El bailaor Marco Flores.

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  • La agenda de este año viene marcada por las Remembranzas de Carmen Linares, la despedida de los escenarios de Blanca del Rey con su soleá del mantón, los conciertos de Tomatito, el estreno de Adalí, de Aída Gómez, y un espectáculo de esencias: Tránsito, del bailaor Marco Flores.

    Suma Flamenca, el festival de la Comunidad de Madrid, es una muestra del empeño de su director, Juan Verdú, y el de unos artistas conscientes de que lo que importa es seguir manteniendo vivo un proyecto de envergadura que en su séptima edición, del 7 al 30 de junio, ya ha alcanzado un notable prestigio. Es posible que no tenga la magnitud de otras ocasiones, en cuanto al número de conciertos y espectáculos y a su proliferación por los espacios de la geografía madrileña, pero la calidad de sus propuestas y el reclamo de los nombres que acuden este año siguen haciendo de esta celebración una referencia ineludible y una cita obligada no solo para todo buen aficionado, sino en general para los amantes de la buena música y la danza.



    Clásicos y valores emergentes, figuras consagradas y novísimos constituyen un cartel de lo más atractivo: la presencia enriquecedora de Carmen Linares y su Remembranzas, que tanto éxito obtuvo en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, la despedida madrileña de Blanca del Rey, con El último vuelo del mantón, los conciertos de Tomatito, el estreno de Adalí, de Aída Gómez, la presencia de Montse Cortés, Valderrama, María Toledo, David de Jacoba, la israelí Yasmin Levy, Selene Muñoz, el actor británico Greg Hicks con la cantante Clara Montes y el guitarrista José Luis Montón, el jovencísimo Amós Lora o los hijos de Enrique Morente y Tomatito, más las clases prácticas de baile de Silvia Marín, constituyen el grueso de la programación, a la que hay que añadir Tránsito, del bailaor Marco Flores, un espectáculo en el que se hace acompañar nada más que por la cantaora Mercedes Cortés, el guitarrista Jesús Núñez y las palmas y jaleos de Ana Romero.



    Premio Antonio Gades, Carmen Amaya, Mario Maya y Nacional de Baile del Concurso de Arte Flamenco de Córdoba 2007 -por primera vez en la historia de tan renombrado certamen- , Mejor Bailaor Revelación 2008 de Deflamenco.com y Premio de la Crítica en el último Festival de Jerez, el baile de Flores transmite frescura en su capacidad de improvisación, nos lleva del movimiento fugaz de lo inesperado a la sorpresa de la abstracción y del poder creativo, nos deslumbra con su perfección técnica y una fecundidad gestual que se convierte en naturalidad expresiva para manifestar sin limitaciones un arte en tono mayor que envuelve desde el principio hasta el fin cualquiera de sus actuaciones.



    "Concebí Tránsito en una época en la que cambiaban muchas cosas", cuenta Flores. "Por una lado sentí la necesidad de seguir realizando producciones solo y por otro la de hacer evolucionar mi lenguaje y mis códigos. Estuve varios meses metido en el estudio. Todas las ideas, todas las coreografías que surgían me llevaban a un lugar distinto de donde había estado hasta entonces. Pero a la vez me hacían recordar lo que había llevado a cabo anteriormente. Entonces era como mirar hacia atrás para poder ir hacia delante. Estaba situado en una línea que marcaba un antes y un después". Este ya consolidado bailaor vivió el flamenco desde niño, en el ámbito familiar de su casa gaditana, en Arcos de la Frontera, tocando primero la guitarra-"la disciplina en el aprendizaje de la guitarra ha desarrollado mi percepción rítmica y me ha enseñado a manejar con rapidez las estructuras musicales"- y, a partir de los dieciséis años, bailando con sus hermanos, Titi y Esmeralda, para terminar de formarse después con Javier Latorre, Antonio Canales y Javier Barón e integrarse en las compañías de Sara Baras, Rafaela Carrasco o Rafael Amargo.



    Un paso importante que marcó una etapa de su vida profesional fue cuando, junto a Manuel Liñán, Oga Pericet y Daniel Doña, puso en marcha la compañía ESS3 Movimiento para fabricar con originalidad y desparpajo, y con la energía sorprendente de una sólida base dancística de primer nivel, espectáculos gloriosos, como Dos en compañía, En clave, Chanta la muí o Complot. Ahora Marco Flores camina sin nadie y Tránsito manifiesta esa metamorfosis. "Es un diseño desnudo, minimalista en la forma pero amplio en el contenido. Busca la esencialidad, renuncia a cualquier elemento superfluo; quiero mostrarme despojado para que el baile brille con su propia identidad; necesito responder al reto de estar solo, con el baile como protagonista y a través de él contar muchas cosas".



    El espectáculo se anuncia en la Sala Roja de los Teatros del Canal para el 13 de junio. En ese mismo espacio, pero un día antes, Aída Gómez, Premio Nacional de Danza 2004, bailarina y coreógrafa, dirige y estrena Adalí -que significa Madrid en el léxico caló- , una propuesta musical del acreditado flautista, arreglista y compositor Juan Parrilla, perteneciente a una insigne familia de artistas gitanos de Jerez de la Frontera, que ya colaboró con la exdirectora del Ballet Nacional en obras anteriores, como Salomé o Permíteme bailarte.



    Para Aída se trata de un espectáculo de policromías, apoyado en la extensión de varios registros. "Tenemos la danza española, el flamenco, la escuela bolera, siempre con el sonido en directo, abundante instrumentación y voces distintas. Yo no soy flamenca sino intérprete de la danza española, pero Juan Parrilla ha dispuesto la música de tal manera que bailo las alegrías con bata de cola y mantón, y unas soleares, además de una rondeña, acompañada por un solo de guitarra, en la que voy descalza. Es un homenaje a Madrid, ciudad multicultural y punto de encuentro para todos los que hacemos esta función viniendo de lugares diferentes".