Cuando la paz parecía ser la norma siempre llega la guerra… esto, que no es una cita de alguien ilustre, podría ser escrito en cualquier momento de la historia, incluso hoy. Tal pareciera que los humanos buscamos el conflicto para amar la paz. Justamente de ello nos “habla” Pharsalia, un espectáculo de danza contemporánea que este lluvioso fin de semana sube al escenario de los Teatros del Canal en Madrid.
El brillante coreógrafo cordobés Antonio Ruz, con la colaboración dramatúrgica de Rosabel Huguet, vuelve a sorprender al mundo de la danza con una fresca interpretación del homónimo poema de Lucano que aborda el tema de la guerra civil entre Julio César y Pompeyo Magno. Usando recursos tan sencillos como ingeniosos, Ruz nos encierra en una cápsula atemporal para mostrarnos el antes, el durante y el después de un conflicto bélico. Todo ello con la exploración constante de los límites que el cuerpo nos impone para evitar su destrucción.
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En una cortísima hora y media, los excelentes bailarines transitan por la amalgama de sentimientos que genera la guerra: el horror, el desconcierto, la disciplina, el desasosiego y el etcétera que sólo quienes lo hayan vivido pueden contarlo. Con frases coreográficas memorables y una plasticidad de lujo, esta Pharsalia danzada apunta a lo alto de la creación artística.
Por otra parte, el uso oportuno de la música, un vestuario contundente y la modelación continua de cuerpos rotundos y flexibles hacen que la propuesta de Antonio Ruz destile un mensaje transparente de paz en tiempos de guerra. Su lenguaje singular nos acerca a la historia, mil veces contada, mil veces llorada, de una contienda en algún lugar del tiempo, en algún momento del espacio.
Por mostrar una rebuscada e imperceptible debilidad, quizá recomendar un refuerzo en la sincronía de algunos momentos corales. Mas, el fulgor casi permanente de la interpretación me avergüenza este sencillo señalar.
Y para el final, por si no era suficiente tanta creatividad, un canto de esperanza en forma de bandera sin color, transparente. Un alegato sin parangón de la humanidad sin fronteras, el sueño que parece nunca llegar.