Música

El milagro de Mortier

El colosal San Francisco de Messiaen llega al Madrid Arena

1 julio, 2011 02:00

San Francisco de Asís en la Trienal del Ruhr de 2003. Foto: Michael Kneffel.

Las 22 toneladas de cúpula que albergará el Madrid Arena desde el 6 de julio para las funciones de la ópera San Francisco de Asís de Olivier Messiaen serán un hito en la historia del Teatro Real. Con seis horas de duración, 21.500 localidades y un plantel de 250 músicos y cantantes, es la gran apuesta de la temporada. Una traca final antes del verano que tiene el sello de su director artístico, Gerard Mortier, con el que hemos hablado.

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  • La puesta en escena de la ópera San Francisco de Asís de Olivier Messiaen requiere de un milagro. No sólo argumental, también logístico. Por eso el Teatro Real ha trasladado las funciones de su penúltima y más ambiciosa producción de la temporada a los 30.000 metros cuadrados del Madrid Arena. No se trata de buscar paralelismos entre la Casa de Campo y la colonia de los leprosos del libreto, sino de devolver la fe al público madrileño con un montaje al que Miguel Muñiz, director general del coliseo, se refiere como "la gran apuesta de la temporada".

    La magnitud del proyecto requiere, sin embargo, una lectura que va más allá de la espectacularidad de los 2 millones de euros que ha costado la producción, las 6 horas que dura la obra o las 21.500 localidades a las que aspira el nuevo aforo. Lejos de la cifras y los números que justifican la primera ópera de abono del Teatro Real fuera de la Plaza de Oriente, San Francisco de Asís pretende reconciliar a su público con el repertorio del siglo XX y acondicionar la ciudad para una posible "capitalidad" dentro del circuito veraniego de festivales, que podría abrir un hueco en su agenda: entre la campiña de Glyndebourne y la cima de Bayreuth.

    El italiano Massimo Teoldi, director técnico del Teatro Real, está familiarizado con los problemas de las producciones que sobrepasan la capacidad de los escenarios de ópera tradicionales. Ha trabajado quince años en el Festival Rossini de Pésaro, más de seis en el Maggio Musicale Fiorentino y ahora coordina un equipo de 80 personas que, desde hace varias semanas, reconstruye la instalación de San Francisco de Asís que los artistas plásticos Ilya y Emilia Kabakov concibieron para la Trienal del Ruhr de 2003. Las 22 toneladas de la gigantesca cúpula que diseñó el matrimonio ruso, inspirándose en el rosetón de la iglesia medieval de Santa Elena de Turquía, han llegado a Madrid en barco desde Nueva York, donde Mortier tenía pensado reponerla antes de que se precipitara su salida de la City Opera. "Es como hacer las obras de la M-30 con los planos de un scalextric", bromea un operario desde una de las grúas con las que han levantado los 14 metros que mide la estructura. Sobre las doce caras de la pirámide se han montado 1.400 tubos fluorescentes que cambian de color con los estados de ánimo del Poverello de Asís en su camino de redención y santidad, y que aluden también a las sinestesias que padecía Messiaen. "Cuando escucho música veo los colores correspondientes que giran, se mueven y se mezclan al mismo tiempo que lo hacen los sonidos", llegó a escribir el compositor.

    Diseño acústico
    Además de la consola de ordenador que controla los 75.000 vatios de luz, el Madrid Arena ha encargado a la prestigiosa casa alemana Müller-BBM el mismo sistema de corrección electroacústica que utiliza el Hollywood Bowl de Los Ángeles para garantizar la calidad de los conciertos de una sala que alberga 16.000 butacas. "Hemos colocado más de 60 micrófonos ultrasensibles y otros tantos altavoces por toda la sala", explica sobre el terreno Teoldi. "Su función no es amplificar la voz, como sucede en L'Arena de Verona, sino corregir los errores de reverberación sin alterar la naturaleza de los instrumentos". Con el mismo propósito se han distribuido por el recinto paneles absorbentes y reflectantes que regulan el sonido de los 9 solistas, los 120 cantantes de los dos coros (el titular del Teatro Real y el de la Generalitat Valenciana) y los 130 maestros de la Orquesta Sinfónica de la Radio Baden-Baden y Friburgo que dirigirá el francés Sylvain Cambreling, hombre de confianza de Mortier y uno de los máximos expertos en la obra de Messiaen. "San Francisco no es una ópera cualquiera", comenta Cambreling durante uno de los ensayos. "Te obliga a pensar el sonido de una manera completamente diferente. No tanto por las proporciones de una orquestación monumental o por la superposición de varios tempi como por la concepción de un nuevo vocabulario musical que hay que poder entender y saber transmitir".

