Música

Mozart sin Rossini

El festival de La Coruña culmina la "etapa Zedda"

10 mayo, 2007 02:00

Teatro Reggio Emilia

El adiós de Alberto Zedda, su director artístico, marca la IX edición del Festival Mozart que comienza el miércoles en La Coruña. Esta etapa, caracterizada por un estrecho vínculo con Rossini, culmina con la ópera Adelaide di Borgogna del cisne de Pésaro. La representación de la desconocida Il Re Pastore, producto de un Mozart casi veinteañero, y La flauta mágica, por Daniele Abbado, son otros dos importantes focos de interés. El Cultural entrevista a Paolo Pinamonti, que heredará el año que viene el testigo de Zedda.

El Festival Mozart de La Coruña se encuentra en pleno tránsito hacia una nueva etapa en su no muy larga vida. Este año, la programación se antoja equilibrada, en la que hay un poco de todo y donde se desciende, como es habitual, hacia los tornasolados campos de la más pura música del compositor de Salzburgo, que aparece combinada con creadores complementarios.

En esta edición, que se celebrará entre el 16 de mayo y el 7 de julio, la ópera seguirá siendo el alimento principal del festival y aparecerá dominada por La flauta mágica, un auténtico cuento iniciático en el que se alberga prácticamente todo el pensamiento poético y filosófico de su creador, y que sirve para poner el colofón a esta edición el 7 de julio. Se trata de una contrastada producción de los Teatros de Reggio Emilia, Comunale de Modena y Comunale de Ferrara, firmada por Daniele Abbado. No le falta al retoño sensibilidad y vista para acercarse a ese mundo en el que se ensalzan, impulsados por el iluminismo, valores universales incrustados en una narración aparentemente infantil.

El montaje, diferente al estimable para Génova que se pudo ver en El Escorial el pasado mes de julio, fue llevado por el padre de Daniele, el famoso director Claudio Abbado, hasta Edimburgo. Antoni Ros Marbà, bastante afín a la música efusiva y melodiosa, estará en el foso junto a la Sinfónica de Galicia.

En el escenario, al lado del Coro de la Comunidad de Madrid, seguiremos las evoluciones de un joven elenco que incorpora nombres, no muy conocidos por estos ámbitos, como los del germano-croata Tomislav Muzek, al parecer, acreditado Tamino; el rumano Sorin Coliban, bajo-barítono, discípulo, como aquél, de Ernesto Palacio; la húngara Erika Miklosa, una de las más destacadas Reinas de la noche hoy como ha demostrado en otros coliseos, y la levantina Maite Alberola, cuya voz lírica parece muy apta para las cuitas de Pamina. El resto del loable reparto es, en su mayoría, hispánico.

Sarastro es el gran sacerdote de Isis en esta ópera ambientada en un Egipto de leyenda. Un país que fue cuna de algunas de las conquistas de Alejandro Magno, protagonista de la tierna e idílica Il Re Pastore, escrita por un Mozart lírico y sensual. Esta serenata escénica llena de encanto fue compuesta para la voz de un castrato. Aquí, el personaje de Aminta es interpretado por la soprano Alessandra Marianelli, ya conocida en La Coruña por su intervención en L’Incoronazione di Poppea de Monteverdi. A su lado, como Alejandro, el tenor Kenneth Tarver, y al frente de todos y de la Filharmonía de Galicia, el joven Jonathan Webb, que ya ha dado alguna prueba en nuestro país de cierta suficiencia. Se estrena la escena, firmada por Eduardo Vasco.

Música incidental. En la misma línea exótica y muy ligada a La flauta mágica -lo cual revela buen olfato programador- se sitúa la música incidental para el drama Tamos, Rey de Egipto escrita por el barón Gebler, donde encontramos algunos magníficos números corales. Será ofrecida en una sesión de concierto, dirigida por el británico Graeme Jenkins, muy baqueteado en centros como Glyndebourne, junto a una selección del ballet de Idomeneo y la Sinfonía nº 25. Bello programa. Como el que ofrecerá Víctor Pablo Pérez, también con la Sinfónica de Galicia, agrupando dos obras fúnebres, la Sinfonía nº 49 de Haydn y el Requiem del autor de Salzburgo.

La ópera, en versión concertante, presentará tres ofertas muy sustanciosas. La primera, dedicada a Purcell, un predecesor de los grandes fastos de la tragedia lírica francesa y de la ópera semiseria italiana, viene ocupada por dos de sus títulos: la ópera Dido y Eneas, y el pasticcio The fairy Queen, del que se hace una selección.

Hay nombres experimentados en este repertorio, como el de la soprano Raquel Andueza, algo falta de cuerpo para la maga. La Orquesta Barroca de Sevilla será dirigida por la conocedora Monica Huggett. No menos sabedor de los resortes del Barroco es su compatriota Paul MacCreesh, que con su Gabrieli Consort y un reparto ad hoc brinda una segunda sesión con otra serenata pastoril, Acis y Galatea de Haendel.

