Image: Barenboim despide Granada

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Música

Barenboim despide Granada

10 julio, 2009 02:00


Es ya casi una costumbre que el Festival de Granada se cierre cada año con la intervención de Daniel Barenboim al frente de la Staatskapelle de Berlín, que es la formación que toca en el foso de la ópera del Estado berlinés y que ya tiene también muchas horas de vuelo como conjunto sinfónico. Cuerdas oscuras y plenas, maderas tornasoladas y metales briosos establecen, bien combinados entre sí, un interesante espectro sonoro muy alemán, muy engarzado en la tradición más acrisolada.

La que esperamos siempre que planee en sus interpretaciones de páginas tan ancladas en la historia cultural teutona como son la infrecuente obertura Ruy Blas que Mendelssohn escribió en 1839 con destino a una representación de la obra de Victor Hugo. O también el Concierto nº 3 de Beethoven, cuyo olímpico trazado será expuesto por el propio Barenboim en su tan valiosa faceta de instrumentista, tan propicia para desgranar, con su hábil empleo del ataque picado-ligado, su control de dinámicas y su esbelta sonoridad las bellezas de estos pentagramas. En el extremo más moderno de esa línea en la que nace la estructura sonatística, el Adagio de la Sinfonía nº 10 de Mahler, que nunca se ha tocado en Granada, el único tiempo que el compositor concluyó y que mira ya al expresionismo vienés. Son las obras que constituyen el concierto de hoy en el patio de Carlos V.

El de mañana no deja de ser singular, puesto que combina la curiosa Symphonia: Sum Fluxae Pretium Spei del centenario músico estadounidense Elliott Carter con dos partituras pertenecientes a aquel acervo. Dos piezas orquestales de alto rango compuestas por Wagner como introducción a dos óperas muy diferentes pero igualmente magistrales: el emotivo Preludio (con el añadido de la Muerte de amor) de Tristán e Isolda y la juguetona y contrapuntística obertura de Los maestros cantores de Nurenberg. El domingo se remata la muestra con la compacta y melodiosa Sinfonía nº 4, 'Romántica', de Bruckner, tan equilibrada, radiante y evocadora. Digno colofón.