Image: Philip Glass en el Arriaga

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Música

Philip Glass en el Arriaga

El director estrena Les enfants terribles

2 diciembre, 2011 01:00

Amor y Muerte, en Les enfants terribles de Philip Glass.

Los días 2 y 3 de diciembre, Philip Glass da forma operística a la trama de Jean Cocteau con los tres pianos y las cuatro voces de 'Les enfants terribles', que llegan al Teatro Arriaga de Bilbao coincidiendo con el 25 aniversario de su reinauguración.

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  • El Teatro Arriaga de Bilbao pone este fin de semana una pica en Flandes y sube el telón para la presentación de una gran novedad, la ópera Les enfants terribles del norteamericano Philip Glass (Baltimore, 1937), el más famoso y alabado compositor minimalista. Los métodos archisabidos y permanentemente empleados en el lenguaje de este músico, encuentran nuevas vías de expresión en una obra, estrenada en 2005, que ha coproducido junto a la Ópera National de Bordeaux y el Colisée de Roubaix.

    El equipo que pondrá el espectáculo en pie está ya muy bregado. Sus protagonistas principales son los cantantes Clhoé Briot, Gullaume Andrieux y Olivier Dumait, los pianistas Emmanuel Olivier, Jean-Marc Fontana y Françoise Larrat. La puesta en escena e iluminación se debe a Stéphane Vérité, quien colabora también con Romain Sosso en la concepción de imágenes. Buena piedra de toque para completar la información que tenemos hasta ahora de este singular creador, cuya música repite, con pequeñas modificaciones, células y melodías entrecruzadas, a través de un contrapunto obsesivo y de un medido desfase rítmico.

    Estructuras aditivas

    Su técnica procede lejanamente del gran padre John Cage y sobre la que han trabajado, cada uno en su estilo, La Monte Young, Riley, Reich o Nyman. Fue a partir de 1967 cuando Glass, que llegó a estudiar con Nadia Boulanger, empezó a interesarse por músicas no occidentales, sobre todo la hindú, de la que copió sus estructuras rítmicas aditivas (repetitivas). Sumó a ello una figuración melódica sencilla para que se pudieran percibir con claridad las diferentes longitudes de las partículas rítmicas. Añadió igualmente la repetición rotatoria (células que van y vienen) y el uso de territorios prefabricados de armonía muy simple que actuaban como elemento estructural. Las obras, trazadas de este modo con tiralíneas, asemejan gigantescos y fríos mecanos, construidos, apunta el musicólogo alemán Dibelius, a partir de piezas coordinadas que conforman superficies sonoras intercambiables que adoptan, si a las óperas nos referimos, el aspecto de un mosaico tanto sonoro como escénico.

    Cocteau y la sencillez

    Estas características podrán ser reconocidas en Les enfants terribles, que ilustra la famosa narración escrita por Jean Cocteau en 1929, un cuento fantástico, una historia extraña, donde el amor juega contra la muerte. La sencillez de la partitura, de acuerdo con la técnica habitual de Glass, facilita la comprensión y consigue que el mundo de la infancia penetre suavemente en nuestra sensibilidad. La acción se desarrolla a lo largo de 20 escenas. La obertura, de unos tres minutos, parte de la primera de ellas. El compositor ya ha utilizado en otras ocasiones la literatura de Cocteau para su música. Años atrás escribió otras dos óperas basadas en sendas creaciones del francés: Orphée y La Belle et la Bête. Para Les enfants terribles, que pone fin por tanto a una trilogía, Glass pidió la ayuda de la coreógrafa Susan Marshall. La naturaleza, representada por una persistente y silenciosa nieve, lo envuelve todo. "El tiempo -comenta el director- se detiene y queda solamente la música; y el movimiento de los niños".

    Notas de aniversario

    Antes de que el Liceo fuera devorado por las llamas, el Teatro Arriaga cerraba sus puertas, esta vez, por una inundación. El 1986, tras varios años de rehabilitación, volvía a levantar el telón y desde entonces han desfilado por su escenario grandes nombres del teatro, la ópera, la zarzuela y el ballet, además de leyendas del jazz y estrellas del rock. Para celebrar los 25 años de la reinauguración, el joven director Iker Sánchez dirigirá el lunes a la Orquesta Sinfónica de Bilbao. "En este caso, he intentado que la pluralidad sea una marca de la casa", asegura Emilio Sagi, su director artístico desde 2008. "Porque queremos que el Teatro Arriaga siga siendo un actor importante en la vida de la ciudad".