Pat Metheny. Foto: Jimmy Katz.

El de Missouri arranca esta viernes en Zaragoza una gira por seis ciudades españolas. A sus 57 años, el guitarrista se reinventa en su último disco, What's It All About, un surtido variado de versiones y temas propios con el que regresa al sonido acústico.

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  • El paso del tiempo ha concedido a Pat Metheny (Missouri, 1954) una madurez musical ajustada a su personalidad. Pocos guitarristas pueden presumir hoy de tener señas de identidad inconfundibles, gestos que le delatan a los pocos segundos de una escucha. Así pues, no sorprende que la exclusividad de su sonido sea el denominador común de todas las aventuras que emprende, con independencia de que el aficionado se acerque al Pat Metheny eléctrico y popero, el que lidera junto al teclista Lyle Miles su famoso Group; al Pat Metheny jazzista directo y frontal; o al Pat Metheny entregado a su propio universo compositor, ya sea en solitario o en compañía de amigos paisanos como Charlie Haden. Esta última sensibilidad es la que ha estimulado su último disco, What's It All About (Nonesuch/Warner), manufacturado sin compañía y que bien pudiera ser prolongación de su anterior álbum, Orchestrion, también firmado en solitario.



    Algunas de sus piezas servirán de argumento a la gira que este mes de noviembre le lleva por seis ciudades españolas: Zaragoza (esta tarde), Sevilla (mañana), Cartagena (20), Madrid (21), Bilbao (22) y, finalmente, Barcelona (24). El de Missouri acude en uno de los formatos que más se le agradecen, el de trío, con el concurso de dos sólidos puntales rítmicos, el contrabajista Larry Grenadier y el baterista Bill Stewart.



    -What's It All About supone el regreso al sonido acústico, tras el tecnológico Orchestration, ¿con qué sonido se encuentra más cómodo?

    -Con cualquiera, yo vivo en los dos. Sin embargo, es cierto que Orchestrion representa una nueva manera de combinar la tecnología moderna con el sonido acústico. Hasta donde sé, realmente nadie había hecho antes nada por el estilo y, en ese sentido, sí me doy por satisfecho, ya que siempre estoy buscando nuevas formas de expresión, pero que tengan también un significado, una finalidad. Me gusta abordar proyectos diferentes y asumir nuevos retos musicales.



    -En el disco hay muchas versiones, ¿cómo fue el proceso de selección?

    -Todas las canciones incluidas han crecido conmigo, son parte de mi banda sonora vital y siempre me han acompañado, ya sea por motivos emocionales o por motivos musicales. Esta circunstancia supuso un reto para mí. No podía engañarlas, no podía defraudarlas, de ahí que me empleara a fondo para aportar algo mío y de peso, no tocarlas simplemente, vaya.



    -La grabación tuvo lugar en Nueva York, ¿ve usted a su ciudad como fuente de inspiración musical, como lo es cinematográficamente para Woody Allen?

    -Allí toda la gente es muy buena en lo que hace, ya se trate de un fontanero o un artista, lo cual imprime mucho carácter. Por eso los artistas han de pasar por Nueva York, porque te da la justa dimensión de tu talento.



    -Hacía tiempo que no nos visitaba, ¿a qué se debe?

    -¡Se lo puede imaginar! Tengo otro niño pequeño en casa y quería dedicarle un tiempo a la familia, se lo debo. Pero ya estoy en la carretera y deseando tocar en España, un país donde tengo grandes amigos y siento el cariño de la gente.



    -Su amigo Charlie Haden cree que los auténticos festivales de jazz están desapareciendo, que se programan otras músicas en sus carteles, ¿comparte esta opinión?

    -En parte sí. Los músicos de jazz están teniendo problemas para tocar y, sin menospreciar lo que hacen otros artistas, por supuesto, la inclusión de músicas étnicas o del pop-rock o de lo que sea le resta oportunidades a la comunidad jazzística. No hablo tanto por mí, sino de un montón de jazzistas excepcionales a los que me da rabia verles en dificultades para sacar adelante sus trabajos. ¡Pero en España no debéis preocuparos, tenéis algunos de los mejores festivales de jazz de Europa!



    -Una pregunta similar, aunque más compleja, ¿qué es para usted el jazz?

    -Cuando alguien me habla de jazz siempre tengo que detenerme primero y pensar: ‘¿Qué entiendes tú por jazz?'. En nuestro mundo hay un sector muy conservador, que dice lo que tienes que hacer y lo que no, que debes honrar a los artistas que nos precedieron, que debemos sonar como ellos, y te recriminan si no actúas bajo sus consignas... Me parece ridículo. Yo me siento más la izquierda del jazz, donde lo prioritario es ser tú mismo, sonar lo mejor posible y buscar aquellos lenguajes que aún están por definirse. Por otro lado, si les preguntas a cien músicos de jazz tendrás cien respuestas diferentes, porque cada uno tenemos un enfoque, un objetivo y una manera de alcanzarlo. Yo sólo busco mi verdad musical.



    -¿Cómo ve el futuro del jazz para las nuevas generaciones?

    -Atravesamos un momento complicado, pero nunca antes el jazz había tenido tantos buenos músicos. El problema principal, así lo veo yo, es saber adaptarte, interpretar e interactuar con las manifestaciones culturales del momento que te toca vivir, así ha sido siempre y así será. El público no es algo que esté quieto, se mueve e interesa por muchas cosas y hay que saber crecer con él. Ése es el gran desafío para los nuevos músicos de jazz.



    -Tras cuatro décadas de ejercicio, ¿cómo se ve entonces Pat Metheny a sí mismo?

    -Con el tiempo he ido restando ansiedad a mi música. Recuerdo cuando tocaba con Gary Burton, repasábamos una y otra vez, analizábamos todo lo que habíamos hecho, las posibilidades de uno u otro tema... Fue una etapa clave en mi formación, pero había demasiada rigidez y el abanico de posibilidades creativas era muy reducido. En este tiempo he crecido como músico, tocando con infinidad de gente. En eso se ha cambiado: antes tenías que sonar a tal músico o a tal estilo. Ahora, no. Ahora la gente tiene la misma solidez interpretativa, conoce el mismo lenguaje, pero cada uno lo explotamos de una manera.