Benet Casablancas. Foto: Juan Lucas.
Las tres palabras que dan título a la obra (danza, canción y celebración) hacen alusión a tres registros montsalvatgeanos que, por su carácter contrastante, articulan de forma equilibrada toda la partitura. "La celebración final rubrica la obra con la afirmación jubilosa de la triada perfecta de si mayor, que con un "¡sí!" sella simbólicamente el carácter de homenaje de la misma". No es, en cualquier caso, el único guiño afirmativo de Casablancas al legado de Montsalvatge, como ya demostró el pianista Daniel Ligorio durante el reciente estreno en Barcelona de Sí a Montsalvatge.
Dance, Song and Celebration será interpretada por el Perspectives Ensemble de Ángel Gil-Ordóñez. "Toda una garantía", asevera. Más aún en la Gran Manzana, donde Casablancas ha tenido varias buenas experiencias. "La ciudad tiene una energía descomunal, en constante renovación, y de ella emana una singular fascinación, lo que se traduce, en nuestro terreno, en un nivel musical altísimo, y una actividad artística rica y plural, que comprende la vertiente comunicativa del fenómeno artístico como algo natural, al contrario de lo que ocurre a veces en la vieja Europa, como bien apunta Alex Ross en El ruido eterno".
Casablancas atraviesa un dulce momento de madurez creativa en medio de estrenos, grabaciones discográficas y un gran encargo del Liceo: nada menos que una ópera (su primera), titulada provisionalmente Io, que parte del relato El fin del mundo como obra de arte de Rafael Argullol. "Ya tenemos el argumento y texto definitivos. La acción se sitúa en nuestro tiempo y trata de las grandes pasiones que rigen nuestra vida y determinan el sentido último de la condición humana (amor, sufrimiento, sed de conocimiento, incertidumbre, voluntad de poder) y el ansia de este por trascender permanentemente sus límites".