Image: Cuenca se llena de gloria

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Música

Cuenca se llena de gloria

XLII Semana de Música Religiosa

10 abril, 2003 02:00

Rinaldo Alessandrini dirige al concerto italiano. Foto: Santiago Torralba

En los últimos años, la Semana de Música Religiosa de Cuenca se ha revitalizado hasta convertirse en una de las convocatorias más importantes en su género. En esta edición, que se inicia el 11 de septiembre, hay múltiples acontecimientos que incluyen el estreno en España del oratorio Il sacrifizio dei Abele de Melani hasta el Stabat Mater de Rossini protagonizado por Daniella Barcellona y Juan Diego Flórez, pasando por la Pasión según San Juan de Bach dirigida por Koopman o La Creación de Haydn por López Cobos.

Hay un excelente planteamiento de base en la programación de la XLII Semana de Música Religiosa de Cuenca; una nervadura central que aglutina y de la que irradia todo lo demás, conformando un cañamazo no solamente variado sino también didáctico y, sin duda, íntimamente tocado de espíritu religioso, que, después de todo, es lo que da sentido a este festival; porque, en efecto, nos referimos, con el nombre de Semana, a un auténtico festival sacro, en el que, por consiguiente, el protagonismo ha de correr de cuenta de la música sagrada. En los tres últimos años, tras el desembarco de la Fundación Caja de Madrid -apoyada por distintas instituciones locales y por el INAEM-, las cosas han mejorado mucho en una manifestación que empezaba a languidecer. Ahora se cuidan la lógica del programa y la calidad de los intérpretes.

Esa línea aglutinante viene dada por la parcela ocupada por pentagramas antiguos, gregorianos, renacentistas o pertenecientes al primer barroco. La dirección artística de la Semana ha trazado una serie de conciertos que atienden a tales expectativas. Tenemos así, a partir del Sábado de Pasión, citas con la música clarividente de Cristóbal de Morales en el 450 aniversario de su muerte, que nos permite repasar, de la mano del Ensemble Plus Ultra, dirigido por Michael Noone, composiciones polifónicas -según se dice inéditas- de la catedral de Toledo de los años 1545 y 1546; con canciones, villancicos y piezas instrumentales del renacimiento español (Daça, Ortiz, Morales, Fuenllana, Guerrero, Narváez, Pisador, Vázquez, Flecha, Mudarra y anónimos), bajo el bello título genérico de Si la noche haze escura, que está a cargo del conjunto Orphénica Lyra dirigido por el siempre inquieto y ameno José Miguel Moreno; y con el Officium defunctorum de Tomás Luis de Victoria a cargo del Gabrieli Consort que gobierna Paul McCreesh.

Obra magnífica
En este mismo apartado de signo íntimamente religioso, datado hace al menos tres siglos y medio, se sitúan las tres sesiones matinales que el grupo La Risonanza del clavecinista Fabio Bonizzoni, que incorpora violín y violonchelo barrocos y tiorba, dedica a la integral de las Sonatas del Rosario (1676) de Heinrich Ignaz Franz von Biber (Misterios Gozosos, Dolorosos y Gloriosos). Una obra magnífica, en la que el compositor empleó diferentes procedimientos de scordatura (modificación, a efectos expresivos, de los distintos acordes). En paralelo, otras cuatro veladas encomendadas a la Schola Antiqua de Juan Carlos Asensio, que nos hará penetrar en el gregoriano más puro, con el Tríduo sacro (Missa Vespertina in Coena Domini, Feria Sexta in Passione Domini, Ad Vigiliam Paschalem in Nocte Sancta) y la Missa Solemnis in Die Sancto Paschae.

Estas manifestaciones piadosas se combinan con otras en las que lo sagrado está algo más de fondo, asentado en músicas de tiempos diversos, más cercanos, y que alcanzan una categoría más próxima a lo que entendemos por profano o al menos no claramente sagrado. Aquí encontramos obras de esas que podemos considerar emblemas o estandartes de la música sinfónico-coral, que están en cualquier programación de cualquier temporada de conciertos. Por ejemplo, La Creación de Haydn (1798), uno de los oratorios más tocados y cantados y que en este caso viene dirigido por López Cobos a dos agrupaciones modernas y realmente valiosas y bien preparadas a día de hoy: la Orquesta Ciudad de Granada y el Coro de la Comunidad de Madrid. Los solistas vocales son Ingrid Kaiserfeld, Christian Elsner y Josep Miquel Ramón. No vemos del todo a este buen barítono lírico valenciano en la parte de Rafael de la partitura haydniana, a la que conviene más un bajo propiamente dicho.

