El contratenor norteamericano Bejun Mehta. Foto: Marco Borggreve.
El contratenor norteamericano ofrece el lunes un recital en Madrid obras de Purcell, Haydn, Beethoven y Ralph Vaughan Williams, entre otros.
El lunes visita el ciclo Lied del Teatro de la Zarzuela el contratenor norteamericano Bejun Mehta (Laurinburg, 1968), una de las mejores voces del panorama, con una larga historia artística, que comenzó en la infancia. Fue el también contratenor David Daniels quien lo orientó hacia la cuerda en la que es hoy primerísima figura. Debutó en 1998 cantando Partenope de Händel en Nueva York.
El artista reconoce su acierto al decidir dar un giro a su carrera. "Cometí el error de empezar, una vez mudada la voz, cantando como barítono", señala. "Nunca me sentí del todo cómodo, y tampoco llegué a ser muy bueno. Pero ni a mí ni a mis profesores se nos ocurrió que no estaba utilizando mis cuerdas vocales tal como venían construidas para mi propio cuerpo. Soy un contratenor, no un barítono. Una vez que me di cuenta de que forzaba mi voz en una tesitura inapropiada, la coloqué en su sitio natural. Casi de inmediato supe que tendría éxito".
Para lograr esa impostación el cantante debió realizar los ejercicios y prácticas correspondientes a su tipo vocal, un trabajo que consiste en cultivar el falsete, la voz de cabeza y sus variados resortes. La base respiratoria es la misma, pero no se puede negar la singularidad de la emisión y del sonido resultante. Curiosamente, Mehta no comparte el criterio defendido por numerosos pedagogos: "El objetivo es adquirir una técnica correcta y saludable de bel canto, la utilizada por cantantes de distintas voces".
Tampoco cree que exista ningún tipo de problema en que una voz de contratenor, producto de técnicas pretéritas actualizadas, pueda cantar cualquier repertorio, aun cuando el compositor no pensara ni remotamente en este tipo vocal. "Se puede cantar bien Schubert desde cualquier registro. Basta con saber combinar la poesía con la música y compartir con el público un mayor entendimiento del texto". Aunque no se pronuncia a la hora de dar nombres de cantantes preferidos, sí lo hace para establecer las disparidades entre los contratenores americanos y europeos. "Veo divergencias de estilo. Los británicos, por ejemplo, poseen una especie de pureza derivada de su excelente y larga tradición coral". Y da relevancia al repertorio y a la manera de elegirlo. "En el operístico es preciso considerar muchos factores, y hacerse muchas preguntas. ¿Me apetece colaborar con el director musical y con el regista? ¿Es un papel que conozco, lo he cantado antes?". En caso de un recital, se abre un proceso no menos difícil. "Se trata de estudiar cientos y cientos de lieder con el fin de seleccionar, más o menos, unos treinta que me digan algo". Así, el variadísimo programa junto al pianista Julius Drake incluye obras de Purcell, Haydn, Beethoven, Vaughan Williams, Howells, Berkeley, Stanford, Warlock y Gurnev.