Martín y Soler el rival y el amigo
Mozart a los 250
26 enero, 2006 01:00La Capricciosa Corretta en el montaje del teatro de la Zarzuela
En los próximos días se conmemora el 200 aniversario de la muerte de uno de los protagonistas absolutos de la creación operística europea en la segunda mitad del siglo XVIII, el valenciano Vicente Martín y Soler (1754-1806). Autor transterrado que, como otros, ejerció su acción fuera de nuestra península y cuya biografía se cruza en varias opcasiones con la del propio Mozart, especialmente en su etapa en Viena. Allí, sus éxitos en los teatros de la capital austríaca llegaron a superar incluso a los obtenidos por su colega salzburgués. Pese a ello, el reconocimiento de su obra no ha llegado hasta fechas recientes con las primeras ediciones críticas de sus óbras y los montajes de Una cosa rara (Teatro del Liceo, 1991) o, especialmente el más cercano de La capricciosa corretta en la Zarzuela (2003).Formado en su ciudad natal, Martín y Soler, conocido como el Martíni lo Spagnolo, pasó por Madrid donde estrenó con 22 años su primera ópera I due avari y consiguió en 1777 que se escuchra por vez primera en el teatro de La Granja su zarzuela La madrileña o El tutor burlado, donde aparece ligado al espíritu de la tonadilla. Hacia 1778 Martín llegó a ser profesor del futuro rey Carlos IV, y desde fines de 1777 estuvo al servicio de la corte en Nápoles, donde estrenó varios ballets así como óperas serias. Otros centros como Parma o Venecia le encargaron creaciones líricas, aunque su carrera pareció inclinarse, definitivamente hacia la ópera bufa. Su víncul con Madrid se mantuvo, alternando sus visitas con su labor en Nápoles.
Entre 1782 y 1785, Martín y Soler se estableció en Venecia donde tuvo una notable actividad y conoció a importantes nombres del teatro lírico como Durazzo, quien le convence para trasladarse a Viena en plena efervescencia cultural copmo resultado de una monarquía que, siguiendo las teorías del despotismo ilustrado, consideraba la música como uno de los medios para enaltecer su poder y educar al ciudadano. El sucesor de la emperatriz María Teresa, fallecida en 1780, fue su hijo José II del cual, Martín y Soler se convertiría en uno de sus autores favoritos.
Amigo de Da Ponte
También había llegado a Viena un personaje central del teatro del XVIII, el libretista Lorenzo da Ponte, que se arrogaba el papel de sucesor de Metastasio, si bien lograría una mayor inmortalidad al convertirse en el autor del texto de tres de las mejores óperas de Mozart. Da Ponte -sacerdote- había abandonado recientemente Italia, escapando de una sentencia de cárcel por adulterio, y llegó a Viena poco después de la muerte de la emperatriz María Teresa .
Da Ponte señala en sus Memorias cómo Martín y Soler le apoyó ante el emperador José II. En Viena Martín y Soler escribió para el teatro de la corte tres óperas bufas sobre libretos de Lorenzo Da Ponte, con resonante éxito. Il burbero di buon cuore (1786), Una cosa rara ossia bellezza ed onestà (1786) y L’ arbore di Diana (1787) lo llevaron a la fama no sólo vienesa sino europea proyectando su fama hasta la corte de los zares. Así fue nombrado maestro de capilla de Catalina de Rusia, si bien su estancia en San Petersburgo (1788-94) no fue del todo propicia. En ese año renunció a su cargo y partió hacia Londres, donde su viejo amigo y colaborador, el abate Da Ponte, le ofreció trabajo y alojamiento. Entre ambos produjeron dos óperas cómicas en 1795, La capricciosa corretta y L’ isola del piacere, antes de enemistarse, aparentemente, por rivalidades amorosas. Nuevamente en San Petersburgo, el compositor español participó en la producción de algunas de sus óperas anteriores, escribió una opera bufa y, de nuevo, varios ballets. Pero sus actividades se encaminaron más hacia la enseñanza y las tareas burocráticas. Murió en la capital rusa en 1806.
