Image: La venganza de Elektra

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Música

La venganza de Elektra

El Liceo estrena la obra de Strauss

7 febrero, 2008 01:00

Antoni Bofill

El próximo sábado, Deborah Polaski y Eva Marton serán las dos grandes protagonistas de uno de los platos más fuertes de esta temporada del Liceo, el estreno mundial de Elektra. La obra estará dirigida por la batuta de Sebastián Weigle.

Elektra es un plato fuerte, incluso muy fuerte; la segunda de las dos óperas de Richard Strauss envueltas en un halo de violencia supina, en una tensión que se hace insoportable precisamente en este título de 1909, en el que resplandece el verbo vibrante y de tan turbulenta poesía de Hofmannsthal. Es sin duda una cima expresionista avant la lettre sometida a unas rigurosas reglas narrativas y a una impecable e implacable estructura dramática, servidas por una orquesta gigantesca. El trabajo sobre breves células melódicas, que se convierten, hiladas, en auténticos temas, es singular; como la minuciosa labor de encaje de estas figuraciones con más extensas peroraciones.

La abrupta armonía, los grados de paulatina tensión promovida por el uso del crescendo, el de la disonancia y, eventualmente, del bitonalismo, de las escalas de tonos enteros, tan propias del autor, la utilización de distinto centros tonales y la sobrecargada instrumentación, que exige un caudal superior a las voces solistas, son factores que definen asimismo la obra. En este sentido, heredera de Salomé (1905), aunque Elektra incluye más de un pasaje decididamente atonal. Y no debe olvidarse esa suerte de curioso empleo del motivo conductor a lo Wagner, que en Strauss se reduce más bien, muy concentradamente, a una colección de perfiles rítmicos y expresiones gestuales recurrentes, a veces calificados de sonoridades visuales (visuale Klanglichkeit).

Es sabido que la partitura alberga una parte para una auténtica soprano dramática, una típica Hochdramatischer, en la línea de una Brönnhilde, una Isolda o una Turandot, pero aún con mayor poder. En las siete representaciones que se anuncian, desde este sábado al próximo 3 de marzo, en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, el cometido recae en la estadounidense de Wisconsin Deborah Polaski (1949), voz de penetrante metal -probable- mente demasiado justa para abordar esos tremebundos do sobreagudos- y bien proyectada, ya que está manejada con rara intensidad y temperamento.

De gran dramatismo. Una cantante aguerrida, de timbre agresivo, no especialmente oscuro, que flaquea y pierde enteros a causa de un vibrato excesivo, que puede hacerse desagradable en la endemoniada danza final. A su lado, la Chrysothemis de la germana Melanie Diener, una lírica plena y vigorosa, tipo vocal que encaja con el lirismo arrebatado del obsesivo personaje, de una pureza y de una calidez ejemplares, que ha de atacar sin pestañeo las alturas del si bemol y del si natural agudos. Las dos últimas funciones están a cargo de Ann-Marie Backlund. En este papel estaba anunciada hace meses la más luminosa voz de la canadiense Adriane Pieckonza.

Una Elektra famosa durante un par de décadas, la húngara Eva Marton, cuando ya su voz empieza a estar temblona y agostada, será Klytämnestra, un papel en el que se refugian antiguas sopranos dramáticas -bien que esta cantante no lo llegara a ser del todo en sus tiempos, mientras que en el correoso cometido de Orestes, breve pero intensísimo, aparece un moderno Wotan, Albert Dohmen, voz amplia de tintes oscuros, aunque un tanto falta de pegada. El histriónico Graham Clark, tenor muy ligero pero de incisivo metal, es el no menos exagerado y débil Egisto.

Todos ellos de seguro estarán cómodos en las manos ordenadas y firmes, no especialmente apasionadas ni particularmente minuciosas en la aquilatación de timbres, de Sebastián Weigle, que abandonará la titularidad en los próximos meses. La producción se hace a medias con la Moneda de Bruselas y viene firmada por el belga Guy Joosten, muy activo en diversos frentes. Su reciente Romeo y Julieta de Gounod en el Met neoyorquino no ha sido precisamente alabado. En el Liceo confían en él, y la próxima temporada tiene encomendada Salomé.