La pianista francesa Hélène Grimaud. Foto: Mat Hennek.

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  • Hélène Grimaud nació en Francia pero se considera alemana "de sentimiento". Desde su debut en 1987 a instancias de su padrino Daniel Barenboim y la Orquesta de París su piano ha sido un bastión germano-romántico. "Quede claro que no he dedicado mi vida a un tomo de la enciclopedia", advierte Grimaud a El Cultural, "porque nunca he entendido el romanticismo como un periodo histórico, sino como una actitud, una capacidad de intuición y una forma de sentarse al piano y sentir cada nota". La prueba está en la manera que tiene de abordar la Sonata n° 8 de Mozart en su último disco, Resonances (DG), dedicado a la tradición musical del Imperio austrohúngaro, o el sentimiento desbordado con el que describe la Partita para violín de Bach de acuerdo a los postulados harnoncourtianos. Si se lo propusiera, "romantizaría" al mismísimo Stravinsky, pero no es frecuente verla por España y, para el concierto de este miércoles en el Auditorio Nacional, Ibermúsica ha preferido programar una de sus especialidades, el Concierto n° 5 ‘Emperador' de Beethoven, junto a la Filarmónica de Múnich de la que es titular, desde hace siete años, el berlinés Christian Thielemann.



    La francesa usó la misma partitura para el concierto inaugural del último Festival de Bonn (acompañando a Paavo Järvi) y en mitad del segundo movimiento alguien del público desfalleció a causa del impacto, aunque todo quedó en un susto. "Una prueba más de que los conciertos son una experiencia irrepetible", bromea la pianista. "No debemos olvidar que el Concierto ‘Emperador' recibe su nombre del soldado francés que durante el estreno de la obra en 1908 creyó haber visto a Napoleón entre los pasajes de la partitura e interrumpió el concierto para señalarlo".