Image: La voz de un siglo

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Música

La voz de un siglo

Franco Corelli en el recuerdo

6 noviembre, 2003 01:00

Corelli en el Pagliacci de la Scala en 1955. Foto: E. Piccagliani

Con la muerte el pasado miércoles de Franco Corelli, nacido en Ancona hacía 82 años, desaparece el último tenor di forza de la dinastía surgida en los años 50. El Cultural recuerda su figura, realiza un repaso de su discografía y reproduce alguno de sus pensamientos.

Con Corelli desaparece lo que quedaba de una dinastía de tenores di forza surgida tras la segunda guerra mundial. Más joven que Del Monaco (1915), de la misma edad que Di Stefano, el tenor de Ancona (1921), que llevaba largos años con problemas de salud, física y mental, fue una figura impar, un cantante de un poder sensacional. La voz, de carácter tirando a baritonal, era considerada por los estudiosos como heredera de aquéllas llamadas de baritenore, propias de ciertos cantantes del XVIII y principios del XIX, pero con una diferencia apreciable: Corelli poseía una zona aguda, de acuerdo con las técnicas modernas impulsadas a partir de 1830 por Gilbert Duprez, de una plenitud arrolladora, de un brillo magnífico, de un metal, un squillo que escasos tenores de su tiempo -entre ellos Del Monaco, de rasgos bien distintos- alcanzaban a igualar.

Instrumento peculiar
Era el suyo un instrumento muy peculiar, con un vibrato característico, de un temblorcillo excitante; de un vigor y anchura espectaculares. Un spinto con todos sus atributos. Eran legendarias su valentía, su generosidad, su fraseo, pleno de slancio, de brío, de masculinidad. Lo mismo que lo era su apostura, su gallardía escénica. Como actor no matizaba demasiado, pero se quedaba con el personal. Aprendió a cantar de manera casi autodidacta, tras estudiar en Pésaro y Milán. Sus acentos conminatorios, su férrea personalidad, sus devaneos y caprichos le crearon una especial aureola.

No era cantante exquisito, y aunque manejaba diestramente el arte del filado y aun de la sfumatura -apagamiento paulatino del sonido-, tendía a exagerar melodramáticamente en ocasiones y a ejercitar con excesivo énfasis largos portamentos di soto -atacando las notas desde abajo- y a mantener larguísimos calderones que no contribuían a favorecer el discurso musical. Pero, ante una voz de esos quilates, de ese poderío la verdad era que se olvidaba uno de esas cosas. Así sucede cuando repasamos su crecida discografía y localizamos interpretaciones tan contundentes como las de sus héroes favoritos y que ningún tenor de los últimos treinta años ha podido equiparar.

Podemos recordar, por ejemplo, sus Verdi: impresionantes Trovador (de los varios que tiene en vivo, hay que destacar el de Salzburgo 1972 con Karajan y un equipo insuperable: DG 447 659-2GX2), Forza del destino (Bongiovanni GAO151/3, 1958), Don Carlo, con Caballé, (Myto 022.261, N. York, 1972), Aida (Myto 024.271, Dallas, 1962), La battaglia di Legnano (Myto 89010, La Scala, 1961) o Ernani (Myto 993.209, Met. 1965). Del todo inatacable su Calaf de Turandot de Puccini (Datum 12301, Met, 1961, con Nilsson y Stokowski) e interesante su Tosca con Nilsson y Maazel en estudio (Decca 460 753-2DF2, 1966).

Siempre espléndido en óperas románticas que precisaban de una voz fornida y templada, no exenta de morbidezza: Norma de Bellini, con Callas en estudio hizo un inigualable Pollione (EMI, 1960); Poliuto de Donizetti, asimismo con la griega (EMI565448-2, La Scala, 1960). Fue famoso también su Don José de Carmen, que grabó varias veces. Señalemos la discutible versión de Karajan (RCA74321 39495-2, 1963). Se acercó también a repertorios más netamente líricos y grabó dos célebres Gounod: Fausto, con Sutherlan y Ghiaurov (Decca 421 240-2DM3, 1966), y Romeo y Julieta, con Freni (EMI 565290-2, 1968). Imponente, por supuesto, en el verismo: Pagliacci (EMI 76396-2, 1960), Cavalleria (EMI 76397-2, 1962), ambas con De Los ángeles. Para terminar, consignemos algunos recitales. En estudio: Franco Corelli, The singer (Decca 467 918-2DSR); Franco Corelli, héroes (EMI 566533-2). En vivo, todos en el sello Myto: Franco Corelli en Parma I y II, con fragmentos de Norma, Trovador, Tosca y Forza (924.64, 944.108, 1961-71), Corelli y Guelfi (953.132, 1957-61), Corelli y Tebaldi en Viena (1973).


Corelli visto por Corelli
Estas reflexiones del tenor italiano han sido extraídas por Ramón Criado Mateos, alumno del tenor durante los últimos tres años.

"Cuando empecé dudaba de tener éxito ante el panorama que me precedía: Caruso, Filipeschi, Gigli, Pertile y frente a las voces con las que iba a competir : Tucker, Bergonzi, Di Stefano, Del Monaco, su voz llenaba los teatros. Kurt Baum poseía un espectacular agudo y Ramon Vinay, el mejor fraseo" ¿Y los nombres actuales? "Domingo es valiente y un gran trabajador. Kraus era un portento, su garganta se abría como un cañón. Sólo con una garganta abierta se consigue el metal necesario para poder sobrepasar una orquesta del tamaño y potencia de las de hoy. Hay que cuidarse mucho antes de cantar, no se debe hablar en las horas previas. Hay que emitir el sonido con la voz de hombre pero con la libertad y la pureza de un niño".

"¿Mis versiones de Tosca o Trovatore? No valen nada, cantaba para el público. Era un error terminar el I acto de Trovatore yéndome al do#. En mi época todo se cantaba un poco fuerte, ahora es distinto. Nada de lo que canté merece la pena, tendría que volver a nacer para cantar mejor. Hoy, ningún director de orquesta admitiría esos portamentos ni aquellos calderones". ¿Y qué ha cantado que le guste? Pensativo: "Bueno, algún recitativo de Trovatore estaba bien... Y también esto que grabé: (empieza a cantar, su voz mantiene técnica, colocación, aunque sin juventud). ‘Te quiero morena..." A pocos metros de La Scala, Franco Corelli entona la jota de la zarzuela de Serrano El trust de los tenorios...