Música

Promúsica

Equilibrio y tradición

7 noviembre, 1999 01:00

ProMúsica es, junto a la otra gran asociación filarmónica madrileña, la decana Ibermúsica, quien aglutina en la capital las más selectas agrupaciones sinfónicas. Esta semana comienza su quinta temporada, que lleva como denominación "La Música de la Humanidad". En ella, esta sociedad de conciertos logra alcanzar ya, pese a su juventud, una importante estabilidad en sus planteamientos y aspiraciones.

En su quinto año, el ciclo El Mundo Sinfónico que organiza ProMúsica propone un lema tan genérico como grandilocuente: "La Música de la Humanidad". Toda música es patrimonio de la humanidad y toda música es, por raíz y definición, humana. Aunque es indudable que algunas de las obras que se incluyen en la serie, por su talante, finalidad, estructura y, si se quiere, mensaje, pueden encajar de manera más directa en ese enunciado.

Lejos de las grandes novedades, se propone una programación variada, tirando a tradicional, con bastante Beethoven, por ejemplo, lo que nunca es malo, por supuesto, con importantes agrupaciones sinfónicas y alguna batuta de reconocido mérito. La selección de obras parece razonablemente equilibrada y será muy del agrado del abonado medio; se echa de menos, no obstante, esa dimensión imaginativa o ese factor de riesgo personalizado en el amor a lo nuevo, a lo distinto, que han fundamentado parte de las anteriores propuestas de la entidad y que, en lo camerístico, brilló a extraordinaria altura en el ciclo "De la tierra a las estrellas" el curso pasado (aunque por sus características éste no deba ser objeto de comparación). Desde este punto de vista la serie que hoy comienza se revela un tanto gris y genérica, lo que no está reñido con la existencia de propuestas de calidad y con el disfrute estético nacido de la escucha de algunas obras maestras de la historia de la música servidas por conjuntos y directores de innegable solvencia.

Michel Plasson y su Nacional de Toulouse abren la puerta del ciclo con una obra que tienen muy ahormada, "La condenación de Fausto" de Berlioz, en la que interviene la competente Sociedad Coral de Bilbao que tan diestramente dirige Gorka Sierra. La batuta, infirme pero sugerente del director francés, que ya interpretara hace años esta composición en Madrid con los conjuntos de la RTVE, ha de llegar a la entraña de la robusta música berliozana.

Un maestro veterano

Plasson es un maestro veterano, que puede contagiar, más allá de sus gestos poco claros, entusiasmo y vida a orquesta, coro y solistas. éstos serán cantados, en los respectivos papeles de Fausto, Margarita, Mefistófeles y Brander, por el neozelandés Keith Lewis -conocido en esta plaza y habitual servidor de estos pentagramas, bien que su voz, fluida y meliflua, con abundante uso del falsete, no sea la más robusta que piden aquéllos- y por tres jóvenes valores franceses a descubrir: Hélène Perraguin, Laurent Naouri y Nicolas Testé.

La Filarmónica de Londres, con el omnipresente Kurt Masur, que aparece tanto aquí como en Nueva York o Leipzig y que actúa igualmente -lo señalábamos hace unas semanas- para Ibermúsica, ofrece un inesperado programa ruso, con "La isla de los muertos" de Rachmaninov, el "Concierto para piano nº 3" de Prokofiev (en los hábiles dedos del galo Michel Béroff, un pianista que desgraciadamente se prodiga poco por estos pagos) y "Cuadros de una exposición" de Musorgski, pero no en la tradicional orquestación de Ravel o en las menos conocidas de Funtek, Leonardi o Ashkenazi, sino en la del ruso Sergei Gorchakov (1955).

La English Chamber, a las órdenes del eficaz y algo plano Jeffrey Tate, tocará un bello y bien hilado programa: "Idilio de Sigfrido" de Wagner, "Sinfonía nº 8" de Beethoven y "Sinfonía nº 2" de Schumann, mientras que la de la Radio de Stuttgart, gobernada por el chelista-director Heinrich Schiff, aún algo verde para este último cometido, recreará el "Sueño de una noche de verano" de Mendelssohn y la "Primera" de Mahler, precedida del movimiento "Blumine", con el que la obra contaba en un principio y que otorga un interés añadido al concierto.
Es especialmente interesante, al cierre de la temporada (28 de mayo del 2000), la presencia de la Filarmónica de Radio Francia, no por el programa, más que oído ("Séptima" de Beethoven y "Segunda" de Brahms), sino por lo que pueda hacer con él, con el soporte de la citada discreta formación, el coreano Myun-Whun Chung, varios años en la Bastille de París y ahora al frente de la Academia de Santa Cecilia de Roma, que ofreció el pasado curso un magnífico concierto al frente de la Radio de Suecia, con unas espectaculares "Danzas sinfónicas" de Rachmaninov, una partitura habitualmente plúmbea que pareció otra en sus manos. Firme de concepto, seguro de gesto, suave de maneras, es un director a seguir y que ya causó excelente impresión en su primera y ya lejana visita a Madrid con la Nacional en febrero de 1982 cuando todavía era un pipiolo que parecía crecer a la sombra de su hermana, la violinista Kyung-Wha Chung. Sus versiones del "Concierto en re" para orquesta de cuerda de Stravinski y de la "Escocesa" de Mendelssohn revelaron un temperamento y una claridad de concepto a tener en cuenta. La Orquesta del Festival de Budapest e Ivan Fischer sitúan en atriles una prometedora "Sexta" de Mahler, una obra que encaja bien con la agreste sonoridad de la formación magyar y con el estilo claro, preciso y de una controlada pasión de su maestro titular.últimamente esta agrupación y su director han realizado espléndidas grabaciones discográficas para Philips de música de su tierra (Bartók, Kodály).

Inusuales propuestas

Parece haber mimbres para que los rompedores pentagramas mahlerianos sean reproducidos con suficiente propiedad. Se presentan la Sinfónica de Munich y el ignoto Kazufumi Yamashita, con la novedad por los suelos: "Leonora III" del sordo de Bonn, "Concierto nº 2" de Rachmaninov (con el divo Pogorelich al teclado, lo que refuerza el interés por saber cómo será de insólita la propuesta del artista yugoslavo) y "Sinfonía nº 1" de Brahms.

La Orquesta de Cámara de Europa incide en el repertorio, ya que toca las Sinfonías "Tercera" y "Cuarta" de este último músico, dos obras que parecen ajenas al repertorio usual del zurdo finlandés Paavo Berglund, un especialista en músicas nórdicas cuyas credenciales en pentagramas del hamburgués no nos son conocidas.
Mucho voltaje promete la actuación del pianista-director ruso Mijail Pletnev con su Nacional de Rusia, a la que tiene perfectamente engrasada. Tocarán un programa realmente estimulante: "Concierto para piano" (con Nikolai Lugansky) y la vigorosa "Sinfonía nº 3, Poema divino" de Scriabin, un compositor en muchos aspectos por descubrir.

Hay que celebrar la nueva presencia de la pianista Rosa Torres Pardo en una sesión schubertiana que incluye el "Quinteto La trucha" y el "Octeto para cuerdas y vientos" de Schubert. Sus compañeros son nada menos que miembros de la Filarmónica de Viena. Será una ocasión más, tras escucharla en Ibermúsica con las "Goyescas" de Granados, para calibrar su versatilidad.