Image: Dos grandes directores en España

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Música

Dos grandes directores en España

13 marzo, 2002 01:00

Valery Gergiev. Foto: Mercedes Rodríguez

Dos batutas importantes merecen singular atención esta semana. Por una parte, la de Valery Gergiev que acude a nuestro país con su orquesta, la del Teatro Mariinski de San Petersburgo, vulgo Kirov. Por otra, la del británico David Atherton, padre de la célebre London Sinfonietta que en esta ocasión se pondrá al frente de la Ciudad de Granada. Dos artistas bien diferentes en criterios y sensibilidad, aunque unidos por su espíritu luchador, su capacidad para afrontar la renovación de la vida musical de sus respectivas ciudades y su apuesta por el repertorio del siglo XX. Valery Gergiev ha sido el factotum del profundo cambio que ha experimentado el Teatro de la antigua Leningrado después de la caída del régimen soviético. Frente al descontrol y absoluta decadencia en la que ha entrado su hermano moscovita, el Kirov/Mariinski se mantiene todavía como una de las compañías más activas del momento y gracias a sus permanentes giras, así como a la ayuda de filántropos como Alberto Vilar, ha logrado resolver las limitaciones de su presupuesto. Es verdad que a costa del esfuerzo excepcional de su responsable, Valeri Gergiev, artista de ideas interesantes, a quien quizá falta un toque de refinamiento que sí han tenido otros nombres de su país. En el programa que ofrecerá en su gira por Oviedo, Barcelona y Valencia -ciudad donde se desarrollará en recuerdo de Giuseppe Sinopoli- interpretará el Concierto para piano y trompeta de Shostakovich y la Sexta de Gustav Mahler. En otro ámbito, es conocido que la Orquesta Ciudad de Granada plantea una de las temporadas mejor cohesionadas y de más alto interés didáctico del país. Fiel a su credo y especialmente realzado desde que Josep Pons ocupa la titularidad, ofrece esta tarde dentro de un pequeño ciclo de tres conciertos denominado "Viena 1900", una sesión de singular voltaje: Tres estudios orquestales sobre un ground -una rareza estrenada en 1978, obra sin opus de 1907, materia de la que partieron las Tres piezas para chelo y piano op. 11, de 1914- y Seis piezas para orquesta op. 6 de Webern; Canción de la Paloma del bosque de los Gurre Lieder y Cinco piezas para orquesta de Schünberg y la Sinfonía de cámara para23 instrumentos de Schreker. El difícil y coherente programa estará servido por las conocedoras y expertas manos del excelente director inglés David Atherton, experto y gran traductor, como pocos, de la música de principios de siglo. A lo que se sumará la voz -algo ajada ya, pero intensa- de la mezzo Ann Murray. A. R.


Vuelve Georges Prêtre
Vuelve a Madrid, después de muchos años, el veterano director francés Georges Prêtre, un músico que, tras estudiar entre otros con André Cluytens, echó las muelas en la opereta y la ópera cómica. Le cabe el honor de haber estado en el foso en el estreno en 1959, de La voz humana de Poulenc y de haber sido titular de la ópera de París. Aunque lo mejor de su carrera se desarrolló fuera de su país. Artista de enormes capacidades teatrales, gustoso de tempi vivos, posee un especial olfato para la escena, que es donde puede dar rienda suelta a un febril temperamento, a un innato sentido del fraseo dramático -histórica fue su colaboración con María Callas- y a una acuciante necesidad de comunicación. El programa que ha elegido para sus tres conciertos con la Nacional este fin de semana incluye en la primera parte toda la introducción orquestal de la versión parisina de Tannhäuser de Wagner, con la obertura unida a la bacanal. En la segunda mitad, una partitura que conoce a la perfección, la Sinfonía Fantástica de Berlioz.


Requiem en alemán
Siempre es bien recibida una obra como Un Requiem alemán de Brahms, ese hermoso canto de consuelo ante la muerte; un Requiem, que no una misa de difuntos, muy alejado de la tradición católico-romana. Su expresividad es típicamente germana. Siete números cargados de belleza resplandeciente y generalmente discreta y sentida, de una poesía íntima y reconfortante que no desdeña el aparato de las grandes fugas. Por segunda vez en el espacio de unas pocas semanas se pone en Madrid esta partitura. Se nos ofrece mañana y pasado, en el Teatro Monumental,bajo la realización de Jesús López Cobos ante los conjuntos de la RTVE. La refinada batuta del director zamorano, tan habitual entre nosotros esta temporada y que podría darnos en breve una buena noticia si acaba por aceptar la titularidad musical del Real, puede desentrañar las estructuras contrapuntísticas de la obra y llevar su lirismo intenso a un primer plano. Cuenta con dos jóvenes solistas en ascenso: la coreana Esther Lee, ganadora en 1999 del primer premio "Maria Callas" de Atenas, a quien se le exige toda la finura del mundo para elevarse en ese maravillos canto a la madre y el alemán Stephan Genz, uno de los más firmes valores actuales de la literatura liederística.


Korngold siniestro
Erich Wolfgang Korngold (1897-1957) fue en cierto modo un continuador de la tradición en la que se situaban Mahler o Zemlinski (éste sería uno de sus maestros), un creador musical bastante precoz, que consiguió la inmortalidad a los 23 años con su ópera La ciudad muerta, incrustada en la estela de un Richard Strauss. Un poco más tarde, en 1923, estrenaría su Concierto en do sostenido mayor op. 17 para la mano izquierda, que antecede al famoso de Ravel en más de un lustro. En 1934 Korngold se trasladaría a Hollywood, donde triunfaría componiendo música para el cine (recordemos su espléndida partitura para el Robín de los Bosques de Michael Curtiz). Mañana jueves, en el Palau de Valencia, habrá ocasión de escuchar esta auténtica rareza pianística en la mano izquierda del veterano y estupendo pianista neoyorkino Gary Graffman, en un programa dirigido por el finlandés Petri Sakari, que, como no podía ser menos, incluye una obra de Sibelius, en este caso la Sinfonía nº 1, una partitura de acusado sabor nórdico, de estructura novedosa y de original planteamiento que, en todo caso, no puede disimular una fuerte influencia de la música centroeuropea, aquélla que, por otro camino, llegaría también a Korngold.


Estrenos norte-sur
Carasteristicas semejantes tienen dos programas ubicados en Bilbao y Madrid a cargo de la Sinfónica de la capital vasca (jueves y viernes en el Palacio Euskalduna) dentro de su temporada y la Sinfónica de Massachussets con Juventudes Musicales (el martes en el Auditorio Nacional). Ambos incluyen dos estrenos mundiales. El conjunto vasco, a las órdenes de William Michael Costello, interpretará Música diversa de Rafael Castro mientras que el americano, asume Imagen para Orquesta, una sonorización de la ciudad de Nueva York, de Pedro Halffter, que estará también al frente. Seguirán dos conciertos pianísticos, el vigésimo de Mozart en Bilbao, con Orli Shaham y el Segundo de Rachmaninov en Madrid, con Silvia Torán. Culminarán las segundas partes sendas sinfonías de corte post-romántico. La Primera de Sibelius que lanzó al compositor finés a la gran forma, llenará de color nórdico al Euskalduna. El Nacional se rendirá ante la fuerza de la Quinta de Shostakovich.