Un momento de la producción de Warlikowski. Foto: Ópera de París.

El director de escena polaco aborda desde la polémica el nuevo montaje que llega el lunes al coliseo madrileño. Lo acompañará desde el foso Paul Daniel

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  • Król Roger de Karol Szymanowski (1882-1937) se estrenó en España el 2 de octubre del año pasado en el Liceo de Barcelona. La obra, creada en Varsovia el 19 de junio de 1926 y luego caída en un práctico olvido hasta poco después de la segunda guerra mundial, se trae ahora al Teatro Real, lo que es, no cabe duda, un acontecimiento muy significativo. Y lo es más cuanto que se ha elegido para la ocasión, que se va a producir el lunes, un grupo artístico y musical de relevancia indudable, que dará forma a la ópera bajo el manto de una nueva producción que viene de la Ópera Nacional de París, anterior feudo del director artístico del coliseo madrileño, Gerard Mortier.



    El montaje lleva la firma del en ocasiones certero y profundo regista polaco Krzysztof Warlikowski (Szczecin, 1962), que tan grato sabor de boca dejó hace un par de temporadas con El caso Makropoulos de Janácek. En El rey Roger hay, desde luego, mucha tela que cortar para un director de escena con ingenio. Y este artista lo tiene. La polémica vendrá servida esta vez por una piscina y unas proyecciones que mezclan imágenes, cámara en mano, de los coristas con una película de Andy Warhol.



    Al frente del reparto, encarnando a Roger II de Sicilia, figura el excelente barítono, también polaco, Marius Kwiecien, ya conocido en el Teatro Real (Las bodas de Fígaro, Eugen Onegin) que posee un instrumento idóneo para la parte por su pleno timbre de lírico. A su lado, como Roxana, su esposa, la soprano ucraniana Olga Pasichnyk, el tenor eslovaco Stefan Margita en el papel de Edrisi y el tenor norteamericano Will Hartmann como Pastor, una parte vocal muy complicada, propia de un cantante lírico a la italiana. Es intérprete que se ha hecho ya al cometido.



    Debemos destacar la presencia, como Diaconisa, de la veterana mezzo polaca Jadwiga Rappé, hoy relevante maestra de canto. En el foso se sitúa el avezado Paul Daniel, un británico que se ha especializado en la ópera del siglo XX y que nos ha brindado en Madrid señaladas actuaciones, como L'Upupa de Henze y el citado Makropoulos de Janácek, y que parece apropiado para dar forma a la difícil partitura, en cierto modo conectada con Oedipus Rex de Stravinski.



    La obra stravinskiana, estrenada un año después, coincide con la de Szymanowski en el hieratismo: es también una versión estática de una determinada antigüedad, aunque aquélla mantiene una acción estricta, heredada de Sófocles. Król Roger se convierte en una suerte de sinfonía vocal y coral en tres movimientos desarrollada a través de un lenguaje literario conceptuoso, del libretista Jaroslaw Iwaszkiewicz, que gira en torno a la dualidad entre lo dionisíaco y lo apolíneo en una historia en la que el protagonista se siente atraído por un adolescente.



    Todo ello sin renunciar a una música formidable, en la que se dan cita, a modo de precipitado, las diversas influencias recibidas, e inteligentemente sintetizadas, por el compositor en un momento crítico de su creación: impresionismo francés, trazos del Stravinski de La consagración de la primavera, formulaciones extraídas del folklore de su país, gotas del misticismo de Scriabin, algún aroma straussiano y variados rasgos procedentes de un postromanticismo todavía coleante.



    Vargas Llosa templa a Mortier

    El Consejo Asesor Artístico del Teatro Real se reunirá por vez primera el próximo 28 de abril. Estará presidido por Mario Vargas Llosa e integrado por Rafael Argullol, Teresa Berganza, Pierre Berger, Nuria Espert, Iñaki Gabilondo, Manuel Gutiérrez Aragón, Cristina Iglesias, Montserrat Iglesias, Carmen Jiménez, Antonio Muñoz Molina, Mercedes Rico y Eugenio Trías. El Patronato del Teatro Real aprobó en su última sesión, celebrada el pasado 14 de marzo, la creación del nuevo organismo, cuya misión será asesorar, tanto a la dirección artística del Teatro Real como a sus órganos de gobierno, en todas aquellas materias de índole cultural en las que sea consultado, con el criterio y el conocimiento pluridisciplinar de sus miembros, que se reunirán, al menos, dos veces al año.