Escena del montaje de I due Figaro de Emilio Sagi.

Emilio Sagi se alía con Riccardo Muti para la recuperación de I due Figaro, de Saverio Mercadante, que se estrena esta tarde en el Festival de Pentecostés de Salzburgo como anticipo a la temporada de Mortier.

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  • Esta tarde se recupera en el Festival de Pentecostés de Salzburgo la ópera I due Figaro de Saverio Mercadante en una producción que cuenta con un equipo artístico español encabezado por Emilio Sagi. El maestro Riccardo Muti, Príncipe de Asturias de la Artes 2011, estará al frente de la Orquesta Giovanile Luigi Cherubini y un elenco de jóvenes cantantes, en su mayoría italianos, en la Haus für Mozart. El Philharmonia Chor de Viena estará dirigido por Walter Zeh en este proyecto que se pasará a finales de este mes por el Festival de Ravenna y se podrá ver en el Teatro Real de Madrid la próxima temporada.



    Se trata del estreno de una obra que posee especial importancia para nosotros, pues fue concebida en España durante su estancia por el compositor italiano, que había venido a Madrid con una compañía italiana contratada por el empresario del Teatro del Príncipe. Su objetivo era dar lustre a la vida operística madrileña que empezaba en cierto modo a languidecer. Se necesitaba savia nueva y esa era la que podían proporcionar los artistas y músicos transalpinos. Mercadante vino a Madrid en 1826 en calidad de maestro director de la compañía, que, tras Zelmira de Rossini representó Elisa y Claudio, primer fruto escénico del compositor.



    Un estreno imposible

    En medio del trabajo de ensayos y funciones, el artista italiano empezó a escribir una nueva ópera sobre un libreto ya conocido del prolífico Felice Romani, al que había puesto música Michele Garafa en 1820. El asunto se basaba en la comedia en cinco actos Les deux Figaro de Martelly, uno de los grandes éxitos en París del período revolucionario. El tema caía de cajón considerando el deseo del compositor de servir un tema conectado con el país que lo había acogido. El triunfo pocos años atrás de El barbero de Sevilla de Rossini reforzaba la elección. Por una serie de circunstancias, entre ellas la rivalidad entre dos prime donne, la ópera no se llegó a estrenar cuando estaba previsto y quedó olvidada. Hasta que se recuperó en 1835 y se presentó en el Teatro del Príncipe el 26 de enero de 1835.



    La habilidad de la pluma de Mercadante se revela en el tratamiento armónico e instrumental dado a un rico material de signo español dominado por danzas como el fandango, el bolero, la tirana o la cachucha, cuyos ritmos aparecen ya en la jugosa Sinfonía. El polo es otro de los bailables que se utilizan a lo largo de una partitura brillante, bien construida y orquestada, con lucimiento vocal. Con todo, dista de poseer la entraña y enjundia de las mejores y posteriores creaciones del músico, capaz de escribir obras como Il giuramento, Il bravo, Il reggente o Medea, en las que el tratamiento del recitativo y la envergadura dramática alcanzaban sus cotas máximas.



    Este fruto de primera época, que inicia su gira europea en Salzburgo, estará presente en el Teatro Real de Madrid, que es coproductor junto al Festival de Pentecostés y el Festival de Ravenna. Será en marzo de 2012, en el curso de la temporada de abono. Será un acontecimiento importante en tanto que esta ópera, tan conectada con Mozart y Rossini, aporta prácticamente el único sabor español al programa de Mortier. Además, con un equipo de voces jóvenes en escena, debutará en el foso Riccardo Muti de nuevo frente a la orquesta Luigi Cherubini.



    Aplausos, pues, para la iniciativa de recuperar esta partitura, revisada, hace algún tiempo, a iniciativa del Instituto Complutense de Ciencias Musicales, por Vicente Sánchez Sánchez y Paolo Cascio. Ha hecho bien la actual dirección artística del Real de apuntarse a este carro, único vestigio, aunque indirecto, en la temporada próxima de la música española.