La tragedia de Poliuto
Bilbao presenta la obra de Donizetti
14 febrero, 2008 01:00Figurín del escenógrafo Domenico Franchi
El dominio de las situaciones escénicas, el eficaz y sencillo manejo de la armonía, la soberana línea vocal, la depuración de la ornamentación rossiniana y el melodismo eran factores que estaban en la base constructiva de las óperas de madurez de Donizetti. De estos rasgos está provista Poliuto, que se presenta el próximo sábado en el Euskalduna de Bilbao, una ópera cuya versión italiana, la que se escuchará aquí, se estrenó el 30 de noviembre de 1848 en el Teatro San Carlo de Nápoles. El compositor la había pensado en 1838 para el tenor belcantista francés Adolphe Nourrit. El sujeto provenía del Polyeucte de Corneille. Pero, como tantas veces en la historia de la ópera, la censura intervino: el asunto se consideraba sacrílego de acuerdo con un decreto de Fernando II de Borbón. Nourrit se suicidaría el 8 de marzo de 1839, hecho que, naturalmente, afectó al músico que, sin embargo, no abandonó el proyecto, al que dio forma, con el título de Les Martyrs, y presentó, con el primitivo libreto de Cammarano rehecho por Scribe y bastantes retoques en la partitura original, en la ópera de París el 10 de abril de 1840.No es ésta la versión, en cuatro actos, que se escuchará en Bilbao, sino la napolitana en tres actos, de 1848. Esta suerte de síntesis entre melodrama romántico y tragedia cristiana de Corneille nos sitúa en el siglo III en Metilena, capital de Armenia, durante las matanzas romanas de cristianos. Allí, el magistrado Poliuto se dispone a ser bautizado, a pesar de la oposición de su esposa Paolina, antigua amante del procónsul Severo. Al final, Poliuto elige el cristianismo y Paolina lo acompaña a la arena. La música tiene pasajes banales, pero posee otros de excelente peso dramático, como el espléndido final del acto segundo, inaugurado por un hermoso larghetto, de fulgor preverdiano; o el dúo Paolina-Poliuto del tercer acto; o el cierre de la obra, que combina drama individual y colectivo.
El foso será gobernado en estas funciones de la ABAO por Fabrizio Carminati, ya conocido en la plaza, presidente de la Fundación Arena de Verona. La escena está a cargo del fantasioso Ignacio García. La presencia de Fiorenza Cedolins, soprano lírica amplia, es una garantía para una fina recreación dramática de la sufrida Paolina. Menos entusiasmo despierta Francisco Casanova, voz ancha y bien timbrada en ciertas notas centrales y agudas, pero intérprete plano, o Vladimir Stoyanov, discreto barítono, en Severo.