El compositor italiano Giacomo Manzoni.

El sábado 14 de enero arranca la XVI edición de musicadhoy, cuya programación gira en torno a Luigi Nono y Arnold Schönberg. A punto de cumplir 80 años, Giacomo Manzoni, uno de los maestros de la vanguardia musical del siglo XX, estrenará en el Auditorio Nacional de Madrid su retrospectivo Quarto rivolto.

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  • El lago italiano de Garda tiene sus propios monstruos. Cuentan los lugareños que James Joyce quiso seguir el rastro de Goethe hasta Sirmione para invocar el espíritu del poeta Valerio Catulo, que en su privilegiado rincón de los Alpes dedicó sus versos al lago más grande de toda la península. También allí, cerca de donde se levanta hoy la mansión hedónica de George Clooney, Maria Callas agonizó de felicidad al lado de Giovanni Battista Meneghini. Entonces no conocía a Onassis.



    Cada cierto tiempo, Giacomo Manzoni (Milán, 1932) se retira a este paraíso donde florecen los limoneros. Le ensimisman los olivares y el ruido de las barcas con los pescadores que faenan ajenos a las seis bombas extraviadas que sigue buscando la OTAN. "Aquí todo es paz, todo es calma", celebra el compositor en su entrevista con El Cultural. Hace un mes que Manzoni terminó la partitura de Quarto rivolto, un encargo del Instituto Italiano de Cultura de Madrid que va a estrenarse en la XVI edición de musicadhoy. El ciclo arranca mañana con una programación (¿Dónde estás hermano?) que, hasta el 12 de junio, rendirá homenaje a Luigi Nono y Arnold Schönberg, dos figuras indispensables para poder entender el siglo XX. "Schönberg fue el faro que iluminó mis primeros pasos como compositor y un referente absoluto a lo largo de toda mi trayectoria musical. Nono, como Bruno Maderna, Franco Donatoni o Luciano Berio, fue más un colega con el que compartía el mismo aliento generacional que nos empujaba a llevar nuestras obras al límite de nuestras posibilidades".



    El sexteto de cuerdas Quarto rivolto está dedicado a la memoria del gran maestro de la vanguardia. "Cuando Schönberg tenía 24 años mandó a un concurso Verklärte Nacht, pero el jurado rechazó la partitura porque empleaba un quarto rivolto [cuarta inversión], un acorde contrario a la ortodoxia armónica y tonal de la época. Se me ocurrió que podría ser interesante recuperar la idea de esa obra ahora, 114 años después".



    Este tributo en clave retrospectiva podrá escucharse el 10 de mayo en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música de Madrid en una sesión en torno a la Noche transfigurada en la que se estrenará también Azul de lontananza, de Mauricio Sotelo, inspirada en La lontananza de Nono. "La Noche transfigurada pertenece a la primera época tonal de un Schönberg influido por Brahms y Wagner, pero contiene las grandes esencias líricas, tonales y melódicas de su ideario". El concierto servirá asimismo para celebrar el 80 cumpleaños de Manzoni. "Siempre digo que no hay años sino edades. La experiencia que te ofrece el paso del tiempo no sirve de nada sin la voluntad de ser tú mismo, de no contradecirte. A punto de cumplir 80 años sigo luchando por no desaparecer como un murmullo bajo el ruido. Cuando empiezas eres libre, te dejas empapar, lo absorbes todo. La madurez viene acompañada de un estilo propio, que no es otra cosa que la certificación de tus limitaciones como artista".



    Manzoni no olvidará nunca su primera experiencia schönbergiana en el Festival de la International Society for Contem- porary Music de Palermo. "Tenía 17 años cuando escuché Pierrot lunaire. Fue una experiencia reveladora, definitiva, radical. Entendí, de pronto, que la música era algo más. Entonces no sabía qué exactamente, pero intuía el abismo al otro lado".




    Tratado de armonía Las primeras obras de Manzoni -como La sentenza (1960) y Ombre: alla memoria di Che Guevara (1965)- fueron rigurosamente seriales. Pero, más allá de su ferviente adhesión al sistema dodecafónico, el acercamiento de Manzoni al universal atonal de Schönberg fue sobre todo cognitivo. Él mismo se encargó de traducir al italiano varios de sus textos fundamentales, como el Tratado de Armonía. Su contacto con las obras de Adorno fue igualmente enriquecedor. "No se puede hablar de música ignorando la importante revolución del conjunto de las artes de principios del siglo XX. No tengo la menor duda de que ha sido el periodo más extraordinario de la humanidad en el campo artístico. Como compositor, tenía la obligación, digamos moral, de dar cobertura y continuidad a todos esos caminos que se nos abrían".



    La pregunta que muchos se hacen es si, algún día, se podrá escuchar a Schönberg y Nono como se escucha hoy a Beethoven y Verdi. "La cuestión no es si Schönberg y Nono forman parte de la tradición, sino de qué manera lo hacen. Su música requiere de un esfuerzo intelectual, cuando no burocrático o incluso logístico. Quiero decir que muchas veces su difusión no depende del interés del público o de los intérpretes tanto como del criterio del gestor cultural de turno", explica con cierta vehemencia. Reconoce el compositor italiano que el repertorio contemporáneo, si bien no es discriminatorio, sí requiere de una mayor fuerza de voluntad. "La música ligera busca al gran público. La de creación es alcanzada por los curiosos".



    Manzoni pertenece a una generación de músicos italianos -y, más concretamente, milaneses- que, como el pianista Maurizio Pollini, el director Claudio Abbado o el musicólogo Luigi Pestalozza, ejemplificaron como pocos el paradigma del artis- ta-político. ¿Cuánto queda hoy de ese compromiso con la sociedad? "Digamos que los problemas continúan. Y por tanto la música ha de tomar partido. La diferencia es que no contamos con un movimiento como el de los años setenta. Hoy cada artista emprende solo su camino y libra una batalla individual". Por eso aplaude la valentía de Riccardo Muti cuando, desde el foso de la Ópera de Roma, consiguió hace unos meses que el público entonara el Va pensiero como medida de protesta por los recortes de Berlusconi. "Nunca será la música un instrumento de acción directa, pero sí un estímulo para invitar a la reflexión y analizar los conflictos humanos desde otra perspectiva".



    Manzoni no es capaz de imaginar el efecto que produciría hoy el estreno de Atomtod (1965) o Guida all' ascolto della musica sinfonica (1967). "Cada composición es indisociable del momento en que fue concebida. Todas mis obras han sido concebidas con honestidad. Serán el público, la historia y el futuro los que determinen su valor".



    El ciclo musicadhoy celebra en cuatro conciertos la segunda edición de SON con estrenos de 25 jóvenes compositores españoles de la primera línea de creación musical: Hèctor Parra, Mario Carro, Oliver Rappoport, Hermes Luaces, José Minguillón, Joan Magrané y Nuria Núñez, entre otros. "Es importante que los nuevos compositores no pierdan nunca el contacto con las generaciones previas porque la única forma de plantear nuevos caminos es conocer los anteriores".