Música

Rusalka en Bilbao el otro Dvorak

La producción de la ópera de Lyon en Euskalduna

20 octubre, 2005 02:00

Álvarez en el montaje de Macbeth

La gran novedad de la temporada de la ABAO era Rusalka de Dvorák, una ópera postromántica de signo fantástico, la más conocida -no tanto a este lado de Los Pirineos- del autor, que la estrenó en Praga en 1901 y que desarrollaba un tema muy querido a los compositores románticos y que el bohemio abrazó con entusiasmo, aplicando toda su ciencia de orquestador y su mágica paleta instrumental. Bienvenida sea porque es, en efecto, una obra bellísima, de un maravilloso ropaje armónico, sobre un libreto de Jaroslav Kvapil, según el cuento Undine, de Friedrich Heinrich Carl de la Motte Fouqué, autor del texto de la ópera de Hoffmann, de 1816. Cuenta la triste historia de la ondina Rusalka, rechazada por un príncipe. La ninfa desaparece en las aguas y él, arrepentido, la sigue y muere en sus brazos.

Desde este sábado 22 y hasta el próximo día 31 se subirá el telón del Euskalduna para ver la producción de la ópera de Lyon, firmada por Jean-Claude Berrut y dirigida musicalmente por un especialista de la misma nacionalidad que el compositor, Jirí Kout, una batuta que sin duda desentrañará el fantasioso lenguaje orquestal y dará el cauce debido a las hermosas melodías vocales. El reparto ofrece garantías, ya que aparece presidido por la soprano norteamericana Sondra Radvanovsky, que tan buena impresión causara con su Leonora de Trovador en 2002. La voz, tersa y timbrada, extensa y fácil, de tan interesante color, se acomoda bien al personaje soñador y desgraciado de la ninfa. Peter Straka, tenor checo algo corto de agudos, es un habitual en el personaje del príncipe, y el alemán Hans Peter Künig, un cuarentón habitual en los teatros alemanes de provincias, el Espíritu de las aguas.

Macbeth malagueño
En paralelo se va a poder escuchar y contemplar en el Teatro Cervantes de Málaga, los días 26, 28 y 30, un título verdiano muy frecuente en las últimas temporadas españolas, una obra de 1847, que el compositor revisaría años más tarde y que supuso un punto de inflexión muy importante en su carrera. Fijaría aquí ciertas rupturas y originalidades de lenguaje que reaparecerían en algunas de sus obras maestras del futuro. Un mundo sórdido es descrito por una pluma que ya estaba creciendo y que ofrece amplias posibilidades de lucimiento a un barítono de carácter, y a una soprano dramática de agilidad, que son, en estas representaciones, el cantante de la plaza, Carlos álvarez, denso y monolítico, en vías de alcanzar la flexibilidad solicitada, y la ucraniana Tatiana Anisimova, una voz de caudal, bien que sin la carne y el metal requeridos, ganadora de premios en los concursos de Bilbao y "Kraus" de 1996 y reciente triunfadora, sustituyendo a Caballé, en Pelagio de Mercadante presentada en Gijón.

Antonio Torres, Alejandro Roy y Stefano Palatchi atienden a los demás personajes importantes en esta producción del Teatro Comunale de Modena que ya se pudo ver, sin gran entusiasmo, en el Teatro Maestranza de Sevilla hace poco más de un año. Es un montaje oscuro y sangriento, con ciertos toques de salvajismo mal entendido, firmado por Giancarlo Cobelli y recreado por Ivo Guerra. En el foso, al frente de la Orquesta Filarmónica de Málaga, se sitúa también el desangelado maestro Daniel Lipton.