La coreógrafa y bailaora Carmen Cortés (Barcelona, 1958) presenta hasta el día 16 su montaje más reciente en los Teatros del Canal de Madrid. De la mano de Lorca y sucumbiendo de lleno a la magia de la Edad de Plata, ¡Gira corazón! Bailando con Lorca en la Edad de Plata Cortés vuelve a ahondar en el universo más personal del poeta granadino y construye una obra en la que conviven, jugando con el tiempo y el espacio, Carmen Amaya, Encarnación López ‘la Argentinita’, Sánchez Mejías, Carlos Morla, Edgar Neville… a través de las poderosas palabras del propio Federico. El montaje cuenta con dramaturgia de José Ramón Fernández y la coreógrafa, música de Gerardo Núñez, Mariano Díaz, Zigalet y Enrique Morente, y vestuario de Tony Benítez e Isabel Núñez.
El conocido verso de Lorca –escondido en su poema 'Veleta', de 1920– que da título a la obra de Carmen Cortés, anuncia un montaje emotivo y valiente que la coreógrafa presenta con la profesionalidad que la caracteriza. Cortés busca a Lorca a través de un juego de espejos que, apunta, “pueda ser compartido por ojos y oídos muy diferentes, que pueda completarse en la mirada de todos”.
No es la primera vez que Carmen Cortés se inspira en la literatura para concebir sus obras; recientemente fueron los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz, y anteriormente La Gitanilla de Cervantes o La Celestina... pero Lorca reaparece periódicamente en su trabajo, quizás porque ambos conjugan en su arte lo popular y los lenguajes nuevos; lo que ella misma define en él como “el Lorca imposible”, aludiendo a su llamado “teatro imposible” y buscando ciertos aspectos contrastantes en la obra del poeta: la alegría de su risa frente al cariz dramático de su obra.
La bailaora, con un fuerte arraigo en el flamenco más tradicional, fundó su compañía en 1983 y desde entonces juega con elegancia entre sus orígenes raciales y la vanguardia que emplea en escena. En ¡Gira, corazón! la coreógrafa incorpora audiovisuales de Emilio Valenzuela, iluminación de Ion Anival y diseño sonoro de Carlos González.
“Si Federico no es uno, tampoco lo será el baile”, avisa la coreógrafa refiriéndose a este montaje, en el que parte de una transformada reunión en el domicilio de Carlos Morla donde Lorca, recién llegado de Nueva York y La Habana, leería las cuartillas de El público que acababa de escribir durante su viaje. A Lorca, nos recuerda la coreógrafa, “le gustaba ser amigo de sus amigos y compartir con ellos todo lo que iba escribiendo, incluso si era solamente un esbozo. Pero ellos se quedan perplejos porque se dan cuenta de que va a ser muy difícil poder representar esa obra”.
A lo largo de una sucesión de diez escenas, Carmen Cortés nos presenta un encuentro fantasioso en el que el cuadro flamenco de ‘la Argentinita’ baila por alegrías, los sueños de Sánchez Mejías se manifiestan en un baile de capotes y Lorca asiste –unas veces como un fantasma, otras veces leyendo sus textos, aunque siempre guiado por el destino trágico de su muerte– a un final escoltado por su ‘Nana de Sevilla’, que él mismo acompaña al piano.
Dice la coreógrafa que con este montaje, en el que reconoceremos el ‘Romance de la monja gitana’ o escenas de El maleficio de la mariposa, han querido dejar constancia de “todos esos hombres tan diferentes que Federico García Lorca dejó reflejados en sus palabras” pero también, insiste, “quienes le acompañaban en sus juegos”. Se nota que la bailaora está muy satisfecha de haber podido reunir un elenco de valía para esta obra. Estará acompañada por un cuerpo de baile muy joven que se enfrenta al reto de representar a personajes tan emblemáticos como los que aquí aparecen, de músicos que alternan el jazz con el flamenco o artistas como Daniel Navarro, que interpreta a Ignacio Sánchez Mejías.
Es notable la influencia de Mario Maya en el baile de Carmen Cortés, pero ella mantiene el baile cercano a sus raíces y presume de un braceo extremadamente expresivo, un zapateado nervioso y un valiente uso del silencio que deja espacio para que la inspiración de su baile -en este caso, Lorca- llegue hasta el público.