Victoria Vera interpretando el papel de Salomé. Foto: C. Lucas Abreu

Una sutil, compleja y seductora Salomé bailará en el escenario del Teatro Fernán Gómez el próximo 3 de marzo. Esta nueva visión del personaje surgido del Nuevo Testamento y recreado por Oscar Wilde se hará carne desde el imaginario de Jaime Chávarri, que toma inercia en el teatro después de haber montado obras de Edward Albee, Borja Ortiz de Gondra y José Martín Recuerda, entre otros, y de haber llevado al Festival de Mérida el musical Quo vadis. El director de películas como El desencanto o Las bicicletas son para el verano ha contado para el papel estelar con Victoria Vera y con Manuel de Blas, Inés Morales y José Carlos Illantes como Herodes, Herodías y Yokanaán, respectivamente. "Hemos respetado el texto teniendo bien presente el contexto social que Wilde vivió de forma muy dolorosa y particular -explica el director-. Estamos ante el conflicto entre la decadencia y el absoluto puritanismo. ¿Puede haber algo más actual?".



La tensión erótica de Salomé, su aislamiento, su impudor, su incapacidad para las medias tintas, el incesto, la mirada sobre el otro y el romanticismo desatado en un ambiente perverso son algunas de las cuestiones que Chávarri ha tenido en cuenta para esta versión, que lleva la personal coreografía de Ricardo Cué, quien destaca la importancia de la música de Richard Strauss por apreciar en ella una riqueza que desemboca directamente en la voluptuosidad: "Asistimos a un crescendo fascinante que encierra toda la opulencia de Salomé, con sus matices y excesos, para culminar en un clímax capaz de envolver el alma en llamas". Según el coreógrafo, el amor y el rechazo inoculan en Salomé la pasión de un capricho imposible: "Herodes le suplica que baile y ella aprovecha para convertir esa danza en la moneda que comprará lo que cree que le pertenece y que no puede ni siquiera tocar. Como toda bailarina, durante su actuación revela su interior. Danza para todos y en el delirio de la coreografía posee a Yokanaán a través del aroma de los velos. Ya en el arrebato toma la decisión que sentenciará su vida".-



Para el director, Salomé es el último personaje femenino del teatro romántico, aunque la obra ya no lo sea. "Siempre ha sido una rara avis, incluso cuando se escribió. Es, además, un juguete maravilloso que nos lleva -puntualiza- a la meditación sobre lo terrible del poder ante un manual de amores imposibles. Es un homenaje a la belleza del lenguaje, de cualquier lenguaje. Yo me enrosco en el dedo de Salomé y voy a dejar que juegue conmigo para que me lleve donde me tenga que llevar... Para eso estoy".



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