Gustavo Dudamel. Foto: Luis Cobelo.

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  • Es ocioso intentar hoy resaltar la fama del venezolano Gustavo Dudamel, que acaba de sobrepasar la treintena como figura indiscutible y reconocida de la dirección de orquesta. Su calidad artística no se discute y ha tenido además el respaldo de Deutsche Grammophon, que se ha volcado con él; y se sigue volcando, como demuestra el ropaje con que rodea todas sus giras y el boato que otorga a sus ediciones discográficas.



    Se aprovecha ahora el pequeño recorrido que Dudamel va a realizar por España, del 28 al 31 de este mes, al frente en esta ocasión de la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo. Visitará el Palacio de la Ópera de La Coruña (28 de marzo), los auditorios Príncipe Felipe de Oviedo (29), Víctor Villegas de Murcia (30) y el Nacional de Música de Madrid (31) con un programa común integrado por dos obras de Richard Strauss (Don Juan y Así hablaba Zaratustra) y la Sinfonía n° 103 de Haydn. Una selección que sin duda, con el concurso de la sólida formación sueca, podrá poner de manifiesto el talento de este joven maestro, capaz tanto de sacar todas las chispas románticas y emocionales, todo el fulgor orquestal a las dos primeras partituras, como de conceder el brío agreste y el ágil juego rítmico a la tercera.



    No es que Dudamel posea todavía el grado justo de madurez que exigen ciertas partituras, pero todo llegará. Mientras tanto se puede uno entregar al imparable juego chisposo que despliega su batuta, eléctrica donde las haya, y que ha permitido, partiendo además de su corta y triunfal historia, preparar a conciencia el lanzamiento de un cedé recopilatorio, al estilo Karajan, con fragmentos de obras conocidas, que sin duda calará en el público y que contiene interpretaciones de músicas de Beethoven, Bruckner, Tchaikovsky, Shostakovich, Saint-Saëns, Mahler, Mendelssohn, Stravinsky, Revueltas, Márquez y Bernstein. Auténticos hits con cuatro orquestas diferentes.



    Se incluye, además, un documental dirigido por Enrique Sánchez Lansch que nos cuenta la historia mágica de este músico y sus comienzos en El Sistema de José Antonio Abreu. Todo ello rezuma no sólo apetito comercial, sino también entusiasmo y la certeza de que la música nos puede ayudar a olvidar por unos instantes la situación actual del mundo. Dudamel sabe hacerlo en su creencia de que la música es como "un chorro de combustible; pura adrenalina".