En su momento fue uno de los grandes referentes. De hecho, hoy tenemos perfectamente documentada la importancia de sus obras a través del número de representaciones que se llevaron a cabo. Il burbero di buon cuore tuvo un éxito moderado y sólo se hizo 20 veces en cuatro años: 13 en la versión original, y siete más en la nueva puesta en escena de 1789 en la que Mozart añadió, como regalo al compositor, varias arias. Sin embargo, fulminante fue el éxito de Una cosa rara con nada menos que 57 representaciones (y la correspondiente cita mozartiana). De su popularidad vienesa da cuenta también L’ arbore di Diana con otras tantas 57 representaciones como el Axur de Salieri y, nada menos, que el Barbiere de Paisiello, muy por encima de otras creaciones reconocidas como el Figaro de Mozart, La molinara de Paisiello, La scuola dei gelosi de Salieri. Mucho más lejos quedarían, por cierto, Don Giovanni y Cosí fan tutte.
En sus escritos, Da Ponte habla de la afabilidad y placidez del carácter del valenciano a quien se refiere como "mi buen españolito". En cuanto a su música, da muestras repetidas veces de apreciarla al mismo nivel de la de Mozart.
La imagen del genio de Vicente Martín y Soler que nos ha transmitido el pintoresco y aventurero abate Da Ponte no está muy alejada de la que nos podemos formar a través de un examen de sus óperas. Un crítico inglés la resumió en 1797 como "una feliz unión de lo vivaz y lo tierno". Sin duda, su talento distintivo como compositor residía en su facilidad para enhebrar melodías de fácil retención, aptas para ser interpretadas por actores-cantantes, recordadas por el público asistente y luego reproducidas en el seno de los hogares burgueses y de los salones.
Y aquí se debe de traer a colación los dos bandos básicos para entender el pensamiento lírico de la Viena de entonces: los Liebhaber y los Kenner. Los primeros eran los melómanos amateurs que buscaban una música fácil, los segundos los conocedores que reclamaban una música mucho más complicada y vanguardista. Martín y Soler atraía a los primeros; Mozart a los segundos.
Dos públicos
En la correspondencia entre Mozart y su padre encontramos que ambos eran conscientes de que existían esas dos clases de público y era necesario contentarles , aunque él en realidad el salzburgués sólo tuvo éxito con los Kenner. Las óperas de Martín fueron tan aplaudidas por los Liebhaber como lo fueron las de Mozart por los Kenner. El emperador era un forofo de las obras de Martín; las aplaudía con entusiasmo. Justamente por esta época se estaba operando un cambio notable en la ópera italiana. Entre El rapto y Figaro, tres nuevos compositores hacen su aparición en Viena: Sarti, Martín y Paisiello. Es de suponer que la especialización del maestro valenciano en un estilo de fácil cantabilidad fuera una decisión guiada por un sentido práctico. Pero ello no implica que su música no merezca un lugar que el tiempo, afortunadamente, le está devolviendo.
Arriaga, el "Mozart español"
Aunque el símil pueda no resultar muy válido, el compositor vasco Juan Crisóstomo Arriaga tiene en común con Wolfgang haber nacido el mismo día. Así mañana también conmemoramos el bicentenario de su nacimiento. En realidad la comparación tiene que ver más con el hecho de haber compartido su papel como niños prodigio más que por la concepción de su música. En alguna ocasión se ha señalado el hecho de que sería más propicio calificar al autor bilbaíno como "Schubert español", porque se le acerca algo más cronológicamente. La obra de Arriaga no es muy grande ya que su vida fue truncada por la enfermedad en plena juventud. Llegó a París, donde alcanzaría a sus veinte años y en su prestigioso y reconocido Conservatorio, el cargo de profesor ayudante, lleva a cabo un catálogo muy estimable.Hace ya unos cuantos años que su Sinfonía o la obertura de su ópera Los esclavos felices forman parte del repertorio internacional, lo mismo que sus excelentes cuartetos, donde se aprecia su vínculo estrecho con la sensibilidad francesa.Toda su obra se encuentra en proceso de edición por el director Christoph Rousset.
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