Los conjuntos creados por Robert King, coro y orquesta de época, con este nervioso músico a su frente, están encargados del difícil oratorio de Vivaldi Juditha Triumphans (1716). El reparto vocal viene constituido por cantantes expertos, no de relumbrón: María Cristina Kiehr, Diana Moore, Hilary Summers, Tuva Semmingen y Jean Rigby. Otra obra religiosa, aunque de trazo y sabor melódico más bien operístico, el conocido Stabat Mater de Rossini (1842), está en los atriles de la Joven Orquesta Nacional (JONDE), tan ligada a Cuenca, y del Coro Nacional. Un apóstol rossiniano, un músico de contagiosos espíritu y vitalidad, el ya veterano Alberto Zedda, se coloca al frente de ellos. Hay buenas voces solistas: Isabel Rey, Daniela Barcellona, Juan Diego Flórez y Orlin Anastasov. La segunda y el tercero, dos artistas de ascensión y fama meteóricas, son auténticos especialistas en esta composición. Junto a ella, las Cuatro piezas sacras de Verdi, páginas de distintas épocas y diversa inspiración que conforman un conjunto ya célebre.

Otros dos oratorios, éstos de menor difusión, están en el apetitoso -suculento, podríamos decir, aunque el adjetivo no sea muy pío- cartellone. Al primero, Il sacrifizio dei Abele de Alesandro Melani (1677), dará forma Rinaldo Alessandrini con su Concerto Italiano y los solistas Anna Simboli, Francesco Ghelardini, Luca Dordolo y Sergio Foresti. Es una recuperación histórica y, como se indica en el programa general, estreno absoluto en tiempos modernos. Recordemos que Melani -perteneciente a una familia de once hermanos, todos músicos- fue quizá el primer compositor en escribir una ópera sobre el tema de Don Juan: L’empio punito (1669). El segundo oratorio es La Ressurrezione de Nostro Signor Gesù Cristo (1708) de un juvenil Haendel, que está encomendado a la cotizada agrupación Europa Galante, de Fabio Biondi. La zaragozana Marta Almajano aparece en cabeza de un equipo en el que están asimismo Sonia Prina, Enrico Onofri y Roberto Abbondanza.

Gran especialista
Otro grupo inglés, de rancio abolengo, The Sixteen, que como siempre rige Harry Christophers, es el que abre el certamen y se hace cargo de un programa de polifonía de los siglos XVII y XVIII en la Península Ibérica. Duarte Lobo, Dias Melgás, Rebelo y Domenico Scarlatti son los autores elegidos. No podían faltar, claro, los pentagramas de Bach. El Gran Cantor está representado por su Pasión según San Juan. Sandrine Piau, Bogna Bartosz, Jürg Dörmöller y Klaus Mertens son los cuatro solistas vocales. Al frente de la Orquesta y Coro Barrocos de Amsterdam, ese estupendo especialista que es el holandés Tom Koopman.

Señalemos -y así esta crónica será prácticamente exhaustiva- dos estrenos de verdad, de obras de nueva creación, encargos de la Semana: Symbolica, una composición para violonchelo solo de José Luis Greco -que tocará el holandés Pieter Wispelwey junto a dos partituras tan atractivas como Requiem para violonchelo solo de Peter Sculthorpe, estreno en España, y la soberbia Suite nº 3 de Britten-, y Desde las sombras de Jesús Rueda, para cuarteto de cuerda, muy bien acompañada en el programa por la versión cuartetística de Las siete palabras de Cristo en la Cruz de Haydn, que es ya una de las señas de identidad de este festival sacro. Será el Cuarteto Casals quien aborde las dos composiciones.

Completan la Semana un recital de la soprano Eva Urbanová, con Jirí Pokorny al piano, que ofrece las Canciones bíblicas de Dvorák y una serie de canciones más o menos conectadas con lo sagrado de otros autores; y otro del austero Gustav Leonhardt, que ha seleccionado un programa muy de su gusto y maneras, con diversas obras para clave de Bach, Bühm, Poglietti, Pachelbel, Ritter, Reincken y Forqueray.