Para celebrar la Presidencia eslovena del Consejo de la Unión Europea, el Centro Cultural Conde Duque de Madrid recibe al Ballet del Teatro Nacional de Ljubljana con un programa que su flamante director, Renato Zanella (Verona, 1961), ha confeccionado especialmente. Wind, que podrá verse entre los días 11 y 13, se convierte en un perfecto escaparate de la calidad coreográfica que ha mostrado a lo largo de su ya extensa carrera, referente en la creación europea actual.

Formado entre Italia y Francia, Zanella desarrolló su carrera como bailarín y sus primeros años como coreógrafo en el Ballet de Stuttgart, donde fue nombrado Coreógrafo Residente por Marcia Haydee. Ha sido director del Ballet Estatal de Viena, el Ballet de Bucarest, la Fondazione Arena di Verona, el Ballet Nacional de Grecia y, desde el pasado enero, de la compañía eslovena con la que nos visita estos días en Los Veranos de la Villa. “Este festival, que se celebra en un patio maravilloso incluso en estos tiempos difíciles, se convierte en un abrazo arquitectónico”, explica entusiasmado a El Cultural. Las dos obras de la velada –Concierto para piano no. 5 y Strauss’ dream– ofrecen un perfecto mosaico musical en el que el coreógrafo se inspira: Beethoven, Mahler y Johan Strauss hijo.

Zanella, a quien le gusta bucear en las partituras y sentir que llega a “dialogar con los compositores”, explica que cada uno de los tres músicos fueron testigos de “enormes cambios que tuvieron que ver con la sociedad europea de su época”. Beethoven, nos recuerda el coreógrafo, “dedicó este concierto a Napoleón, que al principio buscaba una forma pacífica de unificar Europa… pero al final se convirtió en un dictador. Aún así, después del Congreso de Viena y su propia derrota, los europeos, por primera vez después de muchísimos años, tuvieron una cierta unidad; con divisiones, claro, pero consiguieron una cierta estabilidad”. Por otra parte, Strauss hijo fue súbdito del poderoso Imperio Austrohúngaro que, como Zanella señala, “conectaba con el este de Europa”, y por último, el coreógrafo define a Mahler como “el compositor que fue testigo de los enormes cambios que sucedieron entre los siglos XIX y XX, que significaron el final del viejo mundo y los comienzos de una nueva era”. De hecho, Zanella inicia su Strauss’ dream con el larghetto de su Sinfonía no. 5, que, añade, “está dedicado a la esperanza, es una puerta hacia la luz que hay al final del túnel”.

La unidad y su vínculo con la cultura

Zanella deseaba terminar el espectáculo “con un mensaje directo al publico internacional que se reúna en Madrid para transmitir la importancia de la unidad y la amistad en nuestra sociedad y en su vínculo con la cultura”. Admirador de la cultura española –país que ha visitado más de una docena de ocasiones mostrando su trabajo por distintas ciudades– es, además, uno de los mayores abanderados del proyecto europeo. “Soy un europeo absolutamente convencido. No sólo políticamente, sino también genéticamente. Fue increíble comprobar que mi ADN es veneciano, portugués, francés, alemán, del este de Europa… así que mis ancestros fueron gente que viajaba e intercambiaban sus vidas entre ellos, y así ha sido siempre. Y luego, por supuesto, han llegado cambios que nos han unido todavía más. Compartimos la misma moneda, nos une el espacio Schengen y ya no hay fronteras. Para alguien como yo, que ya tengo una edad respetable y cuando viajaba tenía que enseñar el pasaporte constantemente, el poder sentirme tan libre por Europa… ¡es maravilloso!”, explica entusiasmado.

“La gente no se da cuenta de lo importante que es simplemente sentirnos un gran continente unido, una gran familia cuyos miembros están todos interrelacionados entre sí. Cualquiera que se haga un análisis de ADN se da cuenta de que estamos todos mezclados. Cuánto ha aportado España, por ejemplo, a Europa”. El coreógrafo transmite con vehemencia “un mensaje de unidad manteniendo cierto individualismo intelectual. Y cuanto más fuertes sean nuestras diferencias individuales, mayor será nuestra unidad. Eso es lo que la cultura desea”.

