Música

Sesión continua en el Teatro Real

Del Monaco dirige I Pagliacci y Cavalleria rusticana

15 febrero, 2007 01:00

Violeta Urmana y Vincenzo La Scola en un ensayo de Cavalleria. Foto: Javier del Real

El verismo musical llega hoy al Real y en programa doble: Cavalleria rusticana e I Pagliacci, el díptico más representativo de la estética verista con María Bayo y Violeta Urmana en un reparto de grandes nombres. Giancarlo del Monaco promete con su dirección "noches de teatro total".

Cavalleria rusticana e I Pagliacci, por mucho que una y otra puedan ser discutidas, son dos ejemplos especialmente logrados y enjutos de la estética verista y obedecen a presupuestos muy comunes. Los dramas que se pintaban frecuentemente en las óperas del periodo y que solían tener lugar en un mundo a veces campesino, a veces subproletario, y que cultivaban lo que se dio en llamar la estética del coltello (del cuchillo), hicieron sin duda estragos durante un tiempo.

No hay duda de que los compositores Pietro Mascagni y Ruggero Leoncavallo adoptaron el mismo molde para su única obra realmente triunfadora, capaz de mantenerse contra viento y marea en el repertorio. Aunque de un nivel musical y literario diverso, una y otra presentan evidentes analogías, por razones eminentemente prácticas.

El éxito menos costoso
Mascagni quería componer una obra grande, de hecho lo estaba haciendo, Guglielmo Ratcliff, que acabaría estrenando en 1895. Leoncavallo estaba empeñado en su ópera I Medici, cuya presentación rechazaba permanentemente el editor Giulio Ricordi y que se estrenaría en 1893. Conocedores de la fórmula para un éxito menos costoso, la siguieron casi al pie de la letra, pero poniendo de su cosecha determinadas originalidades. Lenguaje llano, directo, temática popular, agresiva vocalidad. Pero no se rompía con ello la tradición del típico melodrama, que estaba ahí, resumido, concentrado, en carne viva. Las pautas constructivas se heredaban, por mucho que en ambas obras se persiguiera la estructura en continuum, sin números. Pero los hay: Siciliana, Voi lo sapete, Addio a la mamma en Cavalleria; Prólogo, Ballatella, Vesti la giubba en I Pagliacci, por ejemplo.

Algunos nombres importantes del firmamento actual se dan cita en las representaciones de este díptico en el Real, a partir del hoy mismo y hasta el día 8 de marzo.

El primero es el de la soprano lituana Violeta Urmana, otrora mezzo, que se presenta en el Real. Voz extensa, adecuada técnica, temperamento, muy atractivo y untuoso timbre, aunque sin el metal ni la penetración de una dramática; que tampoco hace falta en una parte, la de Santuzza de Cavalleria, que han cantado muchas veces mezzos con posibles. Turiddu serán dos tenores discretos, Vincenzo La Scola y un todavía tierno Nicola Rossi Giordano. Marco di Felice y Carlo Guelfi se reparten el poco relevante papel del carretero Alfio, también de Cavalleria. Vladimir Galouzine y Richard Margison alternan en el más dramático cometido de tenor de Canio en I Pagliacci. La del primero es una voz pétrea y oscura, no siempre hábil para el matiz delicado (que también se pide). María Bayo, habitualmente en partes más líricas, se enfrenta a la de Nedda de Pagliacci, propia de una lírica ancha o lírico-spinto. El aseado Guelfi y el notable Pons, algo fatigado últimamente, serán los encargados de contar al espectador ese "trozo de vida" del que se habla en el famoso Prólogo de I Pagliacci.

La batuta airosa, disciplinada, clara, minuciosa de López Cobos puede ser idónea para quitar algo de esa ganga efectista que aparece aquí y allá en ambas partituras y que otros directores resaltan exageradamente. La música de por sí ya la encierra sin necesidad de supletorios énfasis. Un experto y conocedor del repertorio como Giancarlo del Monaco, cuyo padre fue uno de los Canios más eminentes de la posguerra, parece poseer el bagaje preciso para extraer de estas obras su esencia escénica y para fijar el melodrama en su punto justo.