Más de dos años ha estado Blanca Li (Granada, 1964) gestando el montaje que presenta desde este sábado, 19 de diciembre, y hasta el 3 de enero en la Sala Verde de los Teatros del Canal. Le bal de Paris es un espectáculo diferente, interactivo, que juega a implicar al público empleando la más moderna tecnología de realidad virtual. “Llevo 10 años viniendo al Canal, prácticamente todos mis espectáculos han pasado por aquí”, explica Blanca Li a El Cultural. “Siempre era como volver a casa y ahora que lo dirijo es aún más emocionante porque es un encuentro con mi ciudad”, añade. Este será su primer estreno propio desde que es su directora artística. “En el fondo —explica— cuando presento un espectáculo soy Blanca Li la artista, no mezclo las dos cosas”.
Montar Le bal de Paris ha sido todo un reto, no sólo por los condicionantes provocados por la pandemia —inimaginables cuando se fraguaba el proyecto— sino además porque la obra juega con la tecnología más puntera de realidad virtual. “Es un espectáculo interactivo donde todo ocurre en un mundo virtual y los verdaderos bailarines se encuentran con la gente”. Para ello, dice ilusionada, el público estará equipado “con unos cascos de realidad virtual, un ordenador en la espalda y captores en las piernas y en las manos. Eso hace que puedan verse todos dentro del mundo de realidad virtual; el público se puede mover, bailar, encontrar con los bailarines... y sus movimientos se reproducen en tiempo real. Es bastante complicado, pero lo hemos conseguido”, cuenta riéndose. Se trata de un espectáculo narrativo “que hasta tiene una historia de amor”, añade.
"Con la tecnología estás siempre en tensión pero te da la posibilidad de hacer algo que no se había hecho antes. Me entusiasma y aterroriza". Blanca Li
Para la dirección musical y la creación visual se ha rodeado de sus colaboradores habituales: Tao Gutiérrez y Vincent Chazal, respectivamente. “Este montaje lo he tratado igual que un espectáculo ‘normal’, aunque en lugar de ocurrir en el mundo real, ocurra en uno virtual”, indica. Chanel firma el vestuario. “Quería que fuera muy elegante —reconoce— y que todo el público se sintiera superguapo, porque es como una fiesta”. Su intención fue colaborar “con un creador de moda ‘de verdad’ que me hiciera unos vestidos divinos. Cuando hablé con Chanel les encantó la idea y ha quedado muy bonito”, cuenta. La parte más complicada, la tecnológica, quedó en manos del parisino Backlight Studio. “Es el primer espectáculo del mundo que se hace con esta tecnología tan innovadora”, agrega Li con satisfacción.
Dice la artista que su inspiración es la vida. “No me cuesta crear porque es una necesidad para mí. Los proyectos toman un cierto tiempo, van madurando y llega un día en el que tienen que salir... y yo los dejo, pero a veces tardo años en poderlos llevar a cabo”, sentencia. Le bal de Paris surge de su primer encuentro con la realidad virtual en 2015, mientras trabajaba en Blanca Li 360, una película en 360º. “En ese momento supe que tenía que seguir esa aventura, pero la tecnología no estaba todavía muy desarrollada y lo que yo quería hacer no era posible entonces”, recuerda. “Fui madurando la idea y en el momento que la escribí empecé a buscar la manera de poderla llevar a cabo económicamente porque es una tecnología muy cara, y buscar las personas competentes que pudieran hacer esta creación conmigo. Cuando expliqué al equipo de Backlight lo que tenía en la cabeza, me dijeron: ‘Lo que nos estás contando no se ha hecho nunca; es por el momento imposible, pero nos apetece hacerlo y nos vamos a lanzar a la aventura contigo para encontrar la manera’. Llevamos dos años y medio haciendo pruebas, desarrollando la tecnología, inventando, creando el contenido... ¡y ahora estamos más o menos listos para estrenar!”, resume la coreógrafa.
Toda una fiesta visual
El estreno será ligeramente distinto a lo que Li había soñado: “Hemos tenido que adaptarlo a la situación actual porque la idea era que la gente llegara a una fiesta real donde todo el mundo se podía tocar, bailar, beber... pero la parte visual es preciosa y estará entera. Será una maravilla”. Ha tenido que anular las funciones previstas en París y confía en poder retomar la versión absoluta cuando la crisis sanitaria termine. Se trata de un espectáculo predestinado a viajar, a la vista del deslumbrante equipo internacional de coproductores y patrocinadores: además de los Teatros del Canal y Backlight Studio, cuenta con Chaillot - Théâtre national de la Danse, y con el apoyo del Centre national du cinéma et de l’image CNC (Francia), HTC Vive Arts (Taiwán), Film Fund Luxembourg, Epic MegaGrants (EE. UU.), Programa Europa creativa de la Unión Europea, la Ciudad de París, Medienboard Berlin Brandenburg (Alemania) y DICREáM (Francia), además del citado Chanel como partenaire exclusivo. “Para mí ha sido tan difícil montar el espectáculo como encontrar la financiación necesaria”, confiesa Li.
“Es una tecnología carísima porque cada elemento viene de un fabricante distinto. No hay mucha elección porque es algo muy nuevo. Este espectáculo cuesta casi como un largometraje y tenía que encontrar a quienes lo entendieran y se interesaran por ello”. Por eso Li ha recurrido también a patrocinadores alejados de su círculo habitual de producción.
Además, hay un riesgo constante con la tecnología: “Estás siempre en tensión, arreglando, corrigiendo... es como cuando tu teléfono de pronto no funciona o no te llega el wifi. ¡Pero hay que asumirlo!”. Las tecnologías, dice, “te dan la posibilidad de hacer algo que no se había hecho antes, y eso me entusiasma. El riesgo, saber que estoy haciendo algo que no tengo ni idea de cómo va a salir, es una sensación casi de terror”. No cree, sin embargo, que la realidad virtual sea el único futuro de la danza: “Este es sólo un camino más que puede tomar el espectáculo en vivo. No hay nada más bonito que ver un cuerpo moviéndose delante de ti. Pero una cosa no quita la otra”.