    Además de compositor, Olivier Messiaen (Aviñón, 1908 - Clichy, 1992) se consideraba a sí mismo ornitólogo. Su fascinación por los pájaros le llevó a elaborar un corpus sonoro con la transcripción de hasta 87 especies diferentes, que registraba con su grabadora en sus viajes por el mundo e incorporaba después a sus composiciones. Así se explica la presencia de una enorme jaula llena de palomas en el segundo acto de San Francisco y un despliegue orquestal alejado de los elementos estructurales de la ópera tradicional. Se escucharán cinco formas distintas de teclado (xilofón, xilorimba, marimba, glockenspiel y vibráfono), una potente sección de percusión procedente de Europa, Extremo Oriente y Latinoamérica y tres Ondas Martenot, un instrumento monofónico que crea extrañas atmósferas.

    En busca de libreto
    Messiaen trabajó durante ocho años en su primera y única ópera, que le había encargado Rolf Liebermann, el entonces director de la Ópera de París, con la mediación posterior del presidente francés Georges Pompidou. "Confieso que mi sueño era escribir una Pasión o una Resurrección", anotó Messiaen en su diario, "pero he optado por un personaje que, no siendo un dios, sino tan sólo un hombre, sin embargo se parecía a Cristo porque era casto, porque era humilde, porque era pobre y porque sufrió". La carga poética de los ocho cuadros que articulan el libreto, que redactó el propio Messiaen, está inspirada en las biografías medivales de Tomás de Celano y San Buenaventura y algunos escritos de San Francisco que dan vida a siete personajes: el ángel (que interpreta Camilla Tilling, la única voz femenina de todo el reparto), San Francisco (rol que se reparten el bajo-barítono español Alejandro Marco-Buhrmester y el francés Vincent Le Texier), el leproso (Michael König) y los frailes Elías (Gerhard Siegel), León (Wiard Witholt), Maseo (Tom Tandle), Bernardo (Victor von Halem), Silvestre (Vladimir Kapshuk) y Rufino (David Rubiera).

    Experiencia extramusical
    Para profundizar en el singular universo creativo de Messiaen, el Teatro Real ha organizado en los días previos al estreno de este miércoles una serie de actividades paralelas en colaboración con el Círculo de Bellas Artes, la Residencia de Estudiantes y la Escuela de Arquitectura de la Universidad Europea de Madrid, además de la habitual sesión de Enfoques, que el martes ofrecerá el concierto Quatuor pour la fin du temps. Asimismo, en el "ala oeste" del Madrid Arena, la colección Espacio y tiempo, sonido y color, comisariada por Yvan Nommick, director artístico de la Casa Velázquez, repasará la trayectoria del compositor y la vida del santo a través de imágenes, manuscritos y un documental que resume en timelapse el montaje de la cúpula, concebida originalmente como una instalación artística. La idea es que el público pueda visitar la exposición durante los dos descansos de cada una de las cinco representaciones programadas entre el 6 y el 13 de julio. También se han habilitado varias barras de catering y un restaurante que ofrecerá cenas exprés durante la hora que dura el último intermedio. "Queremos que el público le dedique un día entero a la música", se enorgullece Mortier. "Que llegue con tiempo a la Casa de Campo, que disfrute del espectáculo y que salga transformado. Porque, después de San Francisco, los pájaros ya no vuelven a sonar de la misma manera".

    La casualidad ha querido que otra producción de San Francisco de Asís se represente al mismo tiempo en el Festival de Ópera de Múnich. La dirigirá Kent Nagano, precisamente el mismo que se ocupó en 1986 del estreno de la versión de concierto de la obra en el Teatro Real. Las comparaciones no se harán esperar. Y por eso Mortier ha encomendado al director de escena Giuseppe Frigeni algunos cambios de última hora en el cuadro del leproso. "Estamos en un momento de grandes transformaciones", comenta el pintor Ilya Kabakov. "No todos podemos cambiar, y por eso creemos en el milagro".