Helmut Lachenmann. Foto: Fundación BBVA.

El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Música Contemporánea reconoce este año el empeño de Helmut Lachenmann por ensanchar el mundo de los sonidos durante el último medio siglo. El Cultural ha hablado con el compositor alemán antes de que recoja, este miércoles, el galardón.

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  • El perfeccionismo no es un vicio, sino un placer añadido del que Helmut Lachenmann (Stuttgart, 1935) es todo un gurú, en el sentido más metafísico del término. Su inquietud estética y su sentido crítico lo han llevado a conquistar algunas de las cotas más altas del pensamiento musicológico de los últimos 50 años. Por eso, "por haber conducido a su público -destaca el acta del jurado- hasta territorios inexplorados de la experiencia musical", el compositor alemán recogerá el miércoles el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Música Contemporánea.



    Los pentagramas de Accanto (para clarinete, gran orquesta y cinta magnetofónica), de su cuarteto de cuerda Grido o de su ópera La cerillera siguen siendo hoy un revulsivo. "Yo creo en el arte como aventura estética -explica Lachenmann a El Cultural- y al mismo tiempo como resistencia subversiva frente al entumecimiento de la conciencia". Además del premio, el 22 de junio el ciclo Universo Lachenmann de Músicadhoy se despide en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Madrid con un concierto de la Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española, que dirigirá el maestro Matthias Hermann, con dos de sus obras de gran formato (Double. Grido II y Accanto) y Jeux (Poème dansé) de Debussy.



    -¿Qué significa a estas alturas de su trayectoria el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento?

    -Supone un placer inesperado y un estímulo creer en la actualidad de un concepto artístico cada vez más arrinconado en la vida cultural. Con frecuencia se considera la música contemporánea un subproducto de entretenimiento comercial, poco o nada interesante.



    -Posará en la foto al lado de cuatro científicos, un economista y un informático. ¿Considera la música una disciplina fundamental para el desarrollo de las sociedades?

    -Lo es como arte autónomo en sentido categórico, es decir, como medio para la reflexión estética. La música, por irritante que pueda resultar, nos recuerda nuestra realidad como seres reprimidos, como criaturas que, sabedoras de su fragilidad, deben dar forma a su vida y ejercer su libertad y resistirse a los mecanismos manipuladores y anti-intelectuales.



    La historia como ciencia

    -¿En qué medida se siente usted un científico?

    -Pertenezco al Wissenschaftskolleg de Berlín, universidad por la que pasan juristas, sociólogos, matemáticos, biólogos... No soy un científico, pero también los músicos tenemos cosas que estudiar, empezando por nuestra historia.



    -¿Considera los premios una confirmación de la relevancia de su música?

    -Serán otros los que deban juzgar mi música. Yo sólo me he dejado llevar por mi instinto creador, obedeciendo a una curiosidad insaciable. Sólo así me he ganado el respeto.



    -Ha huido usted siempre del "placer gastronómico" de la experiencia musical. ¿Qué le parece que la nueva generación de músicos aspire al gran público?

    -En cuanto a placer gastronómico de la melodía, ya se trate de Mozart, Schubert, Mahler o Morricone, no hay quien me supere. Pero el arte tiene otras muchas dimensiones. Cuando el emperador austriaco dijo sobre la música de Mozart que "no estaba hecha para el paladar de los vieneses" no imaginaba que algún día los burgueses la devorarían y transformarían en un factor de crecimiento económico. ¿Que qué opino de los elementos pop en los jóvenes compositores? Que por qué no. Tengo curiosidad por saber si esta práctica que parte de un vicio ladino abrirá nuevos horizontes estéticos.



    -¿Quiere decir que sigue habiendo fronteras y horizontes por conquistar?

    -Todas las situaciones tienen su propio horizonte, y todos los horizontes aspiran a ser ensanchados. El concepto de música se redefinirá una y otra vez mientras existan hombres creativos, motivados y curiosos.



    -¿Considera que su música ha evolucionado?

    -Evidentemente mi música ha cambiado en 50 años, pero al mismo tiempo sigue siendo la misma, al igual que yo y que cualquier otro ser vivo.



    -¿Existen elementos comunes entre el actual desencanto europeo y la Alemania frustrada que vivió usted en su juventud?

    -Lo que usted llama una "Alemania frustrada" para mi familia era una Alemania liberada de la opresión. En cuanto a mí, tenía nueve años cuando acabó la guerra y disfrutaba de la vida.



    -Cuando dice que los periodistas fuerzan el adjetivo, ¿insinúa que la música no siempre debe o puede explicarse?

    -El gremio de los periodistas es importante, pero está coartado por la necesidad de expresarse de forma competente y entretenida. Por eso, a menudo no le queda otra elección que refugiarse en superficialidades, algo que, en mi opinión, además de pernicioso es una lástima.



    -¿Y qué solución propone?

    -No tengo nada en contra de las explicaciones, siempre que éstas no reemplacen al acontecimiento sonoro. Creo que la música siempre será comprendida. Y precisamente porque se comprende el público más vago siente miedo.