Vuelven Les Ballets de Monte-Carlo con las creaciones de Jean-Christophe Maillot (Tours, 1960), su director desde 1993. Los Teatros del Canal acogen del 5 al 8 de enero su ballet Coppél-i.A., una versión de la pieza romántica de Léo Delibes estrenada en París en 1870. Respetuoso con la partitura original pero utilizando una revisión propuesta por Bertrand Maillot, el coreógrafo se aparta de la visión decimonónica de la obra, en la que el protagonista se enamora de una muñeca –de “ojos de esmalte”, según el título original– con la consiguiente decepción de su prometida.
Maillot reflexiona sobre los retos del siglo XXI y sustituye el juguete mecánico que se inmiscuye en la relación de los protagonistas por una criatura de inteligencia artificial, con cuyas siglas en francés (I.A.) juega el título de su ballet. “En Coppél-i.A. –explica– la inteligencia artificial es utilizada como un revelador de nuestras emociones”. Los personajes, dice, “aprenden una verdad, agradable o destructiva… pero quien más cosas descubre es Coppélia”.
Un mundo de humanos
Así justifica la diferencia entre el juguete mecánico, sin alma, protagonista del ballet original y el personaje pleno que lidera su obra: “Ella se mezcla con la sociedad, descubre el mundo de los humanos y llega a sentir las premisas de una forma de amor”, afirma. El hombre de Uarena de E.T.A. Hoffmann –novela de donde parte el ballet original–, La obsolescencia del hombre de Günther Anders o La Eva futura de Villiers de l’Isle-Adam son algunas de las lecturas que le inspiraron esta revisión de un ballet que hizo historia. Estrenada en 2019, cuenta con vestuario y escenografía de A. Moreni, y la colaboración de Sry en la iluminación y G. S. Thetaquet para la dramaturgia.
Romeo y Julieta, en Sevilla
Poco después, del 11 al 14, podrá verse en el Teatro de la Maestranza uno de los ballets que encumbraron a Maillot. Su Romeo y Julieta (1996), además de su confirmación internacional como creador, supuso la explosión mediática de su musa, la bailarina Bernice Coppieters, hoy su mano derecha en la compañía. En esta obra Maillot se acercaba al vocabulario académico más literal y empezó a jugar con una dramaturgia respetuosa hacia el original de Shakespeare mientras incorporaba ciertos guiños gestuales con los que el espectador de hoy puede sentirse identificado. Su idea era lograr cierta frescura cinematográfica inspirada en la película de Franco Zeffirelli, pero con este ballet encontró su sello como coreógrafo.
[La desbocada fantasía de E.T.A. Hoffmann]
“Creo que con Romeo y Julieta puse la primera piedra de la que sería más adelante la identidad de la compañía: una visión contemporánea de obras que todo el mundo conoce. Me gusta decir que Romeo está enamorado, pero que Julieta es el amor”, explica el coreógrafo. Una escenografía de Ernest Pignon-Ernest iluminada por Dominique Drillot y unos eficacísimos figurines de su habitual colaborador Jérôme Kaplan dan forma a un espectáculo efectivo y redondo que se apoya sin timideces en la partitura de Prokofiev –interpretada en vivo por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla dirigida por Igor Dronov– y forma parte hoy del repertorio de numerosas compañías en todo el mundo.