Valery Gergiev. Foto: Javier del Real.
El público de Valencia, Madrid y Barcelona será testigo de la ejecutoria del maestro ruso al frente de la Orquesta de la Comunidad Valenciana y de la Sinfónica del Teatro Mariinsky de San Petersburgo. Abordará Roméo et Juliette de Berlioz y un programa stravinskiano.
Valery Gergiev, Berlioz y España. El cóctel se repite después de que el maestro ruso dirigiera las casi cinco horas de música de Los troyanos en el montaje informático de La Fura dels Baus en el Palau de les Arts valenciano. Gergiev, que durante algún tiempo se perfiló como fiable sustituto de Lorin Maazel en el foso del templo de Calatrava, confirma ahora la afinidad levantina trayéndose para la ocasión a la Orquesta de la Comunidad Valenciana. La dirigirá este domingo, en la tercera entrega de las Las noches del Real, que reserva la sala principal del coliseo a las grandes batutas del mundo.
Subirá al escenario Roméo et Juliette, que no llega a ser una ópera pero que funciona como una gran sinfonía coral, al estilo de la Novena beethoveniana, lo que permitió a Berlioz recurrir al voltaje shakespeariano sin pagar la factura de la luz ni preocuparse por las críticas de la puesta en escena. "Hablamos de un compositor extraordinariamente dotado", contaba Gergiev a El Cultural. "Me refiero a la inspiración, al sentido de la teatralidad, a la fortaleza y el poder de su música. Todas esas virtudes tienen un efecto contagioso en los músicos".
La factura vocal de esta sinfonía dramática, con libreto de Émile Deschamps, cuenta con la mezzosoprano rusa Ekaterina Gubanova, su compatriota el bajo Mikhail Petrenko y el tenor italiano Antonio Poli. Francisco Perales gestionará los decibelios del Coro de la Generalitat Valenciana.
El martes, el maestro osetio repetirá la experiencia, esta vez como comandante en jefe de la Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinski de San Petersburgo, donde ostenta el cargo de director general desde 1988. Abordarán un programa colosal, que abre con la Petruska de Stravinsky, sigue con los Cantos y danzas de la muerte de Musórgski y se cierra con La consagración de la primavera stravinskiana.
Gergiev ha dirigido numerosos conciertos y sólo dos óperas en Madrid (Guerra y paz y Semyon Kotko, ambas de Prokófiev). Ha querido volver al Teatro Real después de que varios bailarines del Teatro Bolshói de Moscú y del Mariinski clausuraran el lunes pasado el Año Dual España-Rusia 2011 con coreografías de Balanchine, Petipa y Fokin.
Al frente de una de las instituciones musicales más antiguas de Rusia, Gergiev ha sabido defender las especificidades interpretativas del repertorio patrio sin dejar de abrirlo al mundo. En 1992 fundió el telón de acero como embajador de la primera gira americana de su orquesta, que en 2008 se coló en la lista de las veinte mejores formaciones del mundo de la revista Gramophone.
Uno de los secretos mejor guardados de sus músicos ha sido la relación centenaria de la institución con sus grandes compositores, sobre todo con Stravinsky, cuyo padre había cantado en el Mariinski y donde más tarde los Ballets Rusos estrenarían varias de sus obras. Con su música en los atriles (Petruska, La consagración de la primavera y El pájaro de fuego) visitará el lunes L'Auditori de Barcelona. Y es que Gergiev, que ha trabajado con las Filarmónicas de Viena y de Berlín, reconoce que España sintoniza bien con su repertorio.