Un momento de 'Wind'. © Luca Vanusso

Sus coreografías rezuman estas ideas sociales y culturales que él mismo defiende: para su Concierto No. 5, se inspiró “en el impulso de la disciplina, en la necesidad de estar preparado, organizado casi como un ejército”, y enfatiza así la relevancia de la educación para conformar un grupo compacto: “Cuantos más seamos en nuestra sociedad, más necesario será tener cierto orden para poder vivir pacíficamente”. En la segunda parte, el coreógrafo hace referencia “a esa alegría que es tan necesaria para vivir; a disfrutar y tener una sonrisa en la cara, a formar parte del concepto colectivo de sociedad”. Cuando Zanella creó Strauss’ dream, se inspiró en la tradición europea del 'Baile de la ópera' o 'Baile de debutantes’. “Esos bailes, como los conciertos de año nuevo y esas cosas –explica– eran una forma de reunir a la sociedad europea. Tanto en Bucarest como en París, Sofía o San Petersburgo, había esa misma tradición que, con mayor o menor éxito, terminó con la Primera Guerra Mundial. Hemos tardado casi un siglo en volver a entender lo que teníamos e intentar recuperarlo”.

En competencia con internet

La compañía, al actuar en Madrid en un recinto al aire libre, ha prescindido de los decorados habituales de las obras que presentan, por lo que Zanella se apoya únicamente en la iluminación, propiciando así una simplicidad escénica muy poderosa. Defensor a ultranza de los espectáculos en vivo, el coreógrafo acepta la competencia extrema del artista frente a la oferta digital: “Creo que los teatros son muy importantes y permanecen en activo porque reúnen a la sociedad en un mismo lugar y concentrados en algo –puede ser música, teatro, danza, lo que sea– durante dos horas. Eso era algo muy formativo para la sociedad. Hoy estamos en constante competencia con los móviles, con internet… Es importante ser capaces de apagar el móvil durante dos horas y es algo muy difícil en el mundo de hoy. Tenemos que lograr romper el hábito de saltar a otra cosa cuando algo no nos gusta. Enseguida cambiamos el canal que estamos viendo, o paramos la película después de 15 minutos para ver algo de TikTok durante unos pocos segundos, y luego vas a Instagram… estamos en una sociedad que nos distrae constantemente y tenemos que lograr concentrarnos. ¡Eso es casi más importante que el espectáculo en sí mismo!”.

Celebra Zanella que hoy podamos “volar y bailar una noche en Viena y dos noches después en Nueva York”. La globalización, dice “sólo puede ser buena para las artes y a nuestra propia comunidad artística le ha dado la oportunidad de apreciar más una actuación en vivo, y es lo más importante”. Cita los teatros construidos en los extremos de Europa durante la antigüedad como metáfora de que “la globalización empezó hace mucho tiempo y siempre benefició a las artes”, pero sí reconoce el peligro de una “falsa globalización que nos está haciendo desenterrar nacionalismos y ciertas tradiciones manipuladas”. Apoya los festivales de artes escénicas que vertebran Europa y celebra poder acercar “la montaña a la gente” con su participación en ellos. 

Inmerso en su próxima creación –una versión de Romeo y Julieta que se apoya en la partitura de Prokofiev pero acerca la historia original a los jóvenes de hoy– ha recibido recientemente el Premio Acqui Danza con el que Italia celebra su trayectoria y relevancia internacional; actualmente, Zanella también es director de la temporada inDanza.21 del Centro Servizi Culturali Santa Chiara de las Provincias Autónomas de Trento y Bolzano, del Choreo Center Europe y de la Academia de Música de St Pölten en Austria. “Necesitamos nuevas generaciones de bailarines que no sólo sean capaces de ejecutar los pasos de danza, porque hoy necesitan saber de negocios, de organización… yo tuve que aprenderlo por mí mismo y ahora es el momento de pasarlo a los demás”.

Zanella advierte de que sus bailarines están “muy preparados y hambrientos por encontrarse con el público” después de la incertidumbre de la pandemia. “A ver, no nos estaban bombardeando, no estábamos en guerra… pero el mundo entero se había parado, y por eso he titulado a este espectáculo Wind. Tiene que ver con el aire, con la respiración. Cuando el viento se para, el barco se detiene”.

@ElnaMatamoros