El ocaso de los dioses de Claus Guth en Hamburgo. Foto: Monika Rittershaus.

El festival escénico-sagrado de Wagner subirá el domingo al escenario barcelonés en una nueva producción del Liceo y la Ópera de Zúrich que cuenta con un reparto de lujo, encabezado por Klaus Florian Vogt.

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  • Una de las citas de mayor interés de la temporada tendrá lugar en el Liceo este domingo con la presentación de una nueva producción de Parsifal a cargo del inteligente y a menudo deformador regista Claus Guth, amigo de buscar y rebuscar significados ocultos o resoluciones con frecuencia gratuitas. Aunque nunca se debe perder la oportunidad de estudiar los hallazgos de este director de escena, capaz de montajes tan discutibles como el de Los maestros cantores (la pasada temporada, también en Barcelona) o del Don Giovanni representado en Salzburgo en 2008; y de planteamientos tan demoledores y verosímiles como su Così fan tutte en el mismo festival de hace dos años.



    Parsifal es una ópera pararreligiosa, una reflexión profunda sobre una manera de ver la vida y la muerte. Las narraciones Parzival y Titurel de Wolfram von Eschenbach estaban en la raíz del interés del músico, que la vio estrenar el 26 de julio de 1882 en el Teatro de Bayreuth a manos de Hermann Levi. Para esta obra difícil de escuchar y, por supuesto, de ver y de interpretar, Guth ha situado la acción entre las dos guerras mundiales del siglo XX: "La llegada de Parsifal en el tercer acto para salvar el templo del Grial sintetizaba el clima emocional en el que se encontraba la Europa del momento", cuenta el director alemán. "Por eso el espacio escénico está situado en una imprecisa contemporaneidad. Se trata de una metáfora de la fuerte depresión en el ánimo de los ciudadanos que refleja su desorientación espiritual".



    Como es lógico, Guth no ha querido obviar el fuerte contenido filosófico de una obra que, nos explica, no es religiosa ni antirreligiosa: "Aquí se da una extraña combinación del pensamiento de Schopenhauer con ideas budistas e iconografía cristiana".



    Para dar forma a su propuesta, Guth cuenta, hasta el 12 de marzo, con la batuta de Michael Boder y un equipo vocal de lujo, aunque de momento no veamos a la soprano Anja Kampe con los recursos dramáticos adecuados para Kundry, que sí posee la veterana Evelyn Herlitzius. Klaus Florian Vogt tiene la claridad vocal y la inocencia que pide el personaje central, en el que se desenvuelve muy aceptablemente desde hace años el inglés Christopher Ventris. Hans-Peter König puede hacer gala por su parte de caudal y homogeneidad tímbrica, quizá no tanto de nobleza y finura en el decir, como Gurnemanz; en mayor medida que Eric Halfvarson. Como Amfortas no nos interesan demasiado ni el gigantesco Alan Held ni Boaz Daniel.