Image: Michael Tilson Thomas

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Música

Michael Tilson Thomas

“Las emociones están en peligro de extinción”

27 enero, 2012 01:00

El director californiano Michael Tilson Thomas. Foto: Chris Wahlberg.

El "espíritu de Bernstein", como lo conocen en EEUU, visita estos días Madrid, Valencia y Zaragoza junto a la Orquesta Sinfónica de Londres. Debussy, Berlioz y Weill mediarán entre el maestro californiano y dos figuras de primer nivel: el pianista Nelson Freire y la mezzosoprano Anne-Sofie von Otter. En su entrevista con El Cultural, Michael Tilson Thomas, impulsor de la Sinfónica de YouTube, nos advierte de los peligros de las nuevas tecnologías.

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  • MTT son las siglas de la moto más rápida del mundo, una bestia sobre dos ruedas que alcanza los 320 km/h en apenas 15 segundos. Ése es el tiempo, más o menos, que se toma Michael Tilson Thomas (Los Ángeles, California, 1944) antes de responder a cada una de las preguntas de esta entrevista, como si fuera el silencio el motor de pensamiento de este músico elegante y sencillo.

    El maestro estadounidense es uno de los mayores expertos del mundo en el repertorio americano y se ha ganado fama de chamán cuando se trata de destapar las esencias del sinfonismo mahleriano, pero ha venido a España con la Orquesta Sinfónica de Londres (LSO) para desfogarse con Debussy y Berlioz. Se ha propuesto conectar el imaginario de los Preludios orquestados con el de la Sinfonía fantástica, una obra que, de transparente, delata a los músicos menos capacitados. No es el caso de los integrantes de la orquesta británica, la cuarta mejor del mundo según la revista Gramophone. Les acompañarán en las dos veladas del ciclo Ibermúsica del Auditorio Nacional de Música de Madrid (hoy y mañana) Nelson Freire y Anne-Sofie von Otter, dos veteranos tan infatigables como entregados a la causa. El pianista brasileño acometerá esta tarde la Fantasía para piano de Debussy (en el 150 aniversario de su nacimiento) mientras la mezzo sueca se enjuagará la garganta el sábado con Los siete pecados capitales de Weill. Los días 29 y 30 de enero, el pianista, el director y la orquesta repetirán la experiencia en el Palau de la Música de Valencia y en el Auditorio de Zaragoza, respectivamente.

    Brahms exprés
    MTT nació hace 67 años en la ciudad de los neones y creció entre las luminarias de una familia de actores de teatro yiddish. Su padre fue productor de Broadway y su abuelo ayudó a impulsar a Gershwin. Hubo un tiempo en el que el pequeño MTT mataba las tardes practicando al piano nada menos que con Stravinsky, Bernstein o Copland. Aquello, y su afición por la composición, le procuraron cierta fama de niño prodigio.

    La vida le cambió de repente el 22 de octubre del mismo año en que Armstrong pisó la Luna, cuando al gran William Steinberg le fallaron las fuerzas mientras dirigía a la Sinfónica de Boston en el Lincoln Center de Nueva York. "Tenía 24 años y apenas conté con un minuto para preparar mentalmente los pianissimos de la Segunda sinfonía de Brahms mientras recorría los escasos metros que me separaban de mi primer podio", recuerda el director californiano en su encuentro con El Cultural. "No estaba nervioso, ni sentía miedo, ni siquiera me temblaba el pulso. Era como si toda la vida hubiera estado ensayando para ese gran momento".

    La hazaña le valió la plaza de director asistente en la Sinfónica de Boston, una de las Big Five del circuito norteamericano. Desde entonces se ha ocupado de la Filarmónica de Los Ángeles y la Sinfónica de San Francisco, ha impulsado la Sinfónica de YouTube y fundado la Orquesta del Nuevo Mundo, que acaba de estrenar sede en el New World Center de Miami. "La solución a los problemas de la música clásica pasan inevitablemente por la experimentación con nuevas fórmulas de concierto. En este centro investigamos con todas las posibles relaciones de los músicos con los nuevos públicos".

    El maestro y también compositor hollywoodense, ganador de diez Grammys, no ha podido sustraerse a la tentación de la industria cinematográfica, y a menudo colabora en la producción de películas y documentales. "Se ha llegado a decir que no me gusta la ópera pero lo que en verdad sucede es que el tiempo que me lleva un montaje lírico prefiero invertirlo en un proyecto audiovisual. A decir verdad, dirigir un rodaje y a una orquesta no es tan distinto. Todo consiste en sacar lo mejor de cada individuo y elegir el enfoque adecuado para cada frase".

    Sus primeras apariciones en los Young People's Concerts de la cadena CBS, en los años setenta, pronto suscitaron las comparaciones con Leonard Bernstein y desde 2004 se viene emitiendo una serie de conciertos pedagógicos titulados Keeping Score que él mismo presenta. "Creo que tenemos prioridades diferentes. Quizá el gran mérito de Bernstein consistiera en saber ofrecer respuestas a la gente mientras que yo me he empeñado en formular nuevos interrogantes. Me gusta ver la sorpresa grabada en la cara de la gente". Como cuando, en su insaciable búsqueda de la perfección y la autenticidad, hace desaparecer la batuta en mitad de un concierto.

