segundo programa que ofrece el Staatsballett de Berlín en Madrid está formado por dos piezas del director -Static Time y White Darkness- y una -And the Sky on That Cloudy Old Day- de Marco Goecke, a quien confiesa admirar "muchísimo" pero que es prácticamente un desconocido para el público español. Duato ha creado recientemente Static Time para los bailarines de Berlín. "Lo que me gusta de esta pieza es que se diferencia de otras mías; es un reto -explica- porque hay momentos en que casi no pasa nada, sólo hay cambios de iluminación". Se trata de un ballet sobre el tiempo: "Casi como el luto por alguien o una despedida; el tiempo se congela para esa persona, pero no para nosotros".



Sus obras se reconocen normalmente por las transiciones fluidas y el movimiento ligado, pero aquí ha buscado, según sus propias palabras, "pararme y buscar la foto fija de una película". Una pieza creada sobre músicas de Mozart, Rachmaninov y Schubert, entreveradas con otras de Pedro Alcalde y Sergio Caballero, que
No se puede pretender hacer esta Bella sin tener tu teatro, tu orquesta, tu presupuesto. Esta producción cuesta un millón de euros"


contrasta con la célebre White Darkness, creada para la CND hace quince años y de la que se muestra satisfecho de ver envejecer. De esta pieza, que coreografió tras el fallecimiento de su hermana a causa de las drogas, dice: "El problema de la droga sigue ahí; y se nota cuando haces las cosas con honestidad y no sujeto a las modas del momento. Así, el vestuario de White Darkness no molesta; y creo que no va a molestar nunca. Pero cuando se intenta imitar a Madonna o a Lady Gaga...", se ríe, y aclara que él siempre ha intentado "no ir a la moda". Como por ejemplo, explica, "cuando Billy (Forsythe) estaba haciendo In the middle somewhat elevated, yo monté Jardí Tancat con unas cortinas que me regaló mi madre y cuatro palos que me encontré en la playa."



Confiesa Duato que en Berlín le presionan para que coreografíe una pieza importante para ellos, ya que hasta ahora sólo había hecho reposiciones de obras antiguas, pero necesita tiempo para conocer la compañía. "Yo les digo que no hago ballets para la crítica, sino para el público, y el público de Berlín todavía no ha visto White Darkness. Además, bailamos en tres teatros, así que tengo tres orquestas y tres equipos técnicos. Hasta que no esté muy habituado y me sienta a gusto, no quiero hacer una producción importante". -¿Está satisfecho de cómo interpreta White Darkness su nuevo elenco?

-Ha sido duro porque aunque tengo buenos bailarines, mi estilo no es fácil. Pero lo bailan bien, lo defienden", añade.



-¿Qué se ha encontrado en Berlín?

-Muchas reglas mucho más estrictas que en San Petersburgo, donde adoran el ballet y los bailarines no tienen horarios. Allí tenía 120 espectáculos al año y había 80 de ópera; en Berlín tengo 80 funciones anuales y hay 150 de ópera. Pero yo me quejo siempre… siento que nos dejan los huecos, lo que no quieren. Estrenan las óperas en las fechas que prefieren y a mí me dejan los días festivos en los que no va a venir nadie al teatro. Eso hay que lucharlo.



-¿Y en cuanto al elenco?

- En San Petersburgo eran todos rusos y aquello parecía un ejército (risas). En Berlín hay gente de todas las nacionalidades, y se agradece. Pero cuando tienes gente más internacional, que habla idiomas, que es más cool... no están tan dedicados. No lo puedes tener todo.



Representación de La Bella Durmiente por el Staatsballet de Berlín. Foto: Javier del Real

No ha cambiado tanto Nacho Duato desde que se fue: "Quizás esté un poco menos arisco con el mundo de la danza aquí en España, pero sigo siendo igual de exigente, con las mismas ganas de trabajar y los mismos miedos. A esto no se aprende; sí tienes más oficio, porque sabes resolver los problemas que se te presenten...pero cada día estás más inseguro y con más miedo a equivocarte". Creyó, dice, "que después de 20 años en España ya me iba a quedar aquí, y de pronto se te abre la posibilidad de irte, pero no a Francia o a EEUU donde ya he estado mil veces… sino a Rusia. Y luego a Alemania. Que se me hayan brindado esas oportunidades a mis casi 60 años es una maravilla. Lo agradezco mucho". Precisamente esos cambios han provocado un volantazo en su lenguaje creativo.



