Image: Los Tafelmusik de Bruno Weil

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Música

Los Tafelmusik de Bruno Weil

El conjunto barroco gira a Mozart y Haydn

14 mayo, 2010 02:00

Integrantes de Tafelmusik. Foto: Cylla von Tiedemann.

La Coruña, Valencia, Bilbao, Barcelona y Pamplona reciben, del 16 al 21 de mayo, a Bruno Weil y Ronald Brautigam para un programa vienés.

Sin duda uno de los conciertos de mayor interés del Festival Mozart de La Coruña es el anunciado para el domingo. Corre a cargo del conjunto canadiense Tafelmusik, una orquesta de tipo barroco que actúa con instrumentos de época y que se amolda bien al repertorio clásico, que es el que ocupa este programa coruñés: obertura de Idomeneo y Concierto n° 20 para piano de Mozart y Sinfonía n° 101 de Haydn. Música vienesa del siglo XVIII en toda su pureza. Es decir, equilibrio, belleza formal y melódica, elegancia de trazo y claroscuros expresivos, aviso o anticipo de romanticismos no muy lejanos.

Para hacernos llegar el fatídico aldabonazo inicial de la obra concertante se cuenta con un instrumentista de alto nivel, el holandés Ronald Brautigam, que desde el fortepiano primero y del piano después viene dando lecciones de estilo y de nítida digitación. Su integral de sonatas de Haydn y sus numerosas aproximaciones a Mozart demuestran que es un artista serio, estudioso y dotado.

La excelente agrupación de Toronto tiene acreditada ya su categoría, la calidad de su sonido y una sorprendente afinación; virtudes que se ponen de manifiesto en una extensa y premiada discografía. Pasearán el mismo programa de Mozart y Haydn por el Palau de la Música de Valencia (día 18), el de la Música Catalana (20) y el Teatro Gayarre de Pamplona (21). A la Sociedad Filarmónica de Bilbao (19) llevan sólo Mozart, y añaden la Sinfonía n° 41 ‘Júpiter'.

Infatigable Weil
Es su director invitado desde hace años el germano Bruno Weil, alumno de maestros tan solventes como Hans Swarowsky y Franco Ferrara, de los que ha sabido extraer lo mejor. Su ascenso ha sido más bien lento, ya que no es un músico excesivamente precoz, sino un trabajador infatigable, que ha luchado no poco para situarse en los más diversos podios, en especial los operísticos. Su notoriedad empezó a cobrar valor cuando sustituyó en 1988 a Karajan en Salzburgo para dirigir Don Giovanni. Sus modos pueden chocar en un principio por su relativa elegancia y su gestualidad; pero a la postre, después de tanta laboriosidad, lo que manda en él es la eficacia, la presteza y el conocimiento de los timbres.