Image: Philip Glass o la maldición de la Novena

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Música

Philip Glass o la maldición de la Novena

El compositor estadounidense celebra su 75° cumpleaños en el Carnegie Hall

27 enero, 2012 01:00

El compositor estadounidense Philip Glass. Foto: Raymond Meier.

Sony Classical edita un recopilatorio del compositor estadounidense, que el próximo martes celebra su 75 cumpleaños con el estreno, en el Carnegie Hall de Nueva York, de su Novena, una fórmula prohibida en el mundo de la literatura musical.

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  • Philip Glass ha estrenado en Linz su Novena sinfonía y la reestrena en el Carnegie Hall neoyorquino el próximo 31 de enero coincidiendo con su cumpleaños. Quiere decirse que el compositor americano había escrito ocho sinfonías antes. Semejante conclusión se antoja una perogrullada, pero la obviedad también demuestra que el repertorio sinfónico de Glass ha palidecido frente a la ambición de las óperas (Einstein on the Beach, Satyagraha, Kepler...) o respecto a la fama de las bandas sonoras (Kundun, El show de Truman, Las horas).

    Quizá las cosas cambien con la Novena, concebida en tres movimientos y planteada, quién sabe, como un desafío a las supersticiones. No cree en ellas Glass desde sus convencimientos budistas ni desde su arquitectura minimalista, pero el número nueve arrastra una tradición fatídica en la historia de la música occidental. Especialmente desde que Beethoven compuso la suya. Que además es la sinfonía más célebre de todos los tiempos y la última que escribió el compositor germano, poniendo a prueba, de paso, a todos los colegas provistos de temeridad y de agallas para remontar al mismo tiempo el monumento y la cifra.

    Glass no parece asustado por haber escrito su Novena en el umbral de los 75 años. Ni siquiera considerando que la acepción cristiana y funeraria de la "novena" proviene de una tradición pagana: griegos y romanos guardaban nueve días de luto en atención a los difuntos ilustres de su comunidad. Tamañas connotaciones crepusculares se han adherido a la tradición musical. Ni Schubert, ni Dvorák, ni Bruckner ni Vaughan Williams ni Alfred Schnittke sobrepasaron el límite oficioso del nueve que había establecido Beethoven. El propio Mahler murió mientras intentaba componer la Décima, de forma que Arnold Schönberg, consternado por la maldición, sostuvo en un ensayo que la Novena presagiaba una escritura de ultratumba.

    Glass ha concebido la suya en Linz, que es una manera de tentar la suerte porque la ciudad austriaca se convirtió en el feudo de los estrenos de Bruckner, quien temió por su vida cuando llevaba a cabo su Novena. No le inquietaba tanto el número como el hecho de haber elegido la misma tonalidad que la de Beethoven. Fue incapaz de terminarla, aunque en rigor, y a favor de la maldición, la Novena de Bruckner es como mínimo su décima sinfonía, puesto que el recuento más o menos oficial denomina como Sinfonía 0 la obra que compuso en 1869 después de haber estrenado su Primera.

    La superchería de números y los delirios de la cabalística profundizan en una amplia literatura musical. Malcolm Arnold y Kurt Atterberg, por ejemplo, fallecieron después de haber estrenado sus respectivas "novenas". Lo mismo, o parecido, que les sucedió a Egon Wellesz y a Roger Sessions en un ámbito de menor popularidad o repercusión. Para tranquilizarse y sustraerse a la tradición, Philip Glass puede apelar a los colegas que sí han sobrepasado el número prohibido. Shostakóvich lo hizo con extraordinaria holgura, tal como prueban sus quince monumentales sinfonías, mientras que Villa-Lobos y Darius Milhaud se instalaron en doce. Es decir, una más de la que escribió Rubbra y dos más de las que ha compuesto Henze en consonancia con el éxito. El récord de todos los tiempos no es de Haydn, como podría sobrentender el hito de sus 104 sinfonías, sino el extravagante y director de orquesta finlandés Leif Sergestam, con nada menos que 244.

    Le queda camino a Philip Glass. Y no le falta ni estajanovismo ni versatilidad, tal como prueba la aparición en el mercado de una edición en su nombre (The Essential Philip Glass) que la compañía Sony ha puesto en circulación lejos de mencionar que se trate de un testamento.