Música

Herbert Wernicke, director de escena

“Es un montaje caótico pero lógico”

20 febrero, 2000 01:00

Es, indiscutiblemente, uno de los grandes nombres de la dirección operística de hoy. Sus montajes combinan una poderosa fuerza visual con un profundo sentido dramático.

Con esta producción de Don Quijote, Herbert Wernicke firma su primer montaje específicamente creado para un escenario español. Anteriormente había presentado, en el Teatro Nacional de Cataluña, uno de sus mayores éxitos (La Calisto de Cavalli, protagonizada por María Bayo) y una controvertida versión de Alcina de Haendel -acusación de la que se defiende afirmando que lo único que hizo fue cambiar el orden de algunas arias y eliminar otras, algo que ya los propios compositores del XVIII acostumbraban a realizar-. El año próximo traerá al Liceo su Julio César, también de Haendel, procedente de Basilea. Tres títulos barrocos, lo cual no es nada extraño en un espíritu como el del artista alemán, una mente teatral absoluta, responsable no sólo de la dirección escénica, sino también de los decorados, el vestuario y la iluminación ("el mío es un trabajo global, y no se pueden separar los diferentes aspectos, así es siempre mi manera de trabajar").

Sobre su visión de Don Quijote, puntualiza de inmediato: "Yo no he creado el personaje. éste ha sido inventado, fundamentalmente, por la música de Halffter, y él no ha querido presentar simplemente el mito en la escena sino hacer una reflexión sobre ese mito, desde la época de Cervantes hasta nuestros días".

La ópera de Halffter saca a escena al propio Cervantes y a sus personajes, algunos de ellos antes de haber sido creados por la pluma del escritor. "Es muy interesante, en este sentido -prosigue Wernicke- presentar al autor en conflicto con sus propios personajes. Al final de la obra hay dos muertes, la de Cervantes y la de Don Quijote; muere la idea y el hombre que la ha creado, y la pregunta es qué es más eterno de los dos, el hombre o la idea. Esto permite establecer un juego muy teatral".

Wernicke se sintió interesado por este proyecto casi desde el inicio del mismo. "Fue hace casi cuatro años, cuando apenas estaba comenzada la ópera. Había sólo un manuscrito, un esbozo, cuando Halffter me llamó y tuvimos nuestras primeras conversaciones. Yo conocía ya su música, y el proyecto me apasionó de inmediato".

Para Wernicke, a quien le gusta mucho profundizar en el trasfondo de las obras que dirige, "en Don Quijote, Cervantes se identificó a sí mismo muy claramente con la figura del caballero, pero también con la de Sancho. Cervantes es la mezcla de ambos, y en ellos introdujo claros elementos autobiográficos. Don Quijote representa la utopía y la locura, es un revolucionario, pero hay otro aspecto muy importante que es la realidad, y que está encarnada en Sancho. En esa mezcla de utopía y la realidad, de Don Quijote y Sancho, estaría Cervantes".

Necesidad de locura
"Pero la obra de Halffter no se basa tanto en el personaje de Cervantes sino en la necesidad que hay en nuestra sociedad de una utopía, de una cierta ‘locura’ -recalca el término en un perfecto castellano-, y en el conflicto que existe en nuestra sociedad, precisamente, ante esa idea de la utopía y el idealismo. Pero sin la locura, como le digo, no se puede vivir. Una sociedad tan anquilosada como la nuestra, que sólo ve la televisión y ha perdido el placer de la lectura, tiene que recuperar la necesidad de la ilusión, de las ideas, de la utopía, y volver a tener fantasía. La fantasía es muy importante".

El director alemán califica su montaje -también en español- de "caótico, un poco loco, pero lógico". No quiere desvelar mucho del mismo, y sólo se sabe que en él tienen una intensa presencia los libros, resaltando el origen literario de la composición pero yendo aún más lejos. "El libro es un elemento considerado tradicionalmente como la causa de la locura. Por eso los libros fueron destruidos en la época de la Inquisición y en el Tercer Reich, ya que se les consideraba el origen de todos los males de la sociedad".