    -Nos visita con la orquesta con la que debutó en Europa hace varias décadas. ¿Qué supuso aquel salto?
    -El día que esta orquesta me abrió las puertas del continente aprendí dos cosas: la primera, que hay que disfrutar de cada minuto de ensayo y, la segunda, que los músicos formamos parte de una gran familia. No todos los directores están dispuestos a dedicar treinta años a un proyecto. Ése no es mi caso. Aunque me separen miles de kilómetros de la LSO siempre estamos en contacto.

    -¿Sigue abierta la brecha atlántica, siguen existiendo dos sonoridades?
    -Hoy una orquesta son cien personas hablando y pensando diferente. Me atrevería a decir que la LSO no es la misma en cada concierto. Cada orquesta es una singularidad, lo que no debe servir sino para progresar en la búsqueda de las esencias de cada repertorio. Recuerdo que saltaban chispas cada vez que Giulini se ponía al frente de la Sinfónica de Chicago. Los músicos ponían la energía, el poder y el ritmo mientras que el maestro italiano aportaba su absoluto dominio del cantabile, del legatto y de los tempi.

    -¿Y cuál es su método?
    -Digamos que no soy un director de la vieja escuela. Me refiero a que no me gusta decir cómo han de ser las cosas exactamente. Mi objetivo no es que los músicos hagan, sino que entiendan y sientan, que "sean".

    -¿Insinúa que la música puede cambiar a la gente?
    -La historia ha demostrado que un concierto puede cambiar el curso del mundo. Sobre todo en estos tiempos tan difíciles la gente necesita más horas para meditar. Tenemos que volver urgentemente al pensamiento lento y a la reflexión pausada. Vivimos rodeados de estímulos pero estamos privados de sentimientos verdaderos. Los flashes nos impiden ver más allá. En ese sentido, la música clásica es como una reserva de emociones en peligro de extinción. Cuando escuchamos una sinfonía de Mahler nos invaden nuevas sensaciones. De pronto, la decadencia de principios del siglo XX conecta con la frustración de nuestros días. La música no acaba con el dolor, pero nos enseña a sufrir.

    -¿Qué le parece que la gente pueda acceder hoy a grabaciones míticas desde un ordenador?
    -Estamos ante un fenómeno musical sin precedentes. El espíritu de la experiencia musical sigue siendo el mismo pero es evidente que los hábitos están cambiando. La situación es complicada, ya que desde nuestro teléfono móvil tenemos acceso a casi todo pero, ahí la paradoja, carecemos del tiempo suficiente para poder asimilarlo.

    -Recientemente, una llamada inoportuna interrumpió un concierto de la Filarmónica de Nueva York. ¿Cree que por fin se ha dado la voz de alarma?
    -Los directores llevamos muchos años sufriendo esta lacra en silencio. Ahora todo el mundo está buscando al avergonzado responsable. Está claro que el futuro de la música clásica pasa por las nuevas tecnologías, que no deben interferir nunca en el curso natural de las cosas. Una tos al final del adagio de la Novena de Mahler resulta perturbadora. La melodía de un móvil debería considerarse delito.

    Orquesta Sinfónica de YouTube: la tradición en ‘streaming'

    En diciembre de 2008 el portal de vídeos YouTube fundó la primera orquesta sinfónica, participativa y global, integrada por un total de 96 músicos (entre ellos, cuatro españoles) de 30 países que se habían presentado a audiciones "virtuales" interpretando la Internet Symphony n° 1 'Eroica', encargada para la ocasión al compositor chino Tan Dun. Cuatro meses más tarde, la Orquesta Sinfónica de YouTube se estrenaba en el Carnegie Hall de Nueva York con un concierto retransmitido en riguroso streaming.

    Ocupó aquel podio Michael Tilson Thomas, que es padrino-titular del conjunto nacido en el seno de la Orquesta Sinfónica de Londres y que cuenta actualmente con el apoyo de la Sinfónica de Sídney y de la Filarmónica de Berlín. El concierto arrancó con un discurso introductorio que recordaba a los primeras series de los Young People's Concerts de Leonard Bernstein. MTT habló de la frontera que separa lo "real" de lo "cibernético" y dilucidó sobre el cambio de hábitos que sigue a los paradigmas tecnológicos.

    Hace unos meses se presentó la Orquesta Sinfónica de YouTube 2011. Las audiciones online consistieron en la interpretación de Mothership, del compositor estadounidense Mason Bates. También se organizaron varias pruebas en Madrid, Valencia y La Coruña. Finalmente, la segunda hornada de cibersinfónicos debutó en la Ópera de Sídney el 20 de marzo del año pasado. "En el New World Center de Miami seguimos buscando la manera de integrar los 1.200 años de tradición musical en el ámbito de las nuevas tecnologías", cuenta MTT. Su objetivo es "conseguir traspasar las paredes de la sala de ensayos y del auditorio para conectar con un público global".