Juan Diego Flórez. Foto: Josef Gallauer.

Antes de visitar Pésaro y Salzburgo, el tenor peruano debuta el 15 de junio como Nadir de Los pescadores de perlas de Bizet en el Teatro Pérez Galdós. Con la última función, este jueves, Día Europeo de la Música, dará comienzo el verano, y con él, una temporada de festivales que recurre a los grandes nombres y a la imaginación para sobrevivir a los recortes.

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  • Juan Diego Flórez (Lima, 1973) tiene en Pésaro un refugio rossiniano donde los móviles pierden la cobertura. Desde una de las terrazas de la villa, el tenor peruano contempla el horizonte balcánico y recuerda el día en que, no muy lejos de allí, conoció a Pavarotti durante una comida. Le cantó a cappella el aria de los nueve "do de pecho" de La hija del regimiento, que había interpretado unos meses antes en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas, y dicen que Luciano quedó tan impresionado que se olvidó de pedir el postre.



    En el mismo teatro grancanario, y como clausura de la 45 Temporada de Ópera, el tenor lírico-ligero debuta esta tarde el rol de Nadir de Los pescadores de perlas. "Desde mis comienzos esta isla me ha servido de laboratorio personal", cuenta Flórez. "En la tranquilidad del clima y la amabilidad de la gente experimento mejor con la voz y me enfrento con más seguridad a los grandes retos de mi carrera".



    La ópera de Bizet supone un nuevo escalón en su repertorio que lo aleja provisionalmente del belcanto virtuoso y le abre las puertas a registros de mayor tonelaje. No en vano está grabando para Decca un disco de arias francesas (Gounod, Berlioz, Bizet, Delibes, Offenbach, Boieldieu, Adam...) que se publicará a principios de 2013 y en el que se atreve incluso con el Pourquoi me réveiller del Werther de Massenet. Toda una declaración de intenciones que podría contar algún día con su correspondiente puesta en escena, aunque de momento el tenor más prometedor de la década, según la revista BBC Music Magazine, no confirma ni desmiente nada. "Aún es pronto para hablar de títulos y de fechas. Pero sí, algo grande está por venir".



    Para Flórez viajar a Gran Canaria es visitar la "memoria protectora" de Alfredo Kraus, a quien siempre ha sentido muy cerca a pesar de que no llegaran a conocerse personalmente. "Hablé con él por teléfono en una sola ocasión. Yo estaba estudiando en el Curtis Institute of Music de Filadelfia y Alfredo estaba convaleciente en Nueva York. La conversación no duró más de unos pocos minutos, pero me sorprendió el interés que mostró por un perfecto desconocido aspirante a tenor como era yo en aquella época". Hoy los vídeos de Juan Diego Flórez en YouTube suman millones de visitas y hasta tiene un club de fans que le espera al final de cada representación, no importa dónde ni cuándo.



    Flórez es consciente de que la música le ha cambiado la vida, y por eso hace unos meses decidió fundar Sinfonía por el Perú, un proyecto social y musical inspirado en el famoso Sistema venezolano de José Antonio Abreu que está empezando a dar sus frutos. "La idea de esta red de orquestas y coros de niños es que historias como la mía no sean un excepción en mi país. Que la gente pueda encontrar en la experiencia musical el sentido de su vida". Plácido Domingo, Gustavo Dudamel y Mario Vargas Llosa, entre otras muchas personalidades del mundo de la cultura, respaldan la iniciativa. Incluso la Filarmónica de Viena, donde reside Flórez con su mujer y su hijo, han donado una colección de instrumentos al programa educativo. "Es asombroso lo que se puede conseguir juntando voluntades".



    -Esta tarde interpreta a Nadir, un joven pescador de perlas, ¿también de papeles?

    -Está claro que un rol lleva a otro rol, y que esta ópera contribuye definitivamente a una determinada evolución vocal. Hace unos años cancelé varios Rigolettos, y sin embargo ahora me siento muy cómodo haciendo el Duque. Esto se debe a que he trabajado mucho la respiración, no a la manera virtuosística de Rossini sino al estilo más amplio de Donizetti, del que seguiré debutando papeles. En 2011 fue Carlo de Linda di Chamounix en el Liceo. Y en 2013 será Gennaro de Lucrezia Borgia.



    -¿Nota más competencia en este registro?

    -Vengo de interpretar La dama del lago en París y La Scala, y haré Matilde di Shabran este verano en Pésaro. Digamos que ahora empiezo a tener rivales (Risas). Porque ya no hago Barberos, Italianas ni Cenerentolas, que son títulos donde te la juegas todo a una nota. No hay muchos cantantes dispuestos a asumir ese riesgo.



    -¿Cree que la crisis se ha cobrado aficionados a la ópera?

    -Pienso que no. Tradicionalmente la música clásica ha gustado mucho pero a pocos. Los que están son muy fieles.



    -En estos tiempos vertiginosos, sorprende la tranquilidad con la que plantea su carrera.

    -Nunca he tenido prisa por llegar a ningún sitio. Lo único que me ha preocupado es disfrutar del trayecto. Mi agenda de óperas, recitales y grabaciones no está pensada para batir récords sino para garantizar un cierto nivel de honestidad. Le hablo de unas determinadas condiciones vocales, por supuesto, pero sobre todo de mis responsabilidades familiares.



    -¿Qué le animó a crear el Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles del Perú?

    -En 2009 Dudamel y Abreu me invitaron a conocer su Sistema en Caracas. Más que sorprendido quedé conmovido. Había visto varios documentales sobre el proyecto, pero conocer sobre el terreno cómo la música puede cambiar el futuro de los más desfavorecidos me impactó profundamente. Desde 2010, vengo recaudando fondos para la Fundación de Sinfonía por el Perú, que ya cuenta con quince núcleos en todo el país y varias orquestas formadas por niños de la calle.



    -¿Qué consejo les daría a esos niños que quizá algún día puedan vivir de la música?

    -Les diría que fueran autocríticos. Que se cuestionaran a sí mismos. Y que nunca, nunca dejaran de estudiar.



    -¿Frente al espejo y con una grabadora, como hace usted?

    -A diferencia de cualquier otro instrumento, el canto es algo abstracto que consiste en producir sonidos sin tocar nada, sólo a través de la mente. Por eso cada cantante tiene su método. El mío consiste en grabarme y escucharme hasta que lo que pienso y oigo coinciden.



    -¿Y por qué ha renunciado a un maestro de canto?

    -Porque muchos de los profesores no tienen carrera como cantantes, no conocen el vértigo que produce el público desde un escenario. Esto no quiere decir que no necesite lecciones. Más bien al contrario. Mi voz es una suma de buenos consejos. De mis amigos, de mi familia y sobre todo de Ernesto Palacio, que sabe de lo que habla no porque lo haya leído en los libros sino porque lo ha vivido.



    -¿Sigue leyendo las críticas como cuando, con 23 años, debutó en La Scala de Milán?

    -Digamos que sigo yendo a misa. Pero ya no comulgo tanto.