Image: Alto riesgo para Gerd Albrecht

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Música

Alto riesgo para Gerd Albrecht

El director, en el Auditorio Nacional desde mañana hasta el domingo

8 mayo, 2008 02:00

Foto: Q. García.

Creemos que desde abril de 2005 no se situaba la música de Alexander von Zemlinsky (1871-1942) en los atriles de la Orquesta Nacional. En aquella oportunidad fue su ópera corta Una tragedia florentina. Ahora, este fin de semana, le toca el turno a la que quizá es su composición más conocida, la Sinfonía Lírica, que requiere la participación de soprano y barítono solistas. No está de más, sin duda, recordar de nuevo a una figura de este calibre, maestro de contrapunto y cuñado de Schoenberg, que en esta obra, de 1922-23, pudo plasmar sus cualidades de orquestador e instrumentador y supo recrear, con certera habilidad, un lenguaje en buena parte derivado de Mahler, del que, como su pariente político, fue seguidor.

El músico siempre supo asociar estilos heterogéneos, en una línea de sutil eclecticismo que no deja de tener, sin embargo, aportaciones personales. La composición no puede negar, evidentemente, esa influencia mahleriana, en concreto la de La canción de la tierra, que ilustraba textos chinos. Zemlinsky eligió poemas del hindú Rabindranath Tagore. Es original la utilización en la partitura de interludios orquestales, a modo de finos mecanismos de sutura entre los números cantados, siete en total. Las voces siguen un recitativo dramático de rara incandescencia. Magistral es el manejo de los timbres, que conceden a las texturas un toque de atractivo y delicado exotismo. La capacidad del autor para alternar un lenguaje heredero de la armonía tradicional con eficaces prospecciones que nos llevan a los límites de la tonalidad favorece un espectro sonoro de variados reflejos y de colorido realmente excitante. El bien administrado y exquisito cromatismo se sublima y alcanza a veces un maravilloso preciosismo por encima del cual triunfa la melodía esplendorosa.

Se cuenta en este concierto con mimbres en principio adecuados. La soprano es la germana Melanie Diener, una habitual en la parte, voz anchurosa, de plenitudes líricas. Cantante sólida y segura. El barítono es José Antonio López, de amplio centro, graves bien provistos, algo más feble en la zona aguda. Pero tiene metal y canta con sobria musicalidad. En el podio, el alemán, ya bastante conocido en la plaza, Gerd Albrecht, un maestro solvente antes que inspirado, amigo de aventuras de alto riesgo y especialista en este tipo de músicas. Se encargará también de acompañar, con los instrumentistas nacionales, al brillante pianista canario Iván Martín, que no tendrá problemas para reproducir el juego de limpio clasicismo avanzado del Concierto nº 2 de Beethoven, obra que completa el atractivo programa.