La tercera propuesta es de entidad bien distinta y con ella entramos en el mundo rossiniano: Adelaide di Borgogna, un dramma per musica de 1817 y una rareza que da posibilidad de lucimiento a una contralto coloratura (Ottone), cosa que no es la mezzo lírica Daniela Barcellona. A su lado, la siempre aplicada Patrizia Ciofi (Adelaide). Se canta la versión revisada por Gabriele Gravagna y Alberto Zedda, que se dirige a sí mismo. Pero el mundo operístico del "Cisne de Pesaro" está presente en otra obra, la tardía Semiramide, de la que se ofrece una selección, igualmente en la revisión de Zedda, que vuelve a situarse al frente de la Sinfónica de Galicia y de la citada Barcellona, aquí junto a Iano Tamar y Michele Pertusi.

Rossini y Zedda estarán también en el Stabat Mater, que, además de Barcellona y Pertusi, cuenta con José Bros y la cotizada Anna Caterina Antonacci. Son de destacar los dos conciertos de Hansjürg Schellenberger con la Camerata de Salzburgo. Bach y Haydn, en los atriles. Bach también, bienvenido sea siempre, en las sesiones encargadas al Trío Quiroga (Variaciones Goldberg) y al inquieto concertino de la Sinfónica Massimo Spadano (Sonatas para violín y clave, con Luca Guglielmi).

Matos, Arteta y Ciofi. En este capítulo, dos estrenos enmarcados en la serie "Matinées" provocan un gran interés: uno, de Xavier de Paz, un sexteto de cuerdas, que tocará el Grupo Instrumental Siglo XX dirigido por Florian Vlashi; otro, sellado por el añorado Manuel Balboa, un Quasi notturno, que aparece acompañado por otras dos obras suyas, Rapto de la diferencia y Hercules en Brigantia, y por Pierrot lunaire de Schoenberg. Será muy curioso observar al contratenor Flavio Oliver desenvolverse en el espinoso ámbito del sprechgesang. El creciente Cuarteto Belcea hace una inmersión en el romanticismo de primera hora: Cuarteto op. 59 nº 1 de Beethoven y Quinteto de Schubert, con la chelista Natalia Clein.

En el apartado de recitales, habrá tres tipos de soprano lírica, cada una con sus virtudes y limitaciones: la portuguesa Elisabete Matos, que canta un programa romántico con ribetes nacionalistas que incluye obras de Chaikovski, Dvorák y Rachmaninov; la guipuzcoana Ainhoa Arteta, lírica de menor tonelaje, que se mece en una selección de piezas franco-españolas de Bizet, Debussy, Hahn, Granados, Turina y Obradors, y la italiana Patrizia Ciofi, de espectro lírico-ligero, que dibuja un amplio arco en el tiempo, y ofrece desde piezas tradicionales de Giordani a páginas románticas de Bellini, Verdi, Mozart y Rossini. Asimismo, actuarán dos pianistas muy significados en estos momentos: el vienés Rudolf Buchbinder y el húngaro Dezsü Ranki.

Pinamonti: "Quiero un Mozart contemporáneo"

Esta edición del Festival Mozart supondrá la despedida de Alberto Zedda para dar la bienvenida a Paolo Pinamonti como nuevo responsable. En el mundo de la gestión operística, Pinamonti se ha ganado un gran respeto como director artístico de centros como el Teatro La Fenice de Venecia y, más recientemente, del São Carlos de Lisboa, con el que ha obtenido grandes éxitos aunque su salida haya sido un tanto amarga. Para Pinamonti, el festival viene avalado por "dos nombres que le han dado un prestigio, como Antonio Moral y Alberto Zedda".

Para este entusiasta de la música española y de Falla especialmente, "la apuesta de un festival de carácter monográfico sobre Mozart se sostiene siempre y cuando se proyecte a su época y se le dé la correspondiente contemporaneidad. En todo caso, la década entre 1781 y 1791, bajo el reinado de José II, es una de las más interesantes en el teatro musical de todos los tiempos. Paisiello, Salieri y Martín y Soler son representativos de una etapa que pretendía hallar soluciones en el terreno del teatro lírico". Pese a que es imprescindible apostar por la recuperación del patrimonio, "lo ideal es el equilibrio entre lo que demanda el público y lo desconocido". Pinamonti es una figura sensible a las experiencias más renovadoras, aspecto que aspira a potenciar en el caso de Mozart para entenderlo "en clave contemporánea". De esta edición, todavía bajo la regia de Zedda, Pinamonti destaca el interés por Il Re Pastore así como el montaje de La flauta mágica. Sin olvidar el despliegue de voces rossinianas en el Stabat Mater.

por Luis García Iberni