A Wernicke le gusta trabajar en grandes espacios. él es uno de los hombres de teatro que mejor han sabido desenvolverse en las gigantescas dimensiones de un escenario tan desproporcionadamente inmenso como el del Grosses Festspielhaus de Salzburgo, donde se han estrellado nombres del prestigio de Ronconi, Strehler o Pasqual. Wernicke, sin embargo, parece haberse sentido especialmente motivado por él, en títulos de la monumentalidad de Boris Godunov o El caballero de la rosa del conceptualismo de Fidelio. "Me gusta trabajar también en teatros pequeños. Pero es cierto que, en los últimos tiempos, he trabajado fundamentalmente en grandes espacios. Cuando se monta una obra como el Anillo de Wagner se necesita un gran teatro. Y la ópera de Halffter requiere también un gran espacio con una gran resonancia, empezando por el punto de vista acústico, porque la orquesta cuenta con 120 instrumentistas".

Wernicke es un gran apasionado, y también un verdadero conocedor de la música y de la cultura españolas. En Suiza causó una auténtica conmoción por su visión de los dos sainetes de Giménez El baile y La boda de Luis Alonso, y en Bruselas alcanzó un gran dramatismo con un espectáculo sobre dos partituras de Falla, El amor brujo y La vida breve. Su Don Carlo salzburgués contenía ciertos guiños, algunos no demasiado afortunados, como la procesión en la escena del auto de fe. Sin embargo, en este montaje afirma haberse alejado de cualquier tipismo para relatar una historia que podría transcurrir en cualquier lugar. "No lo he tomado de forma específicamente española, sino como un mito universal. De hecho, Cervantes podría haber situado su obra en cualquier lugar. Se habla de La Mancha, pero podrían ser las praderas americanas. He tratado de extraer la máxima poesía, sin traicionar el elemento quijotesco, y tratando de que la obra sea comprensible para todos los públicos".

El reparto está formado básicamente por jóvenes cantantes españoles (Diana Tiegs, Arantxa Armentia, María Rodríguez, Josep Miquel Ramón, Emilio Sánchez, Enrique Baquerizo...), algo que a Wernicke le ha estimulado de manera especial. "Es gente con mucha curiosidad y mucha ilusión, y a mí me encanta extraer del cantante aspectos que él mismo no conoce de sí mismo. De este modo se consiguen unos resultados muy ricos, muy positivos".

Un trabajo duro
Wernicke tiene un sistema bastante particular de trabajar con los cantantes. "Tengo un concepto muy claro de lo que quiero. Les hago trabajar mucho y muy duro, observándoles durante varios días, y luego, cuando encuentro el punto deseado, insisto sobre ese aspecto determinado para construir el personaje, hasta que el cantante lo siente realmente como suyo. Es un proceso largo y difícil".

Este año se espera con enorme interés su versión de Los troyanos de Berlioz, con la que tiene previsto despedirse de Salzburgo, tras la anunciada dimisión de Gerard Mortier. "Los troyanos es una obra muy apropiada, porque cuenta cómo una cultura destruye a otra, y cómo es a su vez destruida por otra cultura. Primero es Troya, luego Cartago y al final de la ópera se habla de la fundación de Roma, que a su vez será destruida. Lo más interesante es que, cuando la compuso Berlioz, también estaba en contra de su gobierno. Y, además, la contrapondremos a La bella Helena de Offenbach, que es una reposición del Festival de Aix-en-Provence del pasado año y constituye una gran sátira contra la clase política y contra la gran ópera representada por Berlioz".

Nacido en Auggen, en la alemana Selva Negra, Herbert Wernicke creció en Amsterdam y en Braunschweig, donde estudió piano, flauta, dirección de orquesta y composición. Posteriormente asistió a cursos de escenografía, pintura, historia del arte y disciplinas teatrales en Munich, Londres y París. En 1978 realizó su primer trabajo como director de escena, al que siguieron otros muchos en los campos de la ópera barroca y tradicional, la opereta clásica y la zarzuela, incluyendo muchos títulos contemporáneos así como estrenos mundiales. Sus montajes se han visto en los principales teatros de Alemania, Suecia, Holanda, Suiza, Austria, Bélgica y España, y pronto debutará en el Metropolitan de Nueva York.