"Tiene gracia -afirma sarcástico- que me despidieran de aquí porque querían una compañía de clásico y ahora les pueda enseñar que sí sé hacerlo". Lo que sí hace falta para llevarlo a cabo, insiste, es presupuesto y un

Me entristece mucho, ahora con Podemos y todos ellos, ver que no haya nada nuevo en cultura"

buen elenco. "Aquí hay dinero, pero falta voluntad en los políticos". Para Duato, "no se puede pretender hacer esta Bella sin tener tu teatro, tu orquesta, tu presupuesto. Esta producción cuesta un millón de euros, cada tutú cuesta más de tres mil euros y el de Aurora cinco mil. Yo, sin tener eso, no podía hacer un ballet clásico... Y sin tener un cuerpo de baile. No he visto unos cuerpos tan perfectos y una técnica tan impecable al salir de la escuela como en Rusia".



Aclara Nacho Duato que no quiere que parezca que viene "con la revancha", pero sí espera que "ahora entiendan por qué entonces dije que no podía hacer clásico. Les deseo toda la suerte del mundo, pero que vean cómo se tiene que hacer". Y se pregunta: "¿No se acaban de gastar no sé cuántos millones de euros en un cuadro para el Museo del Prado?" En cuestiones de presupuesto, reflexiona el coreógrafo, "una compañía así cuesta seis o siete millones de euros al año; se pueden sacar. Y si la gestionas bien", añade, "devuelves tres. Es lo que hacemos en Berlín". Siendo consciente de que la danza"es un lujo prescindible frente a la sanidad o la educación", insiste en su lema de"si lo hacemos, hagámoslo bien".



Pero no ve "voluntad de cambio" en nuestro país. "Me entristece mucho, ahora con Podemos y todos ellos, ver que no haya nada nuevo en cultura, que no haya propuesto algo nuevo ningún partido". Comenta Duato, con cierto humor, que ha sido "extranjero muchos años y esa experiencia es una buena terapia para tu ego, porque nunca andas con la seguridad de un nativo", se ríe. "En Alemania siempre te sientes un poco de segunda clase porque no hablas bien el idioma, vas a decir tu nombre y te preguntan cómo se escribe... Creo que estaría bien que eso lo viviesen más políticos. Convivir con otra gente para saber que eres uno más en el mundo y no ser taaaan patriota".



Por todo el mundo están las coreografías de Duato; en Rusia, tras su etapa en el Mijáilovsky, se enseñan incluso en la Escuela Vaganova y la del Bolshoi. Pero cuando dejó la dirección de la CND, la compañía perdió los derechos sobre todo el repertorio que había coreografiado para ella durante veinte años. En las celebraciones del 35 aniversario de la CND, el otoño pasado, José Carlos Martínez, actual Director de la CND declaró a la prensa que Duato no había querido tener que negociar ningún tipo de contrato con los responsables del Ministerio para que alguna de sus piezas pudiesen formar parte de las galas.



Ahora, sin embargo, el coreógrafo afirma que sí se sentaría a hablar del asunto. "Si quisiesen un trabajo mío me tendría que llamar el Ministerio; tendríamos que ponernos a hablar y ver yo a la compañía. Supongo que estará bien, pero claro ya no son los mismos bailarines, por lo que no sé qué ballets podrían bailar". Aunque sí está al tanto del repertorio actual de la CND: "Sé que hacen cosas de Ohad (Naharin) y de Jirí (Kylián), de modo que sé que pueden bailar mis obras". Y añade, sin cambiar de tono: "Estaría bien normalizar las cosas".



@ElnaMatamoros